El hispanicidio masivo de El Paso y la viralidad* del mal
Andrew Marantz 07/08/2019 |
Poco después de las 10 de la mañana del sábado, se publicó un documento sin firmar en 8chan, un sitio que se describe a sí mismo como “el más oscuro de los sitios web”.
Tradotto da María Piedad Ossaba
Editato da Fausto Giudice
El autor parecía ser un hombre blanco de 21 años de edad originario de los alrededores de Dallas, Texas, que acababa de llegar en automóvil a El Paso, la ciudad fronteriza, después de nueve horas en la carretera. Según el documento, el joven se inspiró en el tiroteo de maza en Christchurch, Nueva Zelanda, el pasado mes de marzo. En Texas, su objetivo era asesinar a tantos civiles hispanos como fuera posible. Llevaba un fusil de asalto AK-47, mató a veinte personas e hirió a otras veintiséis. Aparentemente, tenía la intención de provocar una guerra racial, o más bien, de acelerar una guerra racial que creía que ya estaba en marcha. «¡Haced vuestra parte y difundid eso, hermanos!», escribió en 8chan. «Continúen el buen combate.»
El terrorismo supremacista blanco no es nada nuevo, pero su práctica repugnante específica – francotirador, fusil de asalto, manifiesto en línea, enlace con una difusión en vivo – parece contagiosa. Trece horas después de la masacre de El Paso, un pistolero abrió fuego frente a un bar en Dayton, Ohio. Su móvil aún no está claro, pero los testigos lo han descrito como un hombre blanco de una veintena de años. El sábado, los usuarios de 8chan hicieron circular una hoja de cálculo de Google donde se enumeran algunos de estos tiroteos: fecha, lugar y número de muertos. Anders Breivik y Dylann Roof, comúnmente llamados «mártires» en 8chan, se encontraban en cabeza de lista. El francotirador de El Paso estaba en el fondo. Es difícil imaginar que esta lista no seguirá creciendo.
La conversación nacional se centrará ahora, como es debido, en el control de armas de fuego, la enfermedad mental y la práctica del Presidente de exacerbar las tensiones raciales, que ha sido una de sus preocupaciones durante décadas y que ahora parece ser su principal estrategia de reelección. Pero también hay una pregunta más específica: ¿qué podemos hacer frente al hecho de que tantos de estos terroristas -en Pittsburgh, Poway, Christchurch, El Paso- parecen encontrar su inspiración en los mismos espacios en línea? Cada asesino, en el momento presente, puede haber actuado solo, pero parece que todos han sido fervientes conversos a la misma ideología -una mezcla paranoica de ira cruda, de nacionalismo radical, de nihilismo desenfrenado y de miedo del «genocidio blanco» – que todavía se describe como «marginal», aunque se trate de un fenómeno que se acerca peligrosamente a la corriente dominante. En numerosas redes sociales que se presentan como baluartes de la « libertad de expresión», entre ellas Gab, 4chan y 8chan, esta forma de pensar es tan dominante que a menudo se da por sentada. En abril, la Anti-Defamation League (Liga Antidifamación) escribió que tales plataformas «sirven para agrupar supremacistas blancos las 24 horas del día».
¿Pueden estas plataformas simplemente cerrarse? La respuesta es complicada, pero fundamentalmente binaria: hay muchas cosas que las empresas privadas pueden hacer para censurar la palabra, pero mucho menos de lo que el gobierno puede hacer. Los USA tienen una de las protecciones más amplias del mundo en materia de libertad de expresión. Hay excepciones, como la incitación a la violencia, pero el tope para demostrar la incitación es bastante alto. En la década de 1960, un líder del Ku Klux Klan fue arrestado bajo una ley de Ohio que prohibía preconizar « el crimen, el sabotaje, la violencia o los métodos terroristas ilegales». Pero la Corte Suprema -en ese entonces, sin duda la Corte más liberal de la historia usamericana- dictaminó unánimemente que los derechos del jefe del Klan, la Primera Enmienda, habían sido violados. Este caso, Brandenburg contra Ohio, estableció la norma que aún se aplica: el gobierno sólo puede censurar un discurso si está « dirigido a la incitación o producción inminente de una acción anárquica» y « susceptible de incitar o producir tal acción». Algunos de los recientes manifiestos de los supremacistas blancos podrían responder a esta norma, y sin embargo, incluso si uno o más de ellos pudieran ser prohibidos, esto no se aplicaría necesariamente a las plataformas en las que se publican los manifiestos.
Según el artículo 230 de la Ley de la decencia de las comunicaciones, « ningún proveedor o usuario de un servicio informático interactivo será tratado como el editor o el locutor de cualquier información proporcionada por otro proveedor de contenido informativo ». En otras palabras, el propietario de un sitio no es responsable del contenido de ese sitio. En marzo, el Washington Post informó que el propietario de 8chan, Jim Watkins, un usamericano que vive en Filipinas, había «construido una fortaleza técnica para proteger a 8chan de posibles desmantelamientos». El fundador del sitio, Fredrick Brennan, que ya no trabaja en la empresa, dijo al Post que Watkins estaba « contento de perder dinero» en el sitio: « 8chan es como un barco para Jim». Un barco puede estar lleno de serpientes o explosivos, pero eso no garantiza que el gobierno esté en condiciones de incautarlo.
Sin embargo, incluso en ausencia de intervención gubernamental, hay otras presiones que se pueden ejercer. En agosto de 2017, pocos días después de las manifestaciones de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, una compañía de seguridad en línea llamada Cloudflare rompió su relación con un sitio de propaganda neonazi denominado Daily Stormer. Sin la protección de Cloudflare, el Daily Stormer sería vulnerable a ataques por denegación de servicio, lo que permitiría a los justicieros en línea de colapsar el sitio más o menos a voluntad. «Nuestras condiciones de servicio nos reservan el derecho de poner fin al uso de nuestra red a nuestra entera discreción», escribió Matthew Prince, gerente de Cloudflare, en el blog de la compañía. « Ahora que he tomado esta decisión, déjeme explicarles por qué es tan peligroso…. Sin un marco claro como guía para la regulación de contenidos, un pequeño número de empresas determinará gran parte de lo que puede y no puede estar en línea».
*NdlT
Viralidad: distribución rápida e impredecible de un contenido (textos, fotos, vídeos, enlaces, etc.) en Internet a través de retransmisiones a menudo gratuitas, sobre todo en los medios sociales1, pero también en los medios tradicionales o la publicidad. La tasa de viralidad se obtiene teniendo en cuenta el número de recomendaciones hechas por las personas o la proporción de personas a las que llega un contenido de una recomendación.