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La degradación de la tierra, la deforestación y la falta de agua marcan el devenir de África occidental

ÁNGELES LUCAS 26 ABR 2019
Senegal lidera iniciativas de vigilancia entre países de la región para evitar la pesca ilegal y no declarada en sus costas.

La desertificación, la pérdida de suelo, la deforestación y otros fenómenos medioambientales sufridos en África occidental y provocados en gran parte por la emisión de gases invernaderos para el bienestar del norte han acuciado la situación de violencia, migraciones e inseguridad alimentaria en esta zona que comprende 15 países. En el Sahel, una de las más graves consecuencias es que se reduce la vegetación, esto provoca que a los pastores nómadas les cueste más encontrar forraje para su ganado, y cruzan países para llevar a los animales donde trabajan los agricultores, que ven afectada su producción. Así, a los choques vinculados a las etnias, la debilidad de los estados, la pobreza o el yihadismo se suman los efectos del cambio climático en la región. Estos hechos, junto a la ausencia de agua potable y el desempleo juvenil, han empujado a que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) haya abierto una sede subregional para el África del Oeste en Dakar, inaugurada este jueves. “Tenemos objetivos precisos. Esta región no tiene los mismos problemas que otras, por eso se comenzó con un programa especial en el Sahel. Nos enfrentamos a la reducción de la producción alimentaria y hace falta desarrollarla de forma sostenible, no degradando el medio ambiente”, ha declarado en el acto Robert Guei, coordinador de la nueva oficina.

El escenario se presenta complejo. La FAO estima que 29,2 millones de personas padecen inseguridad alimentaria en el Sahel y registra crecientes necesidades humanitarias por la pobreza crónica, el crecimiento de la población, la inseguridad y los peligros climáticos como sequías o inundaciones. “El Sahel continuará viéndose afectado por conflictos, inseguridad alimentaria, malnutrición, desplazamiento de la población, desastres naturales y epidemias. A no ser que abordemos las causas profundas de estas crisis, millones de personas seguirán necesitando cada año ayuda urgente”, ha declarado el director general de la FAO, José Graziano Da Silva, durante la inauguración del nuevo edificio en Dakar, desde el que se coordinarán las acciones. En el evento se ha aprobado como una de las primeras medidas a desarrollar en la oficina un proyecto de nueve millones de euros junto a la Unión Europea para Reforzar la resiliencia de las poblaciones pastorales y agropastorales transfronterizas en zonas prioritarias del Sahel, al sur y este de Malí, el norte de Burkina Faso y el oeste de Níger.

“Hay que sensibilizar a toda la región para reducir los conflictos serios que se generan con la trashumancia, por ejemplo de Mauritania a Senegal. Lo primero que decimos es que todos somos africanos y tenemos que ser solidarios entre nosotros. Todos somos iguales”, declara Alion Samba Ba, representante de la organización pastoral senegalesa Réseau Billital Maroobé, que indica que sufren situaciones de “mucha vulnerabilidad”. “No podemos resistir más las crisis. El año 2018 ha sido un mal periodo pastoral y necesitamos herramientas para poder tomar mejores decisiones. Las consecuencias son muy duras para la población y mueren los animales”, añade el pastor. El programa aspira a desarrollar “redes de información que ayuden a los responsables de la toma de decisiones y a las comunidades agropastoriles a elegir estrategias de inversión, actividades económicas y opciones de movilidad”, informa la FAO, que detalla que se diseñarán hojas de balance de piensos para proporcionar datos adecuados sobre la disponibilidad, uso y necesidades en la región. “Esta información puede ayudar a prevenir y mitigar que surjan conflictos locales que suelen enfrentar a pastores y agricultores”, añade la agencia, que señala que el proyecto incluye la creación de 300 escuelas de campo agropastoriles.
Este proyecto se une a otros como la iniciativa multilateral de crear una Gran Muralla Verde de 8.000 kilómetros de longitud en la que están implicados 20 países con la restauración de 100 de hectáreas degradadas hasta 2030 o los 2.400 millones de euros en los próximos tres años para 40 proyectos de desarrollo prometidos el pasado diciembre por numerosos países en la conferencia de donantes de Nuakchot. Entre las peculiaridades de la zona, se prevé que para 2050 el cambio climático incida de forma dramática en la producción de alimentos, lo que generará también migraciones y dependencia de los países del norte que impondrán sus precios para importar productos. “Hay mucha migración a otros países y tenemos que utilizar la energía joven para transformar la agricultura y crear empleos en la pesca, el ganadería o el ámbito agroforestal. Y también para las mujeres, fundamentales en este sector”, ha añadido Guei, que también se ha marcado como tarea prioritaria de esta nueva oficina mejorar la cadena de valor de los alimentos. “Utilizar la innovación y las nuevas tecnologías en los procesos de la producción a la transformación”, ha añadido en la nueva sede. A estos desafíos se le suman también a la malnutrición el aumento mundial de la obesidad, (en África se registra un 11,8% de adultos obesos) o la lucha por conseguir alimentos salubres que eviten las 200 enfermedades que transmiten los alimentos nocivos.