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Brasil : selva arrasada Bolsonaro contra la Amazonia

Marcelo Aguilar 28/08/2019
En plena cruzada para aumentar su frontera agrícola y minera, Brasil arde con más de mil incendios por día.

Al fuerte aumento de la deforestación en lo que va de su mandato, Bolsonaro respondió echando al director del organismo que alertó de la situación. Su política ambiental genera resistencias incluso en la bancada ruralista y dificulta las relaciones diplomáticas brasileñas.

El cielo paulista se oscureció de repente, y las tres de la tarde se hicieron las tres de la madrugada. A miles de quilómetros de la metrópolis, vastas extensiones de la selva amazónica ardían desde hacía más de diez días. Hasta hoy arden. La señal del 19 de agosto fue clara: la destrucción de la Amazonia nos afecta a todos. La cantidad de queimadas, como se conoce a las quemas de extensiones de selva para convertirlas en áreas de cultivo, es la mayor registrada por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (Inpe, por su sigla en portugués). Sólo en agosto y hasta el martes 20 se constataron 23 mil focos de incendio en la Amazonia, más de mil por día. Desde enero, son más de 53 mil. La cantidad de incendios y la llegada de un frente frío sería la causa del desplazamiento de las cenizas hasta San Pablo.
En el norte, en el estado de Pará, estancieros promovieron el “Día del fuego”, el pasado sábado 10. Según dijo al diario local Folha do Progresso uno de los organizadores, la idea era “mostrarle al presidente que queremos trabajar y la única forma es deforestando. Para limpiar nuestras pasturas es (necesario) el fuego”. Según el Inpe, en esa región los focos aumentaron 300 por ciento con relación al día anterior. Jair Bolsonaro se desmarcó y levantó la sospecha de que podían ser incendios criminales promovidos por “oenegeros”, en respuesta a los recortes del gobierno en los fondos de preservación de la Amazonia. Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente y candidata a la presidencia en la última elección por el partido Rede, escribió: “La Amazonia está siendo quemada por una mezcla de ignorancia e intereses truculentos. El gobierno está inaugurando un tiempo de delincuencia libre, en el que se puede agredir la naturaleza y las comunidades sin miedo de punición”. Y quizás ahí esté el punto central. Los efectos de estas queimadas pueden ser gravísimos y su alcance, todavía incierto. Pero más grave aún es el contexto en el que se encuadran.