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ETA prepara su última función

COPE, 22
de abril de 2018

La
organización terrorista ETA afronta, tras su declaración
de reconocimiento del daño causado,
 su última función, el punto
final definitivo a casi 60 años de trayectoria en la que ha dejado un negro
legado de más de 800 personas asesinadas.
Rafael
Herrero, EFE
Este
lunes en un hotel del centro de la localidad vascofrancesa de Bayona, se
darán a conocer los primeros detalles de la última escenificación de una
ETA que, para la mayoría de los vascos, dejó de existir el 20 de octubre de
2011, cuando anunció que no volvería a matar.
En el
Hotel Le Bayonne comparecerán  miembros del llamado Grupo
Internacional de Contacto (GIC), la asociación vascofrancesa Bake Bidea y
el Foro Social Permanente, quienes explicarán los detalles de un “acto
internacional” que se celebrará en la capital labortana previsiblemente el
día 4 de mayo, un día antes de que ETA oficialice definitivamente su decisión
de poner punto final a su existencia.
Los tres
convocantes han ejercido en los últimos años como albañiles que han alisado las
pistas de aterrizaje que ETA ha empleado para dotar de cierta solemnidad cada
uno de los hitos de su declive, desde la Conferencia de Aiete en octubre de
2011 hasta el “Día del desarme” del pasado 8 de abril de 2017.
Fuentes
conocedoras de este proceso han explicado a EFE que el lunes comparecerá en
Bayona, en nombre del GIC, Raymond Kendall, secretario general de Interpol
entre 1985 y 2000.
Kendall
fue el último de los cinco miembros que se incorporó al GIC, el grupo liderado
por el abogado surafricano Brian Currin, del que forman parte también el suizo
Pierre Hazan, la norirlandesa Nuala O’Loan, la londinense Silvia Casale y el
israelí Alberto Spektorowski.
Precisamente
este último explicó el pasado miércoles, en una entrevista concedida a Radio
Euskadi, que la esperada declaración de ETA será suficientemente
“clara”, aunque aún se desconoce qué términos utilizará la
organización terrorista para certificar su final.
Cabe
descartar que ETA utilice la palabra “disolución”, ya que es la que
constantemente se ha empleado desde el Gobierno y la mayoría de los partidos a
modo de exigencia, mientras que el Foro Social ha puesto sobre la mesa el
modelo DDR (desarme, desmovilización, reintegración).
Este
esquema fue diseñado por la ONU para los procesos de paz aplicados en distintos
conflictos armados en el mundo y define “desmovilización” como
“la baja oficial y controlada de los combatientes activos de las fuerzas y
grupos armados, lo que incluye una fase de reinserción en que se proporciona
asistencia a corto plazo para los excombatientes”.
No
obstante, la propia ETA ha rehusado utilizar esta terminología en el documento
de debate interno que ha manejado para decidir su final, cuyos principales
detalles fueron dados a conocer el 22 de febrero por el diario Gara.
En dicho
texto, firmado por la dirección de ETA, se habla de “final de ciclo”
y se admite que éste “ya se ha producido en gran parte” desde la
declaración del cese definitivo de la actividad terrorista en octubre de 2011.
Este
documento despejaba algunas de las principales dudas que planteaba este largo
final de la banda terrorista, como la posibilidad de que aspirase a perpetuarse
como organización civil, una opción que descarta de plano.
El texto
base del debate sostiene que ETA “no renegará de su aportación”, pese
a “estar abierta a la autocrítica”, ni la izquierda abertzale
“abjurará de sí misma”.
No lo
hizo ETA, de hecho, en el comunicado del viernes, aunque, en un tono y lenguaje
muy diferentes al de anteriores escritos, reconoció el daño causado, su
“responsabilidad directa” en el “sufrimiento desmedido”
padecido por la sociedad y pidió perdón a las víctimas “que no tenían
responsabilidad directa en el conflicto”, al tiempo que expresó respeto y
pesar por el resto.
Pero,
como le recordaron los observadores más prudentes, no llegó a admitir que todo
ese daño y sufrimiento fue injusto.