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Para emigrantes de Bangladesh, no hay como estar en casa

Por Rafiqul
Islam, IPS, 10 abril 2018

Muchos
bangladesíes que emigraron de jóvenes a Europa, Australia o Estados Unidos,
desde la norteña región de Rangpur, ahora regresan en su madurez e invierten en
su país.
Golam
Sarwar Habib se fue de Bangladesh a Bélgica en 1991, tras graduarse a los 27
años. Ahora es dueño del centro comercial que se ve en la fotografía, en
Rangpur, entre otras inversiones. Crédito: Rafiqul Islam Sarker/IPS

RANGPUR,
Bangladesh – Con mucha conexión con sus familiares y su cultura, los emigrantes
suelen regresar a su país a pesar de haber obtenido una segunda ciudadanía.
Para ellos, la emigración es una cuestión económica, y por eso cuando les va
bien, vuelven a su país.
 

Muchos
están muy bien económicamente y pueden invertir en Rangpur o en Daca, como es
el caso de Rakibuzzaman y Golam Sarwar Habib, entrevistados por IPS.
Los dos
emigraron de jóvenes a Bélgica y ahora regresaron a Bangladesh.
Rakibuzzaman,
de 54 años y originario de Senpara, en la ciudad de Rangpur, 330 kilómetros al
norte de Daca, es dueño de un gran restaurante y de una tienda de ropa en el
barrio de Dhap.
Pero
cuando recién llegó a Bélgica la pasó mal lejos de su familia. Al ser el
tercero de seis hermanos, Raki se crió en una familia extensa.
Su padre
era un inspector de policía y él terminó la secundaria en la escuela en
Rangpur, en 1982. Desde niño, soñó con ir a Europa para hacer dinero.
“Ir a un
país europeo no era tan difícil en los 90 como es ahora”, comentó en diálogo
con IPS.
De
Bangladesh se fue a Alemania en 1986 con una visa de visita y se quedó un año.
Luego se mudó a Bélgica y trabajó en una fábrica química en la noroccidental
ciudad portuaria de Ghent durante casi cuatro años.
“Tener un
negocio me resultó más rentable que el empleo en Ghent y entonces abrí una
tienda en la ciudad, que tuve durante 17 años”, relató.
“Difícilmente
pasaba un día en Bélgica sin pensar en mis dulces recuerdos de Bangladesh”,
apuntó.
“No
teníamos conexión telefónica con mi casa en Bangladesh y la comunicación con
mis familiares desde Bélgica era muy escasa. Podía hablar con mi mamá por
teléfono una sola vez por semana”, recordó.
Su mamá
esperaba ansiosa la llamada de su hijo en la casa de un vecino todos los fines
de semana.
Siempre
quería tener noticias de su país, pero en Bélgica no había diarios
bangladesíes.
Las
autoridades belgas le dieron la ciudadanía cuatro años después de haber
llegado. Y una vez que obtuvo su pasaporte, volvió a Bangladesh para visitar a
sus padres y otros familiares.
“No puedo
explicar lo que sentí el día que llegué desde Bélgica en 1996. Al llegar al
aeropuerto de Saidpur, deseé poder besar el suelo”, añadió Rakib.
“Me quedé
un mes, y la alegría de mi familia fue inmensa. Fue un mes de fiesta. En cuanto
me fui, sintieron un profundo pesar. Para mí también fue difícil dejar
Bangladesh. Pero a pesar del dolor, nunca perdí de vista lo que era mi vida en
Bélgica”, apuntó.
Rakib no
pudo enterrar a su padre ni a su madre en Rangpur, los que fallecieron con 10
años de diferencia, en ambos casos llegó después.
En
Bangladesh, como en muchos países musulmanes, los fieles tienen que enterrar a
sus muertos en las primeras 24 horas. Y la culpa lo persigue hasta hoy.
“Mi hermana
mayor, abogada en un tribunal de Rangpur, también murió mientras estaba en
Bélgica. Tampoco pude ir al funeral porque entonces tenía mucho trabajo en
Ghent”, añadió.
En 1998,
se casó con Momotaz Zaman, también de Rangpur, y logró que viajara a Bélgica tres
meses después. Ahora tienen dos hijos, Sayeduzzaman Rayan y Raina, que si bien
nacieron en Bélgica, se criaron en Bangladesh.
“Mi hijo
terminó el nivel A con la mejor nota en tres materias en la Escuela
Internacional Noroccidental, con el método inglés, del British Council, este
año, y la niña, Raina, hace el nivel O”, explicó.
El varón
ahora busca una universidad en Europa para ir a estudiar.
“Mi deseo
es que regresen a Bangladesh después de obtener un título, porque Bangladesh
mejoró económicamente”, destacó.
“Si el
gobierno mantiene el crecimiento nacional como ahora, se convertirá en un país
rico en los próximos 20 años”, observó
“Ahora
necesitamos buenas políticas y una buena gobernanza”, subrayó.
Según la
Organización Internacional de las Migraciones (OIM), unas 500.000 personas
emigran de Bangladesh al año.
Las
remesas de los trabajadores emigrantes contribuyen a entre siete y ocho por
ciento del producto interno bruto, un aporte significativo para el crecimiento
y el desarrollo del país.
Un
estudio de la OIM, concluyó en 2016 que solo 31 por ciento de los emigrantes
consiguen un empleo calificado, pues la mayoría no tienen capacitación, y muy
pocos tienen habilidades reconocidas en los países anfitriones.
Según la
OIM, la Política Nacional de Desarrollo de Capacidades, de Bangladesh, de 2011,
atendió muchos de esos problemas haciendo que los institutos de capacitación
tuvieran una oferta orientada al mercado con calidad, evaluaciones
estandarizadas y certificaciones, además de adoptar un Marco Nacional de
Calificaciones Vocacionales y Técnicas, con niveles claros, que se traducen en
calificaciones reconocidas en los países anfitriones.
Por su
parte, Golam Sarwar Habib, de 56 años y originario de Khalipara, en Rangpur, se
fue en 1991, tras graduarse de la universidad a los 27 años, directo a Bélgica.
“Al
principio y durante casi cinco años hice trabajos raros”, relató. “Luego puse
un negocio en Ghent”, prosiguió.
Habib se
casó con una belga a los 35 años y obtuvo la ciudadanía por estar casado con
una ciudadana belga. Tiene dos hijos, pero no quiso revelar sus nombres.
“Mi
esposa y mis dos hijos visitan seguido Bangladesh, pero no se quedan más de dos
semanas seguidas”, relató.
Habib
compró un centro comercial llamado Complejo Empresarial Jahaj en 2007, ubicado
en medio de Rangpur, con 120 comercios en sus tres pisos, y vive de la renta
del alquiler de las tiendas.
“El
centro comercial no es rentable en comparación con la inversión. Pero me
mantiene ocupado cuando vengo a Bangladesh”, explicó.
Habib
pasa seis meses en Bangladesh todos los años y los otros seis en Bélgica, donde
todavía tiene su negocio.
“La
tecnología de la información avanzó tanto que puedo supervisar mi negocio en
Bélgica desde Bangladesh”, apuntó.
Al igual
que Rakib, Habib comentó que el bienestar de sus padres y el de su familia es
muy importante, y también le entristece profundamente cuando fallece un ser
querido y él no está en su país.