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Marruecos usa nuevos métodos de represión para silenciar a periodistas del Sáhara Occidental

Xavier Aldekoa 14/02/2020
La policía trata de humillar a activistas detenidas colgando fotos personales sacadas de su móvil.

Usan videocámaras viejas y teléfonos móviles para alzar la voz desde el desierto y gritar basta. Jugándose el tipo, graban las manifestaciones desde lugares escondidos y denuncian en las redes sociales los actos de represión policial marroquí. Cuando son descubiertos, pagan un alto precio: torturas, detenciones, acoso, calumnias, sabotajes tecnológicos y abultadas penas de cárcel. Los activistas del Équipe Média, una agencia de prensa clandestina fundada en el 2009 por una veintena de jóvenes saharauis, se han erigido en la punta de lanza de quienes buscan romper el bloqueo informativo que Marruecos ejerce en el Sáhara Occidental y que castiga a quien dispute su soberanía sobre el territorio.
En conversación telefónica con este diario, Ahmed Ettanji, presidente de Équipe Média, denuncia desde El Aaiún una atmósfera irrespirable. “Queremos explicar lo que nos están haciendo. Cualquier voz que reivindica los derechos del Sáhara es castigada y reprimida duramente. Hay una falta absoluta de libertad”.
La oenegé estadounidense Freedom House califica de “no libre” la situación en el Sáhara Occidental
Abandonado por España en 1975 tras más de un siglo de colonización y ocupado desde entonces por Marruecos, el Sáhara Occidental se ha convertido en un territorio sin medios libres, como denuncian organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF), que el año pasado publicó el primer estudio sobre el asunto, titulado Sáhara Occidental: un desierto para el periodismo . Pero la notable repercusión del trabajo de RSF no ha cambiado las cosas; al revés: periodistas y activistas saharauis en zona ocupada denuncian un recrudecimiento de los castigos por parte de Rabat. “Marruecos –explica Ettanji—, oficialmente ignoró el informe de RSF, pero en el terreno ha aumentado la represión. Nunca han parado, pero ahora hay incluso más presión, agresiones y detenciones”.
Edith R. Cachera, autora del informe, que es además corresponsal y relatora de RSF en España, señala un cambio de táctica de Marruecos para silenciar a quienes piden la autodeterminación del Sáhara Occidental, un territorio dividido entre las zonas ocupadas por Marruecos, las controladas por el Frente Polisario y los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Además de penas de cárcel, de varios años o cortas pero constantes, Cachera observa que las autoridades marroquíes han cambiado los métodos de represión hacia más ataques a nivel personal. “Marruecos ha pasado de castigar con la cárcel, algo que aún ocurre, a mancillar la vida privada, calumniar, sacar informaciones falsas en redes sociales y otro tipo de hostigamiento como hacer perder el trabajo al entorno de los periodistas saharauis, especialmente si son funcionarios, forzando su despido o boicoteando sus negocios”. En el caso de las mujeres activistas, denuncia que se han dado casos, también en zonas no saharauis, en que la policía ha publicado fotos personales extraídas de los móviles de las detenidas para calumniarlas en las redes sociales y ante su propia comunidad.
No es sólo RSF quien ha alzado la voz. La oenegé estadounidense Freedom House califica de “no libre” la situación en el Sáhara Occidental, con una puntuación de sólo 4 sobre 100 puntos, y denuncia que los medios y periodistas prosaharauis se enfrentan a “un hostigamiento constante”, “a la suspensión de su actividad” o “a posibles bloqueos”.
Las Naciones Unidas también han mostrado su preocupación ante la deriva marroquí. El pasado 7 de enero, el grupo de trabajo sobre detenciones arbitrarias de la ONU advirtió oficialmente a Marruecos por el encarcelamiento del periodista saharaui Ualid Batal. El documento de la ONU pedía una investigación de Marruecos ante la brutal detención hace menos de un año del activista, quien sufrió, según el texto, “una agresiva violencia policial y tortura” y fue “obligado a firmar confesiones posteriormente usadas contra él en el juicio”. En un vídeo grabado por otro activista en el momento de su captura se ve cómo varios hombres vestidos de civil sacan por la ventana de un coche al activista, le tiran al suelo y le propinan una tremenda paliza con palos, patadas y puñetazos. El noviembre pasado, Batal fue condenado a dos años de prisión acusado de “agredir a oficiales públicos y posesión de armas”.