¿Qué significa ser víctima de la esclavitud moderna?
teleSUR 23 AGOSTO 2019 |
El trabajo forzoso en el contexto doméstico, en la industria de la construcción y la agricultura, así como la explotación sexual siguen siendo formas comunes de esclavitud moderna.
Hombres, mujeres y niños en todo el mundo son obligados a trabajar en sitios de construcción, en tiendas, en granjas o en casas como empleadas domésticas. La esclavitud moderna implica robar el trabajo de millones de personas para que otros obtengan ganancias. Esto significa despojar a las víctimas de participar plenamente en la vida política y económica de nuestra sociedad y, por ende, de sus derechos humanos. Así lo describió el director del Centro para la Investigación de Políticas de la Universidad de las Naciones Unidas, James Cockayne, en entrevista para teleSUR.
Cockayne aseveró que actualmente toda forma de esclavitud moderna es ilegal, pero seguimos viendo estas prácticas en todos los países del mundo. Sin embargo, poco a poco la sociedad ha empezado a entender el costo que tiene la esclavitud para toda la humanidad y su sustentabilidad.
“Cada vez entendemos más que al mantener a millones de personas fuera de la plena participación en la vida política y económica, perdemos el impacto positivo que traerían a la actividad económica y al incremento del desarrollo social”, explicó.
La esclavitud no fue abolida, evolucionó
“La esclavitud moderna es un término utilizado para describir una serie de delitos y violaciones de las normas legales, todo lo cual implica tratar a otra persona como si fuera propiedad”, detalló Cockayne.
El investigador de Naciones Unidas indicó que si bien la esclavitud tradicional fue abolida, en la actualidad persisten formas de explotación como trabajo forzoso, explotación sexual para fines comerciales y matrimonio forzoso “en el que una persona se comporta como si la otra persona es su propiedad”.
En este sentido, el trabajo forzoso en la agricultura y el tráfico de personas para la explotación tienen a menudo a migrantes como víctimas, indicó Cockayne.
Cifras de la esclavitud moderna
De acuerdo a la “Estimación mundial sobre la esclavitud moderna: Trabajo forzoso y matrimonio forzoso”, hasta 2016 había alrededor de 40,3 millones de personas sometidas a la esclavitud moderna, es decir, 5,4 víctimas por cada 1.000 personas en todo el mundo. Asimismo, 1 de cada 4 son niños.
La cifra incluye 24,9 millones de personas en trabajo forzoso, de las cuales 16 millones son explotadas en el trabajo doméstico, la industria de la construcción o la agricultura. Mientras que 4,8 millones son víctimas de la explotación sexual forzosa y otras 4 millones se encuentran en situación de trabajo forzoso impuesto por el Estado.
Además, las niñas y mujeres son especialmente vulnerables, pues ellas representan el 99 por ciento de las víctimas en la industria sexual comercial y el 58 por ciento en otros sectores. A esto se añade que hay 15,4 millones de víctimas del matrimonio forzoso.
La ONU publicó un mapa interactivo para conocer la prevalencia de la esclavitud moderna en todas las regiones del mundo. Para explorar el mapa entra aquí.
Esclavitud en la cadena de suministro y valor
La esclavitud moderna a menudo tiene lugar en las cadenas de suministro y de valor nacionales e internacionales de las empresas, dijo Cockayne. Esto ocurre porque todo tipo de productos, como computadoras, teléfonos, ropa, cosméticos y hasta alimentos, están siendo fabricados por personas sometidas a trabajo forzoso en todos los rincones del planeta, utilizando materias primas que son extraídas por más víctimas de la esclavitud moderna.
Los países en vías de desarrollo suelen ser los lugares donde se halla mano de obra barata. Luego, estos bienes y servicios son trasladados a países desarrollados para su consumo. De esta forma, la esclavitud moderna se convierte en una consecuencia del actual sistema económico globalizado. Es aquí donde el rol de las empresas adquiere gran importancia.
Cockayne aseveró que las empresas tienen la obligación de identificar los riesgos en sus cadenas de suministro y valor para evitar que sus productos sean creados e importados con mano de obra esclava. Pero también es esencial que se compromentan a eliminar esos riesgos. “No es suficiente simplemente alejarse del riesgo, porque si una empresa encuentra el riesgo de esclavitud moderna y termina la relación con el proveedor, el proveedor encontrará a otro cliente”, explicó.
Pese a las altas cifras de esclavitud moderna, el investigador de la Universidad de Naciones Unidas considera que la ciudadanía, los gobiernos y el sector corporativo cada vez prestan más atención a los derechos humanos y buscan eliminar los riesgos para las personas de quedar atrapadas en la esclavitud moderna.
Por otro lado, Cockayne aseveró que los consumidores también pueden ayudar. El primer paso es “simplemente generar consciencia sobre el tema y comprender cómo el sistema en el que todos participamos continúa apoyando la esclavitud moderna”.
El segundo paso es revisar las opciones de consumo. “Cuando se compra un par de jeans, preguntarse de dónde proviene el algodón y si hubo trabajo infantil implicado en la producción”. Esta manera de ver el mundo como consumidores puede resultar abrumadora, admitió Cockayne, pero el propósito es pensar en el origen y fabricación de todo lo que damos por sentado, de forma que empecemos a batallar contra la esclavitud moderna.
Alianza 8.7, unión contra la esclavitud
“Hace aproximadamente cuatro años, todos los países del mundo se comprometieron con la Agenda 2030 y esta incluye una lista de 17 objetivos de desarrollo sostenible y uno de esos objetivos, el número ocho, es sobre el trabajo decente para todos, el cual incluye la Meta 8.7, que se centra en adoptar medidas efectivas para terminar con la esclavitud moderna para 2030”, relató Cockayne.
Así nació la Alianza 8.7, una hermandad global cuyo propósito se concentra en lograr cumplir la Meta 8.7, la cual establece lo siguiente: “Tomar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos, y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldado y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.”
Cocakyne, quien también es directo del proyecto Delta 8.7, la plataforma de conocimiento de la Alianza 8.7., especificó que se trata de “un grupo de todos los actores que están trabajando para abordar la esclavitud moderna”, junto a países, sociedad civil, sindicatos y empresas.
Además de la Alianza 8.7, las Naciones Unidas cuenta con diversas agencias como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que aborda la adopción de leyes y programas contra el trabajo forzoso; el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), “que se enfoca en los riesgos para los niños, la trata y el trabajo infantil, todo lo cual cae bajo la esclavitud moderna”. Mientras que la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se concentra en los problemas de la trata de personas, especialmente a través de las fronteras.
La esclavitud moderna no tiene solución a corto plazo y tampoco depende únicamente de políticas gubernamentales. Se trata de una lucha que requiere la acción de todos los sectores de la sociedad, incluidos los consumidores, que pueden convertirse en agentes de cambios.