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Condenan a 36 años a un hostelero de Vigo por abusos sexuales a 16 menores

ELISA LOIS 2 MAY 2019
La Fiscalía pidió 54 años para el acusado Carlos Viéitez, alías Papuchi, y 120 las acusaciones.

“Perversa conducta sexual”. Así califica la sentencia de la sección quinta de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, la conducta del hostelero Carlos Viéitez, de 43 años, apodado Papuchi, al que ha condenado a 36 años de prisión por abusos sexuales a 16 menores. Aunque él mantuvo su inocencia durante el juicio que se celebró en febrero a puerta cerrada y renunció a llegar a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía, el fallo ha dado absoluta credibilidad al testimonio de los menores que lo denunciaron y ha desmontado los argumentos del acusado.
La sentencia contra la que cabe recurso, también considera probados los delitos de exhibicionismo, provocación sexual y exhibición pornográfica, y concluye que entre 2015 y 2017 el acusado utilizó su restaurante de comida italiana, muy popular entre la gente joven, y su yate, para atraer a los menores de los que abusó de forma continuada. También invitaba a los adolescentes a ver sesiones de cine porno en su apartamento, los iba a recoger al colegio y a dos de ellos los llevó a un club de alterne.
La Fiscalía, que ha calificado de “depredador sexual” al acusado, pedía 54 años de cárcel y una de las acusaciones particulares personadas en el procedimiento planteaba más de 120. Su abogado, sin embargo, pidió la libre absolución para el hostelero.
Relata la sentencia que a los menores “les ofrecía consumiciones de comida y bebida gratis en su establecimiento ya citado, invitándolos a su domicilio donde podían ver partidos de fútbol o escuchar música y les permitía que consumieran bebidas alcohólicas”. El documento detalla, además que “paseaba a los menores en los coches que venía utilizando, un Maserati y un Mercedes, para llevarlos a partidos de fútbol del equipo del Celta de Vigo”.
Dice el tribunal que el acusado “asumía un comportamiento de adolescente” y utilizaba las redes sociales para enviar fotos de alto contenido erótico y sexual. “Con la intención de satisfacer sus desviados instintos sexuales, y con la finalidad siempre de conseguir contactos sexuales con los menores, les mostraba vídeos de pornografía de adultos, para conseguir que se excitasen, animando a los menores presentes a que se masturbasen, haciéndolo el acusado con ellos, organizando concursos (que llamaba “competis”), que suponía que el primero que eyaculase le invitaba a una copa o a una cena”, recoge la sentencia.
El fallo incluye hasta 18 testimonios que detallan “idéntico comportamiento” por parte del acusado a la hora de cometer los abusos. El tribunal destaca el “comportamiento sexual inaceptable del acusado, así como la propia inexperiencia de los menores de edad y la posición de dominio que consiguió el acusado sobre ellas”.