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Argentina: un proyecto popular, democrático y latinoamericanista

José Cruz Campagnoli 10/11/2019
El escenario político abierto en Argentina, y que repercutirá en la región, es producto de fortalezas internas del movimiento popular como de profundos fracasos del espacio ideológico que pretendió llegar para quedarse, pero sólo permaneció cuatro años.

El último 27 de octubre la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández derrotó en primera vuelta al binomio Mauricio Macri – Miguel Pichetto por más de dos millones de votos y una diferencia porcentual que en el escrutinio definitivo podría estirarse hasta 10 puntos o más.
Estamos ante un escenario inédito. Nunca un ciclo neoliberal fue tan corto en la Argentina (cuatro años); nunca la vuelta de un gobierno popular fue tan repentina. Por primera vez la derecha es el paréntesis histórico entre dos gobiernos populares; también por primera vez, un un presidente que se presenta a su reelección es derrotado.
Apostillas de la elección
El resultado de las PASO (Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) del 11 de agosto provocó un shock en la escudería de Cambiemos, que impulsó una intensa campaña para atraer a votantes asustados con el regreso del kirchnerismo. Por ello la primera vuelta, del 27 de octubre, terminó operando como un balotaje para el electorado del oficialismo. Así, ante el resultado demoledor de las PASO, Cambiemos apeló a una sensibilidad antikirchnerista/antiperonista que posibilitó aumentar su caudal de votos a casi 40%, lo que no impidió, de todas maneras, una amplia derrota sin necesidad de segunda vuelta.
El antimacrismo fue el eje aglutinante que propició la constitución del Frente de Todos y la capacidad de Cristina la llave maestra que, con su jugada estratégica, habilitó la conformación de una coalición que pudo unir a la inmensa mayoría de los dirigentes del peronismo y a todo el campo popular.
El Frente de Todos no fue solo la contracara del ajuste perpetrado por el Gobierno de Macri, sino que también ofreció una propuesta que expresaba novedad, frescura y esperanza. Podemos decir, entonces, que la clave de la disputa electoral finalmente se dio en el plano de las antinomias, un antimacrismo robustecido y esperanzador versus un antikirchnerismo fatigado que hizo su mayor esfuerzo por tener una derrota digna.
Fue una decisión magistral de Cristina Fernández de Kirchner el no encabezar la fórmula presidencial, así como también descartar de plano las invitaciones de sectores aliados a retirarse a cuarteles de invierno con el argumento que ella era un obstáculo para triunfar en las urnas. No encabezar el binomio presidencial pero, a su vez, integrar la fórmula, logró que su potencia electoral se vea reflejada en las urnas y también evitó que el equipo de campaña de Macri pudiera instalar con éxito el clivaje kirchnerismo/antikirchnerismo como organizador de la elección.
El antimacrismo como antineoliberalismo