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Entrevista al ‘faraón catalán’, Mohamed Ali: “Tengo miedo de que el entorno de Al Sissi envíe un sicario a matarme”

Cristina Mas – Ricard González Samaranch 30/10/2019
El constructor egipcio que vive en Barcelona denunció la corrupción del ejército de su país.

Mohamed Ali (El Cairo, 1974) es un constructor que ha pasado 15 años levantando palacios y hoteles de lujo para la cúpula militar de Egipto. En agosto pasado decidió exiliarse a Barcelona y denunciar la corrupción del régimen del mariscal Abdel Fatah Al-Sissi, del que él mismo se había beneficiado durante años, en una serie de vídeos que se hicieron virales. La denuncia que los militares viven en la opulencia derrochando millones de las arcas públicas en un país donde un tercio de la población es pobre desencadenó una inédita ola de indignación en Egipto. Ocho años después de la revolución de la plaza Tahrir, que terminó con tres décadas de dictadura de Hosni Mubarak, los pasados 20 y 27 de septiembre miles de egipcios volvieron a salir a las calles de El Cairo y otras ciudades del país, siguiendo la llamada que Mohamed Ali había lanzado a través de Facebook desde Cataluña. Por eso le llaman el faraón catalán. El desafío al régimen terminó con una represión generalizada: unos 4.300 detenidos. El constructor, que también es actor, asegura que teme por su vida. Explica sus motivos al ARA, en la primera entrevista publicada por un medio español.
Después de trabajar 15 años para el ejército, ¿por qué decidió denunciar la corrupción de la cúpula militar en Egipto?
Cuando Abdel Fatah al Sissi fue nombrado ministro de Defensa me encargaron construirle un palacio. Era el 2012 y en las calles empezaba a haber tensiones fuertes [entre islamistas y laicos], y me sorprendió mucho que con aquella situación tan crítica en el país, él se preocupara por los detalles de la obra. Él mismo estaba encima y su mujer y sus hijos se dedicaban a malgastar el dinero público pidiendo todo tipo de lujos. Hablamos de un palacio de cuatro plantas, con 600 metros cuadrados cada una y una cocina que parecía la de un hotel de lujo, con ocho alas privadas con suites y una zona infantil con piscina. Nos transmitían los deseos de cada uno de los miembros de la familia de Al Sissi a través de una arquitecta, que era quien escogía también los proveedores, a los que teníamos que pagar por encima del precio del mercado. En total el palacio costó entonces unos seis millones de euros.
¿Cómo funciona el entramado de corrupción?
La asignación de las obras se hace a dedo, sin concurso público: “Tú, hazme un palacio”. No hay contratos ni firmas: te lo pagan todo en mano, y aproximadamente la mitad en negro. Un arquitecto militar está a cargo de cada uno de los complejos residenciales y cada uno se lleva una comisión, que puede llegar hasta el 15% del coste de la obra. Y no puedes decir que no, porque si no pagas la comisión no tienes la firma necesaria para hacer la obra. Para el hotel Triumph pagué un 1,5% de los 110 millones de euros que costaba la obra sólo para conseguir la firma de un militar. Y no hay problema, porque todo el sobrecoste corre a cargo del presupuesto del ministerio de Defensa [que en Egipto es secreto].
¿Usted se considera un activista político?
Soy un ciudadano de Egipto, apolítico. Mi familia nunca ha tenido ninguna participación política. En 2011 cuando había las protestas en Tahrir pensaba que aquello no iba conmigo, yo me dedicaba a la construcción y hacer películas. Luego vinieron las elecciones, y me di cuenta de que en Egipto no hay política: las decisiones las toman unas pocas o a veces una única persona, y yo estaba muy cerca de esta gente, de esta entidad paralela del estado que es la industria militar. Antes de publicar el primer vídeo no tenía ningún contacto con ningún grupo de la oposición. Ahora me apoyan todos, de revolucionarios a liberales y hasta los Hermanos Musulmanes. De hecho, después de los dos primeros vídeos el régimen hackeó mi página de Facebook y fueron otros opositores quienes me abrieron una nueva. El objetivo es convertir Egipto en un país democrático y que esté al nivel de Europa: después volveré a hacer obras y películas.
Precisamente usted mismo construyó un centro de vigilancia electrónica de la disidencia
Me encargaron un edificio de 6 o 7 plantas, que tenía una infraestructura informática fuera de lo normal. Tenía financiación de los Emiratos Árabes Unidos. La ironía es que después el régimen ha actuado contra mí mismo.
Hace seis meses nadie sabía en Egipto quién era Mohamed Alí. ¿Cómo explica que ganara tanta popularidad tan rápidamente y que tanta gente viera sus videos?
Porque la gente sabe que yo digo la verdad y también porque he sufrido la injusticia en mi propia piel. A mí los militares me deben 12 millones de euros. Así tienen controlados a los constructores: no cobras una obra hasta que te endeudas con la siguiente.
Al-Sissi no ha negado las acusaciones: todo lo contrario, se ha jactado en público de construir palacios presidenciales.
Es que no lo puede negar: los palacios están allí y todo el mundo los puede ver. Y las redes están llenas de fotos tomadas desde fuera y desde dentro, los dormitorios, los jacuzzis de super lujo. Me alegro de que Al-Sissi lo reconozca. Hay un refrán árabe que dice que no hay peor desgracia que la que te hace reír.
Usted impulsó con sus vídeos las protestas del 20 y el 27 de septiembre, que se acabaron con una represión masiva. Hay al menos 4.000 detenidos. ¿Valía la pena?
Tengo informaciones que hablan de al menos ocho mil detenidos. Yo no me arrepiento por haber llamado a los egipcios a salir a la calle. Pero lamento que haya tanta gente en la cárcel. Incluso un presentador de televisión pro-régimen dijo, citando fuentes judiciales, que los que compartan mis vídeos o lleven en el móvil el logotipo de nuestra revolución de los jóvenes se expone a una multa de hasta tres millones de liras egipcias [unos 160.000 euros]. Para mí todo esto es un aprendizaje.
¿Y ahora cuál es el plan?
Yo y mucha gente estamos preparando un plan, que pasa por nuevas formas de movilización que garanticen la integridad física de la gente que protesta. No todo han de ser manifestaciones. Esto lo revelaremos en cuestión de dos o tres semanas.
Usted que conoce el ejército egipcio desde dentro, ¿es un bloque tan monolítico como parece o hay divisiones internas?
Ya hace tiempo que está fracturado, sobre todo en las capas medias y bajas. Sólo la cúpula es sólida. Y está formada por gente cercana a Al-Sissi, varios son familiares directos. Saben que si entre ellos hay división, caen todos.
¿Por qué optó por Cataluña para emitir desde aquí sus videos? No estaría más protegido en otro país?
La primera vez que pisé Europa fue en un viaje a Barcelona, en 2014, para rodar una película sobre la inmigración clandestina. Cuando decidí salir de Egipto, pensé en ir a Alemania y luego a Holanda. Pero tengo cinco hijos y el clima de Barcelona es mejor. Hace un año y medio compré una casa en Cabrera de Mar y conseguí la residencia permanente como inversor.
¿Se siente amenazado?
Estoy seguro de que las autoridades españolas no me deportarán, porque aquí se respetan los derechos humanos. De lo que sí tengo miedo que es que alguien cercano a Al-Sissi envíe in sicario a matarme. Intento evitar las multitudes, vigilo donde voy y trato de no exponerme.
¿Alguna autoridad egipcia ha puesto en contacto con usted?
Después de publicar el primer vídeo me contactó una persona anónima que me dijo que el presidente Al-Sissi sabía lo que estaba haciendo y que me pagarían la deuda si borraba el vídeo de las redes. Me ofrecieron una cita en la embajada de Madrid pero ni se me pasó por la cabeza ir. Después, recibí amenazas por teléfono diciéndome que me arrancarían la cabeza, y corté el contacto.
El pasado junio presentó un proyecto para construir una gran pirámide de cristal en las tres chimeneas de Sant Adrià del Besós. ¿En qué punto se encuentra?
Es un proyecto que empecé antes de la difusión de los vídeos. Iba bien encaminado: tenía el apoyo de los vecinos y de las administraciones competentes. Ahora lo he aparcado debido a mi situación, pero lo quiero retomar pronto. La zona es muy buena para un equipamiento de ocio y de formación.