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Los estadounidenses de origen asiático creen que un título universitario de élite los protegerá de la discriminación; no es así

By Jennifer
Lee & Karthick Ramakrishnan, L.A. Times, Mar 27, 2018

La
temporada de admisión universitaria ya llegó. En las próximas semanas, millones
de estudiantes del último año de preparatoria recibirán cartas de aceptación o
rechazo; luego tendrán un tiempo para elegir a qué escuela asistir.
El
Memorial Hall, en la Universidad de Harvard. (Dina Rudick/The Boston Globe)

El
proceso de admisión a la universidad genera ansiedad para estudiantes y
alumnos, pero la angustia se intensifica particularmente entre las familias de
origen asiático. ¿La razón? Ellas son más propensas que otros grupos a creer
que asistir a una universidad de élite, preferiblemente a una de la Ivy League,
es un paso necesario para tener una carrera exitosa.

Una
investigación determinó que los asiático estadounidenses tienden a valorar de
manera desproporcionada el prestigio en lo que respecta a la educación
superior. En general, los estadounidenses de origen asiático preferirían ser
estudiantes mediocres en una de las 10 mejores universidades del país, que ser
un alumno destacado en una de las 100 mejores escuelas. Varios estudios
psicológicos muestran que los estudiantes blancos tienden a preferir lo
contrario.
Nuestra
investigación demostró que los estadounidenses de origen asiático a menudo
definen el éxito como ser el mejor alumno de la preparatoria, asistir a una
universidad de élite y tener una carrera en medicina, derecho, ciencia o
ingeniería. Y hay al menos una razón clara para el énfasis en el prestigio: las
credenciales de élite son consideradas como una salvaguarda contra la
discriminación en el mercado laboral.
La
importancia que se da al prestigio se debe, en parte, a que tantas
organizaciones de origen asiático se hayan unido a demandas contra Harvard y
otras universidades de la Ivy League por el supuesto límite a la admisión de
alumnos asiático estadounidenses. Los grupos han pedido al Departamento de
Educación y al Departamento de Justicia del país que investiguen estas
denuncias.
Pero
también hay una creciente evidencia de que esta fe en las credenciales de élite
podría ser errónea. De acuerdo con una investigación de 2015 realizada por
Business Insider, sólo un director ejecutivo de una de las 10 principales
empresas Fortune 500 obtuvo su título en una universidad de la Ivy League. Solo
el 30% de los directores ejecutivos nacidos en los Estados Unidos de las 100
principales compañías asistieron a una institución educativa de élite.
Un
informe reciente sobre la diversidad del liderazgo en las principales firmas
tecnológicas detectó que los estadounidenses de origen asiático son el grupo
racial con menos probabilidades de ser ascendidos a rangos gerenciales y
ejecutivos. Los hombres y mujeres blancos tienen el doble de probabilidades que
los asiáticos de ocupar puestos ejecutivos, y mientras que las mujeres blancas
están rompiendo el techo de cristal, las mujeres asiáticas no lo logran.
Los
estadounidenses de origen asiático también se quedan atrás en cuanto a
ingresos. Los hombres asiáticos nacidos en los Estados Unidos y que poseen
educación universitaria ganan un 8% menos que los varones blancos. Aunque es
probable que las mujeres asiáticas estadounidenses perciban lo mismo que las
trabajadoras blancas, es menos probable que desempeñen un rol directivo.
Hay al menos
dos explicaciones de por qué los estadounidenses de origen asiático parecieran
estar alcanzando el techo de su vida profesional. Después de numerosas
entrevistas con líderes corporativos concluimos que las personas de ese grupo
no suelen ser vistas como líderes y, por lo tanto, tienen menos oportunidades
de avanzar y triunfar. Parte de ello se basa en los estereotipos; los asiáticos
a menudo son considerados inteligentes, diligentes, enfocados, callados y
técnicamente competentes, rasgos que los hacen empleados deseables, pero no
líderes. Tan fuertes son estas creencias que, incluso cuando los trabajadores
asiáticos asumen riesgos creativos, los supervisores pueden preferir ascender a
otra persona.
Nuestra
investigación también indica que los asiático estadounidenses tienen menos
probabilidades que los estadounidenses blancos y negros de participar en
actividades cívicas, lo cual está estrechamente relacionado con el liderazgo
corporativo.
Según la
Encuesta de Población Actual, el 17.9% de los estadounidenses de origen
asiático participan en voluntariado, en comparación con el 26.4% de los blancos
y el 19.3% de los negros. Nuestro análisis de la Encuesta Nacional Asiática
Estadounidense de 2016 muestra que sólo el 59% de ese sector realiza
contribuciones caritativas, en comparación con el 68% de los blancos y el 65%
de los negros. Esta falta de compromiso en el ámbito extralaboral los perjudica
también en sus carreras.
A medida
que el mundo corporativo trabaja para abordar los problemas de parcialidad, los
estadounidenses de origen asiático deben considerar que lo que la gente hace en
la universidad -y después de graduarse- es un mejor predictor de éxito que el
estatus de la institución a la que eligen asistir. Al menos, esto debería
calmar la ansiedad de los estudiantes de último año de preparatoria que esperan
en estos días las decisiones de admisión de las universidades que consideran
como primera elección.