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👩 DÍA DE LA MUJER_ Iria Marañón: «Debemos fomentar que los niños varones jueguen con muñecas, casitas y cocinitas»

Javier Becerra, La Voz de Galicia,  07/03/2018

En su
libro «Educar en el feminismo» plantea la ruptura total de los roles sexuales
para educar en la igualdad

Niñas
rosas, con muñecas, cocinitas y princesas. Niños azules, con barcos piratas,
fútbol y superhéroes. Iria Marañón (Madrid, 1976) considera que los caminos del
estereotipo están perfectamente trazados. Y que coartan la libertad. Para su
ruptura considera que hay que actuar cuando antes. Las claves las plantea en Educar
en el feminismo.
En su
libro parece estar muy claro cómo hay que educar en casa, pero no queda tan
claro cómo responder en el contexto social en el que conviven luego los niños.
Le pongo un ejemplo: unos padres visten a su hijo con una camiseta rosa, pero
el niño llega al colegio y se burlan de él. ¿Se hace esa pregunta?
Tienes
toda la razón, en el sentido de que si solo educamos en el feminismo en casa,
luego nuestras niñas y nuestros niños van a ver que en la sociedad están
haciendo palanca constantemente. Mi propuesta es para educar en casa y para los
educadores, pero en realidad es una propuesta de educar a la sociedad para que
cambien las cosas. Mi idea es que si educamos en el feminismo a los niños y las
niñas hoy, tanto en casa como en los centros educativos, y la sociedad empieza
a hacer esfuerzos por hacerlo así, el día de mañana es bastante probable que
puedan tomar decisiones para cambiar leyes y transformar realmente el sistema.
Lo podríamos hacer ahora. Nos ahorraríamos mucho tiempo y lo podríamos
disfrutar ya. Pero, como veo que no sucede, creo que tendríamos que empezar con
nuestras niñas y nuestros niños a ver si logramos un futuro mejor y que sean ellos
los que cambien totalmente el sistema.
¿Es el
primer síntoma machista hacerle los agujeros para los pendientes a una niña
bebé?
 
Es uno
de tantos otros símbolos que le van a decir a una niña qué posición ocupa en
una sociedad. No solo es ponerle pendientes, sino todo lo que lleva asociado en
un sistema patriarcal. A esa niña le diremos que se porte como una señorita.
Tendrá referentes de mujeres sumisas. Aprenderá, de manera inconsciente, a ser
complaciente. Llegará un momento en el que se dé cuenta de que es una ciudadana
de segunda. Todo eso la va a llevar a una serie de desigualdades: a sufrir
brecha salarial y falta de acceso a puestos de poder y responsabilidad, menos
espacio público, verbal, físico y político. Y, además, va a soportar la violencia
machista. Los agujeros en las orejas no son nada sin el contexto. Y ese
contexto dice: «Prepárate, porque esto es ser niña».
¿En qué
momento se ponen cosas como esta sobre la mesa, haciendo estas relaciones entre
un hecho aparentemente inofensivo y unas consecuencias tan penosas?
En el
movimiento feminista se lleva diciendo toda la vida, no es nada nuevo. Lo que
pasa es que en el 2017 ha habido un repunte que ha visibilizado un montón de
cosas. Creo que estamos empezando a hacer autocrítica. Ahora se habla más por
eso. Cualquier cosa que estamos haciendo con las niñas y las niños, en la que
los estamos poniendo en dos escenarios muy distintos, se cuestiona. En
realidad, esto ha pasado siempre. Ahora se ve más porque estamos más
sensibilizadas. 
Hace
mucho hincapié en el mundo Disney. ¿Es malo para los niños vivir su infancia en
ese universo? 
Yo hablo
de los estereotipos en las películas de Disney y otras, no solo las de Disney.
Si nos remontamos a nuestra infancia, a títulos como Cenicienta, La Sirenita o Blancanieves,
vemos cómo ese tipo de películas lanzan un mensaje según el cual la mujer solo
puede ser dos cosas: sumisa y complaciente o una bruja. No hay en ninguna
película de Disney anterior a Brave (2012) un referente de una mujer que sea
diferente. En ese sentido, sí que es perjudicial. Les están diciendo que las
mujeres somos o princesas obedientes o madrastras malvadas. Y no, las mujeres
somos muy diversas. Hay muchas formas de ser mujer. Yo pido diversidad en los
referentes que puedan tener las niñas y los niños. Tanto ellas como ellos
tienen que saber que las mujeres pueden ser de muchas formas diferentes.  
Habla
de contextualizar. Entiendo que no está a favor de que se prohíban ciertas
películas o ciertos libros, pero sí de la necesidad de explicarlos.
Exacto.
Yo no hablo de prohibir absolutamente nada, pero sí de formarlas con mucho
criterio, para que ellas mismas se den cuenta y detecten en dónde están los
comportamientos machistas y sexistas en lo que están viendo. Vivimos en un
sistema patriarcal que favorece al varón y eso hay que saber detectarlo.
¿Le
gustaría que no sonase el reguetón en la radio? 
Insisto:
no soy de prohibir nada, pero el reguetón fomenta unos mitos del amor romántico
e incluso de violencia machista. Yo nunca les podría a mis hijas reguetón para
bailar. Cada uno es libre de hacerlo, pero tiene que saber que las letras de
esas canciones les están mandando mensajes a nuestras niñas y nuestros niños.
Por lo menos, que tengan criterio a la hora de escucharlo. Que digan que esas
cosas que se dicen no se las creen o que tengan consciencia de que son
barbaridades.
¿Se debe
promover que un niño juegue con muñecas?
Sí,
rotundamente sí. Tenemos que tener en cuenta que el juego es el modo que tienen
las niñas y los niños de practicar lo que quieren ser en el mundo adulto.
Debemos fomentar que los niños varones jueguen con muñecas, casitas y
cocinitas. De lo contrario, cuando ese niño llegue a ser un adulto va a ser un
hombre que no se va a implicar en las tareas del cuidado del hogar o de los
niños, ya que es algo completamente ajeno a él. Hasta ese momento no es algo
que haya estado en su vida. Sin embargo, si educamos a los niños no solamente a
jugar con muñecas o casitas, sino a involucrarnos en las tareas de la casa
todo cambia. Que vean que para que funcionen las cosas alguien tienen que hacer
la comida, alguien tiene que limpiar y alguien tiene que cuidar. Eso es tan
importante como cualquier otra cosa. Eso lo tienen que hacer también los niños
y los hombres.
¿Y
animar a las niñas a que jueguen con coches o al fútbol?
También.
La ruptura tiene que ser por los dos lados: niñas y niños. Si las niñas solo
juegan con muñecas y cocinitas, a maquillarse, hacer abalorios y pulseritas, lo
que hacen es no salir de su estereotipo. Luego no les pidamos a esas niñas que
en el futuro tengan ambiciones profesionales, ambiciones aventureras y que sean
libres. No se lo estamos fomentando en su época de juego. Luego se cortocircuitan.
Llega un momento en el que le dicen que tiene que ser una gran profesional.
“¿Cómo? Primera noticia. Yo llevo jugando a las casitas y las muñecas toda mi
vida”, dirá. Con los niños ocurre lo mismo. Le dices que tiene que asumir las
tareas de casa y el cuidado de los niños y te dice: “¿Yo? Pero si eso no lo he
hecho jamás”. Ese tipo de cosas son importantes. Romperlas nos hace más libres
a todos.
¿Hacen
mal unos padres si le pintan la habitación a su hijo de azul y a su niña de
rosa?
Solamente
pintando la habitación de rosa o azul no están haciendo nada, ni bueno ni malo.
Eso es como todo. Necesita un contexto. Si tú le pintas de rosa la habitación a
la niña, pero le das referencias de mujeres fuertes, la incitas a que juegue
con cosas que se salen de su rol y rompes estereotipos, no pasa nada. Es el
conjunto de todos los roles, no uno solo. Si te gusta pintar una habitación de
rosa, solamente, pues no pasa nada.
«No
necesitamos igualdad, lo que necesitamos es feminismo»
 

En el
libro Marañón se hace mención a un estudio. Dice que las niñas a los 6 años se
sienten menos inteligentes que los niños. «Es del 2011. Evidenció que esas
niñas ya habían interiorizado qué lugar ocupaban en la sociedad. Cuando les
preguntaban por condiciones de personas especialmente inteligentes se las
otorgaban siempre a los varones. Eso significa que todos los roles que esa niña
ha recibido desde los cero hasta los seis ha permeado completamente en ella y
ya tiene completamente  asumido cuál es su lugar en el mundo. Esto es muy
perturbador y muy desolador. Esto indica que tenemos que romper con los
estereotipos mucho antes, para que algo así no ocurra», explica. 
¿Estamos
cerca de la primera generación de niños y niñas iguales?
Ojalá,
pero tal y como se está educando ahora, no. En las familias creemos que estamos
educando en igualdad, pero no se está llevando a cabo de forma correcta. Creo
que si nos podemos ahora, puede ser que sea la primera generación de niños y
niñas educados en igualdad. Pero tal y como se hace, no.
¿Queda,
bajo una apariencia no machista, un poso inconsciente que impide que se pueda
hacer?
Sí,
la sociedad tienen tan asumido el machismo que no lo ve. Por ejemplo, los
estudios que evidencian que los niños ocupan más espacio que las niñas en los
patios de colegio. Los niños ocupan la parte central jugando a la pelota y las
niñas se van a los laterales. Algo como esto, si no te lo explica un estudio
que ha evidenciado que esto ocurre de forma sistemático, a lo mejor nosotros no
nos damos cuenta. Si no conocemos los estudios que señalan que los niños y los
hombres ocupan más espacio verbal que las niñas seguramente nosotros no nos
daríamos cuenta, porque tenemos tan asumido el machismo y al sistema patriarcal
que nos somos conscientes de las diferencias.   
Una
mucho el término neomachismo. ¿Qué es?
Hoy
nadie le dice a una mujer que su lugar está en la cocina. Eso está muy mal
visto. Pero hay otros machismos. Por ejemplo, cuando se dice: «Ni machismo ni
feminismo, lo que necesitamos es igualdad». La persona que dice esto le está
restando valor al movimiento feminista y sería neomachista. Porque no
necesitamos igualdad, lo que necesitamos es feminismo, un movimiento que
corrija las injusticias. También hay muchos negacionistas de la violencia
machista, personas que dicen que no es un problema sistémico, como sí lo es.
Luego están los hombres que son contrarios a las cuotas para tener
igualdad, la única forma en que los países más avanzados la han logrado. Eso
nunca ocurrió de forma espontánea, sino por cuotas. Es un síntoma claro de
neomachismo.
Dice:
«Si no eres feminista, eres machista». ¿Así de tajante?
Sí,
suena muy tajante, pero es la realidad. El feminismo es la única solución al
machismo. No es que sea lo contrario. El machismo es opresión y el feminismo,
justicia y libertad.

Dice que
los hombres pueden ser aliados en la causa feminista, pero no protagonismo. ¿Su
libro no sirve para hombres?

Es para
hombres y mujeres, porque los hombres tienen que estar implicados en el
feminismo. Pero a la hora de liderar el movimiento tienen que ser las mujeres
porque es un tema de mujeres. En la lucha contra el racismo tienen que liderar
esa lucha personas racializadas, no vamos a ir la supremacía blanca a liderar
sus protestas. Así le volveríamos a quitar su espacio. El feminismo reclama su
espacio también. El hombre puede estar a nuestro lado, porque luchamos por
cosas que también le beneficia a él. Yo el libro lo he escrito dirigido a
hombres también.
¿Está la
sociedad en un punto de inflexión? ¿Hay un antes y un después desde el 2017?
Yo
creo que sí. El 2017, con Women’s March contra las política de Trump, arrancó
un año que ha visibilizado el movimiento feminista. Han salido a la opinión
pública cosas que han hecho que mucha gente se haya sensibilizado con el tema.
Sí que quiero pensar que es un punto de inflexión en el feminismo y en
plantearse y repensar todo el sistema patriarcal. Esperemos que de aquí salga
bueno.