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Las iraníes se quitan el pañuelo para denunciar el ‘hiyab’ obligatorio

ÁNGELES ESPINOSA 2 FEB 2018
Desafiante, una mujer se sube a un banco o a un murete en medio de la calle, se quita el pañuelo y lo cuelga de un palo que agita en silencio.

La escena, que empieza a repetirse en Teherán y otras ciudades iraníes, es la última forma de protesta contra la obligatoriedad del velo en la República Islámica. Aunque hasta el momento se trata de gestos aislados, el mensaje constituye un reto al régimen que ha convertido la vestimenta femenina en bandera. La policía ya ha anunciado la detención de 29 mujeres por “alterar el orden social”.

Las imágenes se han hecho virales en las redes sociales, donde ya se ha etiquetado como #دختران_خیابان_انقلاب (Chicas de la calle de la Revolución, en persa). El nombre hace referencia a la céntrica avenida Enghelab, o de la Revolución, en Teherán, donde se produjo la primera denuncia el pasado 27 de enero. Aquel día Vida Movahed, de 31 años, fue detenida tras subirse a uno de esos armarios metálicos que esconden los interruptores de los semáforos o el alumbrado público, desprenderse de su pañuelo blanco y hacerlo ondear.
Es la primera vez que el régimen islámico se enfrenta a una protesta contra la obligatoriedad del velo desde su exigencia a raíz de la revolución de 1979
Para cuando al día siguiente se difundió la foto, habían estallado las protestas por la carestía de la vida y la corrupción, y se la asoció erróneamente con esas manifestaciones. En realidad, Movahed había realizado su gesto en respuesta a la campaña Miércoles Blancos, lanzada por la activista Masih Alinejad (en el exilio) y que anima a las iraníes a que ese día de la semana lleven pañuelos blancos y se los quiten para denunciar esa imposición.
Aclarado el error, Movahed, que ha permanecido un mes en prisión, se ha convertido en el último símbolo de resistencia, “una Rosa Parks iraní”, en palabras del documentalista Maziar Bahari. El pasado lunes, al día siguiente de su puesta en libertad, media docena de mujeres imitaron su protesta en la avenida Enghelab. A última hora del martes, y a pesar de la ola de frío y nieve que tiene la capital iraní semiparalizada, varias más e incluso un par de hombres la repetían. También han circulado imágenes de un caso en Isfahán y otro en Mashhad, un destacado centro religioso chií y la ciudad en la que se iniciaron a las protestas económicas; en esta segunda, una mujer cubierta con el chador (el sayón negro que va de la cabeza a los pies) defiende el derecho de las demás a no cubrirse.
El Código Penal de la República Islámica dice que una mujer que aparezca en público sin el preceptivo hiyab (un término que hace referencia no sólo al pañuelo con el que debe taparse la cabeza sino también al conjunto de la vestimenta que no debe dejar visibles más que cara y manos) se enfrenta a hasta dos meses de cárcel y a una multa de 500.000 riales (casi 11 euros). Sin embargo, a Narges Hosseini, detenida el lunes, el juez le ha impuesto una fianza de 5.000 millones de riales (unos 100.000 euros), según ha informado su abogada, Nasrin Sotudeh, lo que se interpreta como un mensaje a las activistas.
Hasta ahora la policía detenía a mujeres por “mal hiyab”, es decir, que se cubrían de forma incorrecta; las reincidentes a veces recibían una tanda de latigazos, algo que los abogados consideran ilegal porque no está codificado. Según Alinejad, 3,6 millones de mujeres fueron amonestadas por no taparse lo suficiente en 2014, el último año del que se han publicado estadísticas.
Pero es la primera vez que el régimen islámico se enfrenta a una protesta contra la obligatoriedad del velo desde su exigencia a raíz de la revolución de 1979. Primero, en 1980, se impuso en la Administración y las oficinas públicas, y a partir de 1983, se extendió a todas las mujeres en el país, incluidas las visitantes extranjeras, y sin distinción de religión. En su libro El despertar de Irán, la Nobel iraní Shirin Ebadi, recuerda que “la invitación a [ponerse e]l pañuelo fue el primer signo de que la revolución podía comerse a sus hermanas”.
“Las mujeres se han opuesto a esa imposición desde el principio, algo que puede verse en la forma en que han rechazado y redefinido el concepto de hiyab adecuado.Quienes no creen en el velo han utilizado cada oportunidad para echar hacia atrás sus pañuelos, y liberarse del hiyab a pesar de las multas y las detenciones”, explica a EL PAÍS Sussan Tahmasebi, veterana activista que en la actualidad dirige FEMENA, una organización que promueve los derechos y la paz. En su opinión, “esta lucha [contra el velo] debe verse en el marco de la más amplia que llevan a cabo las mujeres iraníes para lograr la igualdad y sus derechos”.
Incluso si el velo no parece el más grave de los problemas de las iraníes, muchas, en especial entre las más jóvenes, ven su imposición como forma intolerable de control. De ahí que pongan su abolición al frente de sus demandas de reforma social.
“Las iraníes están tomando las calles para reclamar su dignidad. Es una nueva generación de mujeres que se encuentra cómoda utilizando las redes sociales para conectar con el mundo y a las que no se derrota fácilmente”, asegura en un correo electrónico Alinejad, impulsora de los Miércoles Blancos. Para ella, “estas protestas son una herramienta educativa, otros observan y aprenden”.