#Childmothers, las historias de niñas que se convirtieron en madres demasiado jóvenes
Cristina Gonzalez |
La ONG Plan Internacional ha lanzado una iniciativa para concienciar sobre la maternidad precoz alrededor del mundo: cada año, más de dos millones de menores se convierten en madres. La organización ha recogido la historia de varias de estas niñas que, con apenas 14 o 15 años, ya están casadas y tienen hijos.
Más de dos millones de niñas menores de 15 años dan a luz cada año. Este es el alarmante dato que nos recuerda la ONG Plan Internacional y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA). El embarazo adolescente supone uno de los principales problemas en África subsahariana y países de América Latina y el Caribe. La organización explica que, en la mayoría de los casos, el embarazo no es ni buscado ni deseado. “En estas edades, el embarazo puede ser producto de violencia física, simbólica, psicológica y económica. El riesgo de morir por causas relacionadas al embarazo, parto y postparto se duplica si las niñas quedan embarazadas antes de los 15 años de edad”, advierten.
Para que este problema se visualice y no quede en una simple estadística, Plan Internacional ha lanzado la campaña #Childmothers, una iniciativa para sacar a la luz las historias de varias niñas de 14 y 15 años que se han convertido en madres demasiado jóvenes.
Janet, 15 años: “No quería tener un hijo, pero ocurrió de todas formas”
Esta joven vive con su hijo Manuel, de seis meses, su novio y sus suegros en una barrio conflictivo de Colombia. Janet conoció a su novio en el instituto, se enamoró y se quedó embarazada. “Cuando lo descubrí me sentí feliz y triste al mismo tiempo. Feliz por el bebé y triste porque sabía que tendría que dejar la escuela”, explica.
Y es que muchas niñas se ven obligadas a aparcar sus estudios para cuidar de su familia. Por suerte, en el caso de Janet, su educación no se truncó por completo: “Después de un año he empezado a ir a la escuela de nuevo. Estoy en noveno grado y también voy a una academia de estética los fines de semana. Quiero convertirme en peluquera profesional para darle a mi hijo todo”. Sin embargo, no todas las chicas en su situación tienen la misma suerte…
Entre los factores asociados a la maternidad precoz se encuentran las características del hogar de la adolescente: el ingreso económico de sus progenitores, sus niveles de educación y la condición de pobreza del hogar – Plan Internacional
Nargis, 15 años: “Tuve que pasar por un parto natural y fue muy doloroso”
Nargis vive en la India con su marido, sus suegros y su hijo en una zona rural de Bangladesh. Sus padres no querían que se casara, pero como no podían hacerse cargo de ella durante más tiempo, le concertaron un matrimonio. Al contrario que Janet, Nargis no ha podido continuar con su educación. Actualmente trabaja en una fábrica textil y ahorra dinero para poder darle un futuro mejor a su hijo.
“Estudié hasta octavo grado. Me gustaba mucho la escuela. Mi asignatura favorita era Ciencias. Tenía el sueño de estudiar Derecho, pero mis padres no podían permitírselo”, explica Nargis a la ONG. “Me casé con 14 años porque mis padres eran extremadamente pobres y me quedé embarazada poco después. Tuve algunas complicaciones y lo más recomendable era practicar una cesárea. Pero, a causa del bajo nivel de glóbulos en mi sangre, no pudieron hacerlo”.
La joven afirma que en un futuro le gustaría volver a retomar su educación: “Mi marido me ha dicho que me dejará estudiar más adelante”, afirma.
Las niñas de entre 10 y 14 años tienen cinco veces más probabilidades de morir durante el embarazo y el parto. Las niñas de 15 a 19 años tienen el doble de probabilidades que las de más de 20 de morir en el parto o el embarazo y la tasa de mortalidad de sus neonatos es aproximadamente un 50% superior – Plan Internacional
Kiswendsida, 15 años: “Yo no sabía nada acerca de los métodos anticonceptivos”
Kiswendisa se quedó embarazada cuando solo tenía 14 y, como muchas chicas de su edad, en su caso se debió en parte a la falta de información sobre relaciones sexuales seguras que tienen las niñas y adolescentes en un país como Burkina Faso. “Yo no sabía nada acerca de los métodos anticonceptivos porque no habíamos aprendido nada de eso en la escuela”, confiesa.
Por suerte, la joven, quien ahora vive junto con su hija, sus abuelos y sus tías, pudo continuar con su educación. “No quería abandonar mis estudios. Mi abuela me ha apoyado todo este tiempo. Me ayuda a cuidar del bebé para que yo pueda ir a la escuela. Es difícil ser madre. Me siento sola y echo de menos a mis padres”, cuenta. Y es que sus padres trabajan en Costa de Marfil y aún no conocen a su nieto. A Kiswendisa, algún día, le gustaría llegar a ser arquitecta.