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El día que Francia se ahogó

30 Agosto 2016

La historia que convocó a Francia durante la revolución de 1789 para ser la abanderada de la Europa moderna, con sus valores fundacionales ‘liberté, égalité, fraternité’, se derrumba.

La Francia de las libertades se desvanece como una neblina en medio de la mer, la misma que cantaba Charles Trenet, la misma que ha servido para que el rostro de la islamofobia apareciese en las aguas de la Costa Azul, y se corporizase, como afirma el filósofo Santiago Alba Rico, en las instituciones, partidos políticos, clase intelectual y medios franceses.

El pasado 23 de agosto cuatro policías obligaban a una mujer musulmana a desnudarse, la sometían a un escarnio público obligándola a quitarse el burkini –una pieza de ropa que cubre todo el cuerpo excepto, las manos, los pies y la cara– en una playa de Niza, justo al lado del Paseo de los Ingleses, el lugar del atentado donde un camión arrolló a 86 personas el pasado 14 de julio, día de la Bastilla.

Niza se ha convertido en el último de los 15 municipios que han prohibido el burkini y que ha sido respaldada por los representantes del supuesto Estado democrático francés. Manuel Valls, primer ministro del país, proclamó, como ya adelantó Diagonal, que el burkini es una muestra de la “esclavitud de las mujeres”, y Sarkozy que “llevar burkini es un acto político, una provocación”

Lo que Valls ignora es, sin duda, el contexto, aunque intencionadamente lo afirma mientras se encuentra ya en campaña electoral contra Marie Le Pen y el propio Sarkozy, donde el discurso xenófobo está jugando un papel destacado. El error del primer ministro es mayúsculo e irónico cuando aplasta el laicismo propio de los Estados democráticos con su autoritarismo moral y patriarcal y autoproclama la República francesa igual que una dictadura saudí que somete a la mujer y la obliga a vestirse de una forma determinada.

Para muchas mujeres el burkini o el hiyab no es una puerta que se cierra a su libertad, sino una puerta que se abre a su voluntad religiosa, a una libre elección que debe condicionar para siempre su felicidad, pues todo aquello que a uno le priva de ser feliz significa que le priva también de ser libre.

La historia que convocó a Francia durante la Revolución Francesa para ser la abanderada de la Europa moderna, con sus valores fundacionales liberté, égalité, fraternité, se derrumba. Aquel grito de republicanos y liberales en contra de gobiernos tiránicos se vuelve en contra. Ahora Francia es la tiránica y sus víctimas son las mujeres musulmanas. Según el último informe del Colectivo Contra la Islamofobia en Francia de 2015, que publicaba eldiario.es, el 74% de los 905 incidentes antimusulmanes afectaron a mujeres.

El veto al burkini en Francia es propio de un Estado que aún no ha comprendido que el problema que tiene un país con más de 5 millones de musulmanes no es el islam, sino la islamofobia.