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Una persona, un voto para Israel-Palestina

Gideon Levy 29/01/2020
El plan de paz para Oriente Medio de la administración Trump aporta buenas y malas noticias.

Pondrá el último clavo en el ataúd de ese cadáver ambulante conocido bajo el nombre de solución de dos Estados – esa es la buena noticia. También se creará una nueva realidad en la que el derecho internacional, las resoluciones de la comunidad internacional y, sobre todo, las instituciones internacionales no tienen ningún sentido.

Editato da Fausto Giudice
Llenos de la esperanza de que el Presidente usamericano nos insufle en su gran misericordia, comencemos con la buena nueva. Una vez que su propuesta se haga pública, nadie podrá nunca más volver a hablar con seriedad de la solución de dos Estados. Probablemente nunca vio la luz del día, pero ahora ella está claramente muerta. No hay un Estado palestino y nunca lo habrá.
El descaro de USAmerica de apoyar la anexión israelí ahora y la creación de un Estado palestino sólo “en el futuro” – como si la cuestión candente fuera la anexión, y no la ocupación – es sólo un adorno para el ataúd. La Autoridad Palestina, la Unión Europea, las Naciones Unidas, el establishment judío y la izquierda sionista ya no podrán evocar esta opción sin ridiculizarse completamente.
¿Cómo los países europeos se atreverían a mencionar la solución de dos Estados sin deshonrarse ? ¿Cómo la izquierda sionista se atrevería a hablar de la creación de un Estado palestino? ¿Dónde exactamente? Entre Belén y Beit Ummar, con la monstruosidad del bloque anexado de Gush Etzion en el centro? Entre Jerusalén-este y Jericó, con la gran colonia de Ma’aleh Adumim en el medio? Un Liliput* palestino, una Mini-Palestina, un parque en miniatura con las maquetas de edificios y personas a escala reducida en una demostración grotesca de una solución justa.
El Valle del Jordán y la mayoría de las colonias de Cisjordania están bajo la soberanía israelí, los palestinos están seguros de que no tendrín ningún Estado, semi Estado, municipio o barrio para gobernar. Nada más que una colonia penitenciaria. El Valle del Jordán y la mayoría de las colonias siendo anexadas, Donald Trump hará oficial la creación del Estado de apartheid que se conocería con el nombre de Estado de Israel. Lo que Herzl comenzó en Basilea, Trump lo terminó en Washington.
A partir de ahora, será imposible dejar que la comunidad internacional, en particular el pretencioso y el llamado buscador del bien, seguir haciendo promesas en vano sobre la solución de los dos Estados. Esto no existe. Nunca lo hubo. Nunca lo habrá. Si la comunidad internacional, y con ella la Autoridad Palestina, esperan un día resolver el problema palestino, sólo hay un camino a seguir: el establecimiento de la democracia entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán. No queda nada más.
Europa, que se ha transformado en un bozal de las críticas de la ocupación, debe adoptar un nuevo lenguaje, el de la igualdad de derechos. El mundo tiene dos opciones: puede reconocer el apartheid o puede apoyar la solución del Estado democrático único. Europa no puede seguir abrazando a Israel y hablando de “valores comunes” con un Estado que practica oficialmente el apartheid. Por último, tendrá que recordar cómo se comportó con el predecesor de ese Estado, Sudáfrica, y cómo Europa y una variante del movimiento de boicot, desinversión y sanciones condujeron a la caída de ese régimen.
El Presidente palestino Mahmoud Abbas y la AP también tendrán que despedirse del sueño. Se ha dejado de lado. Fue reemplazado por otro sueño, y tendrán que asumirlo, hablar su idioma y trabajar para hacerlo realidad: será eso o bien ceder al apartheid a cambio del puñado de dólares prometidos por los USAmericanos. Es lo mismo para Israel, por supuesto. Su sueño, un Estado judío, también se ha dejado de lado. El sionismo ha terminado. Habéis guardado silencio, habéis apoyado, habéis ignorado. Ahora hay que lidiar con ello.
Sin embargo, las noticias de Trump y la capitulación del mundo son mucho más amenazadoras. Trump no sólo crea un nuevo Israel, sino también un nuevo mundo. Un mundo sin derecho internacional, sin respeto por las resoluciones internacionales, sin siquiera la apariencia de justicia. Un mundo en el que el yerno del Presidente usamericano es más poderoso que la Asamblea General de las Naciones Unidas. Si las colonias son autorizadas, todo está permitido.
Lo que se ha ganado con la fuerza militar brutal sólo se liberará por la fuerza. En el mundo de Trump y de la derecha israelí, no hay lugar para los débiles. Ellos no tienen ningún derecho.
Désormais, c’est une personne, une voix : la voix unique de Trump (et Benjamin Netanyahou), ou le vote égal de chaque personne vivant en Israël-Palestine.
De ahora en adelante, es una persona, un voto: la voz única de Trump (y Benyamín Netanyahu), o el voto igual de cada persona que vive en Israel-Palestina.
Europeos, palestinos e israelíes: ha llegado el momento de elegir entre los dos.
NdlT
* Liliput es una isla imaginaria, en “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift, escrito en 1721. Situado en el Océano Índico, al sur de Australia, Liliput está habitado por los liliputienses, hombres de seis pulgadas de altura (menos de quince centímetros). Liliput está constantemente en guerra con Blefuscu, una isla vecina. Esta isla está en el origen del adjetivo liliputiense.