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Contra la humillante prueba de virginidad en India

ÁNGEL L. MARTÍNEZ CANTERA 2 FEB 2018
Acaba la boda, pero no hay tiempo para fotos felices. Empieza la humillación.

Ambos son llamados ante el consejo de la casta. Un grupo de venerables ancianos se sienta en círculo ante los recién casados y sus familias, e interrogan a la novia acerca de posibles enfermedades contagiosas. Minutos más tarde, la pareja es enviada a una habitación mientras el panchayat (líder de la comunidad) se reúne con las familias; que le pagan una forzosa donación. Empieza el ritual. Unas mujeres desnudan a la novia, otras se aseguran de que no tiene ninguna herida en el cuerpo y esconden cualquier elemento punzante con el que pueda falsear la prueba. Sábanas escrupulosamente limpias sobre el lecho conyugal donde la novia se deja llevar tan pronto como entra su esposo. Fuera, miembros de la familia esperan a que terminen de consumar el acto.

“Algunos ofrecen material pornográfico y alcohol al novio para inspirarse”, cuenta Vivek Tamaichekar, de 25 años. “La presión es tremenda para los dos. Si el chico no puede hacerlo esa noche, repiten el ritual al día siguiente. Así, hasta tres veces. Le declaran impotente frente a su familia y su comunidad si no consigue tener sexo”, concluye este estudiante de máster en Ciencias Sociales de Bombay. Pero la humillación no ha hecho más que empezar. Vivek Tamaichekar cuenta cómo, cuando tenía 10 años, una prima suya fue insultada ante cientos de personas y apaleada en privado cuando descubrieron que las sábanas no estaban manchadas de sangre. “Impura. Impura. Impura, tiene que gritar el novio”.
Vivek Tamaichekar pertenece a la casta Kanjarbhat y quiere cambiar la tradición goon de su comunidad. Solo hay unos 50.000 miembros en Maharastra, el estado de Bombay donde Vivek se crio y vive ahora. Con orígenes en Rajastán, el ritual nace de los gitanos nómadas —de ahí las similitudes con la prueba del pañuelo del pueblo romaní europeo— pero hay más de un millón de miembros de la comunidad practicando el ritual por toda India (aunque con diferente nombre dependiendo del estado).
“Hace unos años que me propuse acabar con esta práctica humillante. He sufrido la discriminación de mi familia, pero estoy contento de la respuesta de la gente”, explica Vivek. En octubre del año pasado y junto con su prima Priyanka, crearon un grupo de WhatsApp al que llamaron Stop the V-ritual [Parar el ritual V (por virginidad)]. Medio centenar de jóvenes de la misma comunidad se han unido a su lucha en esa y otras redes sociales.
La reacción espontánea de los jóvenes de esta comunidad ha tenido respuesta. Desde finales de año, reciben ayuda de la organización experta en la denuncia de prácticas supersticiosas, Blind Faith Eradication Committee (Comité para la Eliminación de Creencias Ciegas). Los más de 15.000 miembros de este grupo con presencia en varias regiones indias, llevan años luchando contra prácticas atávicas como los asesinatos de honor. En 2016, consiguieron que el estado de Maharashtra se convirtiese el primero en India en aprobar una ley para perseguirtales prácticas. La Ley para la Prohibición del Boicot permite la denuncia y persecución de los líderes locales que las promuevan. “Hemos registrado 19 casos ante las autoridades policiales y no vamos a parar hasta que eliminar todas y cada una de estas tradiciones que empañan nuestra cultura”, explica Krishna Changude, de 44 años, miembro de la organización desde hace décadas.
Por su parte, Vivek y el grupo de jóvenes no cesa en su lucha por intentar cambiar la tradición de su comunidad. No solo conciencian a los suyos en las redes sociales, sino que organizan encuentros para boicotear estas prácticas y marchas con pañuelos blancos para llamar la atención de sus mayores y avergonzar a quienes la apoyan. Algunos ya han sufrido encontronazos con el núcleo duro de su comunidad. El pasado 20 de enero, una turba de medio centenar de fanáticos de la casta Kanjarbhat atacaron a tres de los jóvenes integrantes cuando asistían a una boda en Pune, a 150 kilómetros de Bombay.
“Es cuestión de tiempo y perseverancia. Una tradición de este tipo no tiene sentido en el siglo en el que estamos. Ni en India ni en ninguna parte”, sentencia Vivek. Prometido con una chica de la misma comunidad, el joven se niega a llevar a cabo el particular ritual de la virginidad, enfrentándose a su familia.