El sueño de otra Turquía
DW,
28.05.2018
En 2013,
cientos de miles de personas tomaron las calles para protestar contra la
tendencia autoritaria de Erdogan. El recuerdo de esos días está muy presente en
la actual campaña presidencial. Julia Hahn desde Estambul.
Esperanza en Turquía: a finales de mayo de 2013 comenzaron las protestas contra el gobierno en todo el país. |
Boralioglu
es escritora. "Tras las protestas de Gezi, aquí destruyeron todo",
dice. "Las calles, los árboles que había… ahora todo es cemento".
Aquí, en el corazón de la ciudad, no hay nada que recuerde las masivas
manifestaciones de hace cinco años contra el entonces primer ministro, Recep
Tayyip Erdogan.
Mucho más
que un parque
Las
protestas del verano de 2013 unieron a cientos de miles de personas en todo el
país contra el estilo cada vez más autoritario del gobierno de Erdogan y su
Partido Justicia y Desarrollo (AKP), de tendencia conservadora e islámica.
Salieron a la calle izquierdistas liberales, nacionalistas, fanáticos del
fútbol, kurdos, mujeres con o sin pañuelo en la cabeza. Las protestas se
iniciaron precisamente por los proyectos del gobierno para edificar en el
Parque Gezi, la zona verde junto a la Plaza Taksim. Erdogan quería reconstruir
un cuartel otomano demolido en 1940 y un centro comercial.
"Cemento
por todas partes": construcción de una mezquita en la Plaza Taksim.
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"Conspiración
contra Turquía"
Es
difícil decir cuánto apoyo sumaba el movimiento Gezi. Según una encuesta del
instituto de investigación de opinión Konda, el 40 por ciento de los
encuestados consideró las protestas como una "lucha democrática por los
derechos civiles y la libertad", mientras que más del 50 por ciento lo
consideró una "conspiración contra Turquía". Según Konda, esta visión
estaba particularmente extendida entre los votantes del AKP.
Marcha de
protesta en la Plaza Taksim
de Estambul (junio de 2013).
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Gaye
Boralioglu ha escrito sobre sus recuerdos personales de esa época. Una de sus
historias cortas ha sido traducida al alemán. "Hombres armados y
uniformados, en potentes vehículos, se acercan a la gente", escribe,
"disparan chorros de agua contra sus débiles cuerpos, empañan el mundo
entero con gas hasta que todo termina".
Sus
héroes son ciudadanos intrépidos, hombres y mujeres, adolescentes y jubilados,
que se oponen al poder estatal. "La gente usa sus cuerpos como escudos
frente a los hombres armados. Están avanzando. Marchan a pesar del gas, la
niebla y el humo. Se ríen y continúan".
Cañones
de agua y gases lacrimógenos
contra los manifestantes
en la Plaza Taksim (15 de
junio de 2013).
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"Seguiremos
escribiendo"
El parque
Gezi se salvó. Por ahora. Pero Erdogan finalmente aplastó las protestas. Al
menos cinco personas murieron, más de ocho mil resultaron heridas. Desde
entonces, la policía se mantiene vigilante y recurre a medidas enérgicas. Las
manifestaciones contra el gobierno están prohibidas en la Plaza Taksim. Incluso
las más pequeñas marchas pacíficas son disueltas rápidamente.
Y
Erdogan, ahora como presidente, ha ampliado todavía más su poder. Después del
fallido golpe militar de 2016, cientos de miles de personas han sido arrestadas
o suspendidas del trabajo. Muchos artistas, académicos e intelectuales han
dejado Turquía para vivir en Alemania, los Países Bajos o Francia.
"Tenemos
nuestras ideas", la escritora Gaye Boralioglu no se resigna.
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Gaye
Boralioglu decidió quedarse. "Sí, algunos de nosotros están en la cárcel,
muchos han perdido sus trabajos y otros se han tenido que exiliar. Pero no nos
damos por vencidos. Tenemos nuestros valores y nuestras ideas… seguiremos
escribiendo", afirma. "No queremos que nuestros hijos aprendan lo que
sucedió en este país a través de libros de historia censurados, sino de
nuestras historias y libros".
Mantener
el parque, sí; usarlo para
protestas políticas, no.
El Parque Gezi hoy día.
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En poco
más de cuatro semanas habrá elecciones en Turquía. El presidente Erdogan quiere
ser confirmado en el cargo. Si gana la votación, los profundos cambios
constitucionales que consiguió aprobar por referéndum el año pasado entrarán en
vigor. Turquía se convertiría en un sistema presidencial y Erdogan, en un jefe
de Estado con poderes casi ilimitados. No está claro si la oposición logrará
detenerlo. La escritora Gaye Boralioglu no ha perdido la esperanza. "Gezi
fue un sueño: se trataba de la dignidad humana. Una vez vivimos ese sueño, ¿por
qué no hacerlo de nuevo?".