General

Las urnas iraquíes, el último campo de batalla de Irán y EEUU

Francisco
Carrión, El Mundo, 12 may. 2018

El país
celebra comicios en medio de una desestabilizadora escalada que amenaza con
abortar cualquier reconciliación entre chiíes y suníes
Un cartel
electoral de la candidata iraquí Zeinab al-Alawia, en Najaf. REUTERS
Irak celebra este sábado
sus primeras elecciones parlamentarias tras la derrota del autodenominado
Estado Islámico con una nueva bomba de relojería amenazando su frágil
equilibrio, la retirada
estadounidense del pacto
nuclear iraní y la escalada entre Teherán y
Washington, sus principales socios. “Irak parecía dividido, abocado a
disgregarse en cantones étnicos y sectarios pero cambiamos el destino. En la
victoria logramos la unidad”, se vanaglorió el actual primer ministro Haidar al
Abadi
en un reciente mitin en Faluya, en la provincia occidental de
Al Anbar, otrora bastión del califato.
La
ecuación que vende a los 24 millones de ciudadanos con derecho a voto para
redimir al país de la violencia sectaria se ha cimentado en mantenerse alejado
de las rivalidades entre iraníes y estadounidenses, tratando de retener el
vital apoyo de ambos y recuperando lazos con el vecino saudí. Con el voto chií
repartido por vez primera en hasta cinco alianzas, la coalición Al Nasr
(Victoria, en árabe) de Al Abadi podría protagonizar un triunfo insuficiente
para formar Gobierno en solitario. Sus máximos rivales -sendas alianzas
encabezadas por su predecesor Nuri al
Maliki
y Hadi al Amiri, líder de las milicias chiíes Hashid Shaabi-
tratarán de inclinar la balanza hacia los ayatolás. Y será entonces cuando
entren en juego unas complejas negociaciones, atizadas por el enrarecido clima
regional.
“La
decisión de EEUU va a tener un efecto muy profundo en la formación del Gobierno
iraquí”, vaticina el politólogo Kamal Chomani, investigador del Instituto
Tahrir para la Política de Oriente Proximo. “Washington y Teherán tienen
su propio proyecto en Irak. Ahora, con la ruptura del pacto nuclear, Irán hará
todo lo que esté a su alcance para desafiar a EEUU y que Al Maliki y las
milicias chiíes sean capaces de formar Gabinete. Washington, en cambio,
presionará para Al Abadi pueda liderar el Ejecutivo”, agrega el experto,
anticipando una nueva colisión. Vencidas las embestidas de la organización
yihadista, derrotada militarmente y debilitada por las recientes detenciones de
sus principales prebostes, y el órdago separatista de los kurdos, cuya división
interna les castigará electoralmente, el próximo ‘premier’ tendrá que capear el
enfrentamiento regional; reconstruir el noroeste del país y diversificar una
economía adicta al petróleo.
Si la
aritmética le sonríe, Al Abadi podría contar con el respaldo de nuevas alianzas
como las del clérigo chií Muqtada al Sadr, de Revolucionarios por la reforma,
una amalgama de acólitos propios y baqueteados miembros del Partido Comunista,
entre otras sensibilidades. “Hemos llegado para combatir las políticas
sectarias y crear una unidad nacional basada en la paz, el diálogo y unas
relaciones exteriores equilibradas en las que Irak respete los asuntos internos
del resto de países”, explica a este diario Raid Fahmi, máximo responsable
de la formación comunista, ex ministro y actual candidato en las
parlamentarias. “Soy optimista con el futuro de Irak”, admite. La
singular alianza es consecuencia de las manifestaciones anticorrupción que en
2016 asaltaron la blindada Zona Verde, hastiadas de una élite inoperante que
desde el derrocamiento de Sadam Husein ha usado el poder para lucrarse y
esquilmar las arcas estatales.
“Los
comicios serán un fracaso. Hay que cambiar a los líderes de las candidaturas.
Son unos corruptos y unos sectarios que solo trabajan por sus intereses”,
replica a este diario desde Bagdad Ayub Saleh, un comandante de Hashid Shaabi.
Las milicias chiíes crecidas al calor de la amenaza yihadista son hoy otro de
los actores que marcan el dubitativo porvenir de un país en el que suníes -con
varios millones de almas instaladas aún en campos de desplazados o en una
geografía devastada por la guerra- y kurdos se curan las heridas tras cuatro
años de feroz batalla contra el IS y un intentona de independencia frustrada.
Los escuadrones de Hashid, integrados nominalmente en las fuerzas de seguridad
estatales, acatan en la práctica órdenes procedentes de la Guardia Republicana
iraní. Para Teherán, Irak es un cotizado botín, un ruta para proporcionar
armamento y tropas a la vecina Siria y mantener su influencia en el Líbano.
“Tras el éxito de los candidatos pro iraníes en los recientes comicios del
Líbano, Irán buscará replicar el resultado en Irak”, aventura el analista
Ibrahim al Marashi.