La corrupción como reality show y arma política en China
25 Octubre 2016
“Siempre en el camino” podría ser el título de uno de los reality shows más singulares de la reciente historia de China. Una serie de ocho programas con formato de documental pero clara intencionalidad política que se ha emitido durante todas las jornadas previas al inicio del Sexto Pleno del Comité Central del Partido Comunista de China que comenzó este lunes en Pekín y donde más de una decena de antiguos dirigentes de esta formación han reconocido públicamente los excesos que les llevaron a prisión entre lágrimas y emotivas confesiones.
Desde la pila ingente de billetes que había acumulado en su propio domicilio Wei Pengyuan, un antiguo alto cargo del Departamento de Planificación Económica -el equivalente a 35 millones de dólares, puntualizó la emisión- a los brazaletes de jade que coleccionaba Bai Enpei, el ex secretario del PC en la provincia de Yunán y su propia esposa, que llegó a exigir uno que valía 15 millones de yuanes (más de dos millones de euros), o el cocodrilo con el que fue agasajado Zhang Jianjin, otro antiguo dirigente de una firma farmacéutica, por un empresario deseoso de conseguir el beneplácito del funcionario.”
Tenía muy buena pinta. Debió ser muy cara y tuvo que pedirla con anticipación”, aseguró el reo en referencia al festín.
Según la producción apadrinada por la CCTV oficial y el Comité Central de Inspección Disciplinaria del PCC, liderado Wang Qishan, el ex secretario de la formación política en la provincia de Hebei, Zhou Benshun, tenía tanta devoción por sus mascotas que contrató una empleada del hogar para cuidar sólo de ellas y, cuando se murió una de sus tortugas, organizó todo un ritual budista -él, que debía ser ateo como el PCC- para enterrarla.
También apareció Su Tiezhi, el hijo del ex secretario del PC de la provincia de Jiangxi, Su Rong, que no dudó en denunciar a su propio padre en el mejor estilo de la Revolución Cultural.
Y frente a este decálogo interminable de corruptelas, el presidente Xi Jinping era descrito como un personaje de maneras sobrias y un mensaje preclaro: “Hay que mantener un sable afilado contra la corrupción”.
Todos los analistas políticos coinciden en que la serie ha sido una peculiar antesala para “dar impulso” la reunión del Comité Central, en palabras de Zhuang Deshui, un experto de la Universidad de Pekín.”
Sirve de vínculo entre el pasado y el futuro: resume los logros contra la corrupción desde 2012 [cuando Xi Jinping accedió a su cargo] e incide en los esfuerzos futuros del Partido para reforzar la disciplina”, añadió en el diario GlobaTimes.”
La humillación pública de estos altos cargos incide en la determinación de Xi Jinping de consagrar su campaña contra la corrupción, subordinar a las élites a la línea del partido y desalentar a todos los adversarios políticos que pudieran pensar en desafiarle”, escribió el diario South China Morning Post.
Bajo este marchamo, una de las principales incógnitas que aborda la reunión de la cúpula del PCC consiste en saber si Xi Jinping será capaz de flexibilizar la costumbre no oficial que establece que el retiro de los dirigentes de esta agrupación está fijada en los 68 años y permitir así la continuidad en su puesto de su mano derecha y el número dos de facto de China, el citado Wang Qishan, que sobrepasa ya ese límite en un año.
Wang se ha convertido en la cabeza visible de la ofensiva de Xi Jinping contra los malos usos en el interior del PCC, llegando a investigar a un millón de personas, según datos que ofrecía ayer el aparato de propaganda oficial, ha arrestado a más de 100 altos cargos de la talla de Zhou Yongkang o Bo Xilai, y ha convertido a sus “inspectores” en una guardia pretoriana temida por todas las instancias del sistema.
Una circunstancia ideal para reforzar el control de Xi Jinping, ya que los expertos advierten que Wang Qishan ha apadrinado también la nueva regulación de conducta para los miembros de esta formación que debería aprobarse durante la convocatoria de cuatro días y que pondrá su énfasis en un poder unificado bajo una figura a la que se pretende denominar “el núcleo” del PCC, y que -por supuesto- no podría ser otro que el actual líder chino.
El pasado día 18, una publicación oficial, La Tribuna Popular, sugería que China necesita un “líder” fuerte al estilo de Mao Zedong y que Xi Jinping era la persona ideal para detentar dicha posición, algo que no tendría precedente en la historia del país comunista desde la desaparición de Deng Xiaoping.
Toda una ironía porque las normas internas del PCC se establecieron tras la muerte del apodado ‘timonel’ de la revolución para impedir precisamente que se repitieran los excesos de una figura con tanto poder.Pero el péndulo político parece girar de nuevo en el escenario chino y el mismo Diario del Pueblo exigía este lunes “una dirigencia energética, lista para guiar a China hacia un nuevo inicio”.