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El riesgo de informar sobre la mafia italiana: periodistas amenazados y con escolta

Ismael
Monzón, El Español, 3 mayo, 2018 01:24

Cartas
con proyectiles, palizas… Hasta 3.000 periodistas son perseguidos por hablar
de los negocios de la mafia, según un reciente informe.
Roberto
Saviano, autor del libro Gomorra, es un periodista
que vive amenazado por La
Camorra.

Paolo
Borrometi reparte besos y abrazos a quienes apenas conoce. Es uno de esos
sicilianos con un concepto elevado de la generosidad, que agradece
reiteradamente el apoyo recibido. “Grazie, bello”, repite entre sonrisas a cada
uno de sus colegas que le insuflan ánimo, ya que lo peor siempre es “sentirse
solo”. Porque pese a convivir con las amenazas desde hace años y haberse
exiliado de manera forzosa en Roma, en las últimas semanas volvió a nacer.
A
principios de abril un juez de Catania ordenó el arresto de cuatro mafiosos que
planeaban su asesinato. En varias llamadas intervenidas por la Justicia, se
escucha decir a un capo del territorio: “Debemos golpear a éste, ‘bum’ al suelo;
debemos golpear a este otro, ‘bum’ al suelo. Como en los años noventa, cuando
no se podía ni salir a la calle. ¿Sabes qué te digo? De vez en cuando, un
muerto sirve para que se calmen todos”. Y para tranquilizar a Paolo Borrometi
le tenían preparada una bomba que debía explotar al paso de su vehículo.
Su pecado
había sido publicar los negocios ilegales del crimen organizado en la región
siciliana de Ragusa. El último apunta al pago por el que los famosos tomates
locales habían obtenido el sello de denominación de origen. “Yo no hago
periodismo de investigación, simplemente soy periodista. Es decir, le pongo
nombre y cara a lo que todo el mundo allí sabía que ocurría, pero de lo que
nadie quería hablar”, relata.
Sus
reportajes sobre el fenómeno llamado “agromafia” –la irrupción de la
criminalidad organizada en la producción agrícola- se pueden encontrar en el
modesto sitio web www.laspia.it. Ni siquiera
cuenta con el respaldo de un gran medio, por lo que la vulnerabilidad es mayor.
“No ha habido un solo día que no haya pasado miedo”, insiste, aunque no duda en
que lo volvería a hacer.
 
Periodistas
con escolta
Ya hace
cuatro años comenzó a recibir cartas con proyectiles. Hasta que un día varios
encapuchados le dieron una paliza de la que aún sufre secuelas en la espalda y
le advirtieron de que “era sólo el primer aviso”. Desde entonces le acompaña
siempre un escolta, que espera paciente a que termine la entrevista. “Ya ves
que he seguido haciendo lo que hacía y que sigo aquí, por lo que sólo puedo
pensar que hemos ganado”, sentencia.
Habla en
primera persona de plural para referirse “al Estado”. Abandonó Sicilia por Roma, vio cercenada su
libertad, pero gracias a la intervención judicial superó un intento de
atentado. Remarca que no es “ningún héroe”, sino uno de los 19 periodistas que
viven con escolta en Italia. Según distintas asociaciones de prensa, la
situación ha empeorado en los últimos años.
Así lo
revela el presidente de la Federación Nacional de Prensa Italiana, Giuseppe
Giulietti, quien matiza que “hay que relativizar porque desde la Segunda Guerra
Mundial han muerto 27 informadores en Italia”. Sin embargo, recientemente la
violencia contra estos “se ha incrementado”. Además de los 19 periodistas
escoltados, sus datos destapan que existen otros 190 periodistas a los que se
les han facilitado medidas de protección más leves. “Las agresiones se han
extendido hacia quienes se encargan de temas relacionados con la extrema
derecha o la inmigración”, añade Giulietti. Aunque la mafia sigue siendo la
principal enemiga del periodista en Italia.
En 2013,
la reportera del diario La Repubblica Federica Angeli investigaba los negocios
de varios clanes mafiosos en Ostia, en el litoral de Roma, cuando presenció por
casualidad un tiroteo entre ellos. “El líder comenzó a gritar que el
espectáculo había terminado y todos los vecinos se metieron en sus casas y
cerraron las persianas”, recuerda Angeli. La mafia no es un fenómeno único de
Sicilia y el sur de Italia, también existe a las puertas de la capital. Todos
callaron, mientras la periodista se fue directa a comisaría y siguió
investigando.
Desde
entonces hasta que acudió al tribunal penal de Roma para declarar contra varios
miembros del clan Spada, a los que se acusa por asociación mafiosa, han pasado
1.736 días. Una cuenta que no ha olvidado, el tiempo que ha vivido escoltada.
“Soy madre de tres hijos, al pequeño también lo han llegado a amenazar. Pero después
de acudir a juicio me siento libre”, recalca la informadora.
Como
Paolo, para Federica la soledad es dura. “En algunas ocasiones han llegado a
insinuar que podía estar colaborando con la mafia y con uno de esos rumores que
se extienden de forma absurda, se crea una deslegitimación tremenda”, sostiene.
Sin embargo, se convocaron manifestaciones de apoyo en la ciudad de Ostia y la
respuesta fue siempre positiva. Como también ocurrió tras la agresión a un
reportero de la RAI al que otro presunto líder mafioso le rompió la nariz de un
cabezazo mientras trataba de documentar la situación en esta zona de la costa
romana.
Desde la Federación
Nacional de Prensa Italiana se han propuesto acompañar a los periodistas
amenazados a los tribunales cuando tienen que declarar, presentarse como parte
civil en los procesos y alentar a otros colegas a retomar las investigaciones
por las que otros han sufrido episodios de este tipo. El Ministerio del
Interior lanzó hace algunos meses un observatorio independiente –al margen del
color político del Gobierno- para investigar estos casos, que según Giuseppe
Giulietti “está funcionando correctamente”.
El
observatorio Oxígeno para la Libertad, una institución creada por distintas
organizaciones de reporteros italianos, revela que desde 2006 se han producido más
de 3.600 amenazas a informadores, una tendencia que ha ido casi siempre al
alza. También el último informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF) alerta de los
peligros de investigar una red mafiosa en Italia, aunque en su clasificación
sobre la libertad de prensa, este país ha escalado seis puestos hasta el número
46 de un total de 180.
RSF llama
la atención sobre el “odio al periodismo”, que no sólo afecta a los gobiernos
autoritarios sino también a las democracias. Y en su informe recuerda que en
los últimos meses han sido asesinados en Europa la maltesa Daphne Caruana
Galizia
y el eslovaco Ján Kuciak.
En ambos casos se investiga la más que probable colaboración de la mafia
italiana. Les sonará el nombre de Roberto Saviano, autor del libro Gomorra,
aunque hay otros tantos como él trabajando en este país.