Mohamed VI exhibe su velero de 88M en plena oleada de migración marroquí
Ignacio Cembrero 19/07/2019 |
El rey Mohamed VI y su familia dan una exhibición de lujo marítimo, mientras la emigración clandestina marroquí por mar hacia España se dispara.
Eran unos cien los invitados el domingo a bordo del ‘Badis 1’, el nuevo barco del rey Mohamed VI anclado frente a la residencia real de Rincón, en la costa norte de Marruecos. El soberano había invitado a las familias pudientes de Casablanca y Rabat a la inauguración de ese velero de 70 metros de eslora, uno de los diez más grandes del mundo. Debían asistir descalzos para que las suelas negras de sus zapatos no ensuciaran la impoluta cubierta.
Estos huéspedes adinerados tuvieron que acudir dos veces a Rincón -que los marroquíes llaman M’diq en árabe y Thaghmath en tamazigt- cerca de Tetuán después de que el sábado, día previsto para la ceremonia, fueran despachados con sus mejores galas sin explicación alguna, según contó uno de los convidados. Regresaron al día siguiente y, esta vez sí, el rey estaba allí para recibirlos, acompañado por sus fieles amigos los hermanos Azaitar, tres boxeadores alemanes de origen marroquí con los que pasa la mayor parte del tiempo.
Este moderno velero, bautizado con el nombre que los marroquíes dan al Peñón de Vélez de la Gomera bajo soberanía española, ha sido el autorregalo que Mohamed VI se ha hecho con motivo del 20 aniversario de su entronización. Se añade a la goleta El Boughaz 1 -de 62 metros de eslora botada en 1930 pero restaurada-, que posee desde hace 17 años. ¿Cuánto ha pagado por él? El semanario ‘Tel Quel’ de Casablanca averiguó que su anterior propietario, el multimillonario estadounidense Bill Duker, lo puso en venta por 88 millones de dólares. El precio de la transacción no ha sido confirmado porque, como suele ser costumbre, el Palacio Real no informó del tema.
Mientras Mohamed VI acogía a bordo a sus huéspedes, su hijo, el príncipe hederero Moulay Hassan, de 16 años; su hija, Lalla Khadija, de 12, así como su exesposa, la princesa Lalla Salma, también estaban de vacaciones en la otra punta del Mediterráneo, según informó la prensa griega. Zarparon el 7 de julio desde la isla de Esquíatos a bordo del ‘Serenity’, un yate, con el que hicieron un crucero de diez días por el mar Egeo. El alquiler de esta lujosa embarcación cuesta entre 550.000 y 600.000 euros la semana, una cifra desvelada por la prensa griega y de la que se han hecho eco algunos medios marroquíes.
Epidemia migratoria
Esta exhibición de lujo marítimo ha coincidido con la divulgación de estadísticas, generalmente confidenciales, sobre el auge de la emigración clandestina marroquí por mar hacia España. Durante el año 2018, los marroquíes supusieron algo menos del 22% de los 57.498 ‘harragas’ -como se llama en el Magreb a los “sin papeles”- que alcanzaron las costas españolas a bordo de 2.109 embarcaciones. Aunque en el primer semestre de 2019, el número global de inmigrantes irregulares disminuyó un 27%, la proporción de marroquíes se incrementó hasta el 29,9%. En mayo, alcanzaron incluso un récord del 48,08%.
Estas cifras no quedan recogidas en la web del Ministerio del Interior español, que rehúsa proporcionar un desglose de las llegadas por nacionalidades para, según fuentes de ese departamento, no herir la susceptibilidad de las autoridades de Rabat revelando la epidemia migratoria que padece Marruecos. Interior sí comunica los datos que recopila a organismos internacionales como Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras, que a su vez los traslada a la Comisión Europea.
Estas estadísticas, recogidas en un informe del Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS) del 9 de julio, solo toman en consideración una parte del fenómeno migratorio marroquí. Cuando los inmigrantes subsaharianos ponen pie en las playas andaluzas se dejan apresar porque saben que, tras permanecer como mucho dos meses encerrados, es improbable que sean expulsados. En cambio, el 36% de los ‘harragas’ marroquíes y el 32% de los argelinos arrestados al llegar fueron repatriados en 2018. Al desembarcar intentan, por tanto, esquivar a las fuerzas de seguridad. ¿Cuántos lo logran? No hay ni siquiera una estimación.
A todos ellos se añaden los que cruzan legalmente las fronteras de España, pero que permanecen en el país cuando su contrato de trabajo ha expirado. El ejemplo más llamativo es el de las 15.000 temporeras marroquíes contratadas en 2017 para la recogida de la fresa en Huelva. Un 17% no regresó, según una investigación de la agencia EFE publicada en octubre pasado, pese a que el retorno es un requisito indispensable para cobrar una parte del salario que se les retiene.
España es la principal puerta de entrada de los marroquíes a Europa, pero no es la única. “Los emigrantes marroquíes que llegan a Libia confirman que la ruta aérea de Marruecos a Argelia y, a continuación, la terrestre hacia Libia a través de la frontera, sigue estando activa”, señala el informe europeo del EEAS.
“Nos abrían las puertas”
Cada vez más marroquíes quieren dejar atrás su país. El barómetro del mundo árabe publicado a finales de junio por la BBC señalaba que el 44% desea emigrar –un 17% más que hace tres años- pero ese porcentaje alcanza el 70% entre los jóvenes de menos de 30 años. Además, casi la mitad de los marroquíes anhelan un cambio político rápido en su país, la mayor tasa de todos los países árabes sondeados por la cadena británica (Argelia no permitió a la BBC sondear a su opinión pública)
Las autoridades marroquíes están tratando de poner coto, sobre todo desde febrero, a la emigración de subsaharianos hacia Europa. Pero no muestran el mismo empeño en frenar a sus ciudadanos. Los datos que maneja Interior lo demuestran, pero también los testimonios de algunos ‘harragas’, sobre todo rifeños, que cuentan a los policías cuan fácil les ha resultado poner rumbo a España. “Nos abrían casi las puertas”, confirma un joven recién salido de un Centro de Internamiento de Extranjeros y que prefiere mantener el anonimato porque teme ser devuelto.
“¿Tendrá lugar en Marruecos, después de Sudan y Argelia, la próxima revuelta árabe?”, se preguntaba la BBC al analizar los resultados del capítulo marroquí de su sondeo. La pregunta cobra más importancia tras esa exhibición de lujo marítimo en Rincón y en el Egeo mientras otros marroquíes cruzan ese mismo mar en frágiles pateras. Algo más de 200 inmigrantes, en su mayoría subsaharianos, pero también un puñado de marroquíes, se han ahogado este año camino de España, según Frontex y la Organización Internacional de Migraciones.
Escándalos reales
La prensa marroquí es discreta a la hora de tratar la ostentación de la familia real y los medios audiovisuales ni la mencionan. Los diarios digitales apenas abordan el fenómeno migratorio. En cambio, las redes sociales funcionan a pleno rendimiento. Abundan los comentarios escandalizados, a veces salpicados de insultos, mientras que los más cautos se dedican a comparar el precio estimado del velero con algunas partidas de los presupuestos de la sanidad y de la educación pública en Marruecos.
La imagen de la monarquía resulta de nuevo dañada como lo fue años atrás con las largas estancias del rey en el extranjero –llegó a pasar casi la mitad de un año fuera del país- o con el reloj valorado en más de 1,0 millón de euros que llevaba en la muñeca el pasado verano. ¿Bastará para que Marruecos siga la pauta de Sudán o Argelia como se preguntaba la BBC? Lo único seguro es que un gran número de marroquíes siguen casi al minuto lo que sucede en la vecina Argelia, sumida desde febrero en una revolución pacífica.
En cuanto a las autoridades españolas, suspiran porque Mohamed VI navegue una larga temporada con el ‘Badis 1’ –el miércoles por la noche echó el ancla en la bahía de Alhucemas-. Esto es porque la Marina y la Gendarmería Reales marroquíes incrementan su vigilancia para asegurar el viaje del rey y la emigración caerá. El monarca alauí dedicó las dos primeras semanas de agosto de 2018 a recorrer la costa norte de su país en el yate ‘Al Lusail’, que le prestó el emir de Qatar. Hasta entonces la inmigración hacia España había seguido una curva ascendiente, pero justo ese mes se produjo un parón de corta duración. Cuando llegó septiembre, los ‘harragas’ volvieron a cruzar masivamente el Estrecho.