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La UE congela temporalmente las medidas de ayuda a Grecia

14 Diciembre 2016


A la Comisión Europea, al Eurogrupo y al Mede, el fondo europeo de rescate, no les ha gustado nada la decisión del presidente griego, Alexis Tsipras, de anunciar de forma unilateral y sin preaviso una serie de medidas de ayuda para los pensionistas, incluyendo una paga extra con un coste de más de 600 millones de euros. Algo que, con los acuerdos que están en vigor, no puede hacer. Por ello, la junta de directores del Mede ha decidido congelar temporalmente las “medidas de alivio sobre la deuda” preparadas y aprobadas por el Eurogrupo.

En un comunicado, el portavoz del Eurogrupo, Michael Reijns, ha indicado esta tarde que “las instituciones han concluido que las acciones del Gobierno griego parecen no estar en línea con lo acordado”. En consecuencia, y dado que “no hay unanimidad entre los Estados Miembros para implementar las medidas a corto plazo sobre la deuda” que ya fueron aprobadas, se mantiene todo en el aire. Los ministros de Finanzas, explica Reijns, “quedan a la espera de ver el informe completo de las instituciones en enero”.

Las últimas semanas, y en particular los últimos días, han sido muy tensos entre Atenas, Bruselas, Luxemburgo y Washington. Las diferencias entre la postura del FMI, sus objetivos y previsiones choca de lleno con la de las instituciones europeas. Hasta el punto de que el Fondo publicó un post en su blog hace apenas dos días justificando su posición y criticando a sus colegas en los rescates. La respuesta del Mede, fría, instaba a sus colaboradores a “volver a la práctica de conducir las negociaciones con el Gobierno de Atenas en privado”.

La institución norteamericana no se cree que Grecia puede obtener el superávit fiscal del 3,5 que pide Bruselas, y siempre ha pedido medidas mucho más drásticas sobre la deuda. Y simultáneamente, garantías absolutas, con legislación inmediata, de que se hará lo necesario para cumplir lo prometido. La posición europea es diferente: nada de quitas, pero más flexibilidad con la legislación. La divergencia es enorme, hasta el punto de que el FMI no ha entrado formalmente en el Tercer Programa de rescate. Ni Atenas ni muchos en Bruselas de hecho quieren que lo haga, pero Alemania sigue considerando que es una opción no negociable.

A pesar de los enfrentamientos, una vez más, las acciones helenas parecen unir a todos. Está en marcha, con visita de los hombres de negro incluida a Atenas, la segunda revisión del Programa de hasta 86.000 millones de euros aprobado en el verano de 2015, y del que ya se han desembolsado hasta 32.000 millones. Debería haber terminado ya, pero está siendo extremadamente complicada.

Los acreedores europeos no están dispuestos a una quita nominal de la deuda, pero en el último Eurogrupo volvieron a anunciar que se retrasarían los vencimientos de los pagos. El 9 de diciembre, la Comisión lamentó en público que Tsipras hiciera promesas sobre cómo usar recursos públicos disponibles gracias al superávit, pues el Memorando de Entendimiento del tercer programa estipula claramente que toda decisión debe ser consultada por adelantado. Y nada molesta más a los funcionarios de la Troika que enterarse por la prensa de las novedades.

Desde el verano del año pasado ha habido muchos desencuentros y retrasos. Las instituciones han lamentado que Tsipras y su ministro Tsakalotos han ido muy despacio, con retrasos de hasta ocho meses en la aplicación de medidas y legislación obligatoria. Pero nunca se había llegado a un punto de tensión como el actual, con la junta de gobernadores del Mede teniendo que reunirse para estudiar el siguiente paso.

El Gobierno griego ha llamado esta tarde a la calma, indicando que la congelación temporal anunciada se debe a que las Instituciones europeas (antes conocidas como Troika) han solicitado a Atenas información precisa sobre los anuncios y los planes de Tsipras. Pero eso no ha impedido que la Bolsa helena caiga hasta un 3%.

El Eurogrupo decidió el pasado día 5 aprobar un paquete de alivio de deuda cuyo objetivo es reducir el monto de la misma en hasta 20 puntos del PIB de aquí a 2060. Y tres días después Tsipras prometió esa paga extra, y retoques en el IVA. Todo con un coste de más de 617 millones de euros y sabiendo que supone un desafío directo, quizás buscando apoyos y base ante una posible convocatoria de elecciones anticipadas.

En Bruselas, la interpretación que manejan algunos embajadores es que Alemania ha querido añadir presión a Tsipras horas antes de que coja un avión a través del Mede y el Eurogrupo. El primer ministro acudirá a la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del jueves en la capital comunitaria, pero además tiene prevista una reunión con Angela Merkel en Berlín el viernes. 

Alemania está muy descontenta con Tsipras y los avisos del ministro Schäuble se han multiplicado en las últimas semanas. Hace poco el escenario base de los analistas es que la segunda revisión del programa se cerraría en poco tiempo y se descartaban elecciones, pero ahora mismo las apuestas empiezan a ir en otra dirección.