Salam Kedan, activista pacifista: “No tenía ni idea de que yo era palestina”
Hanaa Hasan, Monitor de Oriente, January
21, 2018
Salam
Kedan no es una chica de 23 años cualquiera. A pesar de su juventud, ya ha
actuado como representante en el Simulador de las Naciones Unidas durante siete
años, ha desempeñado un puesto como delegada de la OPEP en la Corte
Internacional de la Haya para de la ONU y ha fundado su propia organización sin
ánimo de lucro. Pero Kedan también es inusual en otro aspecto. Cuando tenía 17
años, descubrió que no era israelí, como había creído siempre, sino palestina.
La fundadora del Centro Salam para la Paz, Salam Kedan |
“Nací con
un pasaporte israelí, crecí bajo un gobierno israelí, lo que supone que la
educación que recibí en secundaria y primaria estaba determinada por el
gobierno israelí. Nunca me enseñaron nada sobre Palestina; que es, mi
identidad. No tenía ni idea.”
Como
árabe israelí cuyos padres también habían nacido en Israel, Kedan nunca tuvo
motivos para cuestionar la historia que le habían contado: que Israel otorgaba
los mismos derechos a todos los ciudadanos, y que los palestinos eran un
pequeño grupo de personas que perpetraban atentados terroristas. Tras crecer en
el barrio árabe de Baqa Al-Gharbiyye, dominado por una estricta censura mediática,
apenas había escuchado la palabra ‘Palestina’.
“Nunca me
llegué a plantear lo que era Palestina, porque nunca escuchaba esa palabra.
Utilizamos una palabra en árabe, Ad-Duffa, para referirse a Cisjordania, y,
normalmente, la usan para referirse a personas en concreto, no a quienes somos,
y nunca entendí nada al respecto.”
Fue
cuando se unió al Modelo de la ONU, una inciativa destinada a brindar
experiencia a los jóvenes sobre temas diplomáticos, cuando Kedan pudo descubrir
la verdad sobre su identidad.
“Viajando,
conocí a estudiantes de todo el mundo, y cuando hablaba con ellos me
preguntaban de dónde y quién era… así que decía Israel, y muchos estudiantes
musulmanes y árabes se sorprendían. Empecé a pensar ‘pasa algo, no soy
judía israelí, esta no puede ser mi identidad’.”
La fundadora del Centro Salam para la Paz, Salam Kedan |
Por
primera vez en su vida, Kedan empezó a investigar sobre Palestina, y, a medida
que descubría las muchas facetas de su identidad palestina, también se dio
cuenta de cuántas cosas le habían ocultado.
“Me di
cuenta de lo vergonzoso que es que vivamos en una gran comunidad ignorante y
desconectada de su identidad”, recuerda. “Cuando investigué, me di cuenta de
que ser israelí significa ser judío; es una idea sionista que sólo reconoce a
la mayoría judía del país. Fui consciente de que no está bien, y de que tenemos
que crear consciencia sobre ello de todas las maneras posibles.”
Kedan
decidió oponerse a la guerra de la información que se libra en su comunidad y,
a su regreso, habló a sus familiares y a su comunidad local sobre sus
descubrimientos.
“Mi
familia también se consideraba israelí, y era con lo único que se identificaban
de pequeños. Así que, al principio, cuando les dije ‘no podéis decir que sois
israelíes, no es vuestra identidad’, tuvieron ciertas dudas y me preguntaron:
‘¿cómo puedes decir eso, de dónde sacas toda esta información?”
“Y se lo
enseñé. Les enseñé mis investigaciones y les enseñé todo lo que había
descubierto. Al principio, mi padre estaba en contra de que hiciera todo
aquello, pero, finalmente, conseguí que viajara conmigo a una de las
conferencias para que conociera a la gente que yo había conocido, y acabó
convenciéndose.”
Ahora,
como israelí árabe consciente de su identidad palestina, Kedan ha sabido
identificar mejor la discriminación que sufre, sobre todo desde que decidió
llevar el pañuelo, lo que la hace visiblemente musulmana.
“Últimamente
viajo mucho, y cada vez que voy al aeropuerto tengo que ponerme a un lado,
entregar mi identificación y decir a dónde voy en cuanto llego a la primera
puerta, en la entrada del aeropuerto. Y veo cómo todos los demás pasan y sólo
yo tengo que hacerme a un lado. Y no sólo es en el aeropuerto. Cuando entro en
ciertos edificios, siempre recibo más atención por parte de los responsables de
la seguridad.”
Pero
Kedan dice que Israel se presenta como un modelo para el mundo árabe, y les
dice a sus ciudadanos que estén agradecidos por los grandes niveles de vida que
les ofrece su Estado sionista.
“Siempre
te enseñan a creer que allí tienes una vida sumamente feliz, que deberías
fijarte en otros países árabes y estar agradecido de vivir en este. Esa es la
mentalidad con la que siguen alimentando a nuestras generaciones, y es algo
terrible.”
Desde que
se dio cuenta de que el secreto de la opresión palestina sucedía frente a su
puerta, Kedan ha dedicado su activismo a crear consciencia sobre la identidad
palestina en Israel. En 2017 fundó el Centro Salam para la Paz, una
organización dedicada a promover la comprensión y la conciencia entre
diferentes países. Tan sólo en el último año han organizado viajes para más de
90 estudiantes a conferencias internacionales, donde aprenden sobre los
problemas globales y sus posibles soluciones.
“También
hemos abierto un programa intercultural en mi ciudad natal para recibir a
estudiantes internacionales y enseñarles la cultura palestina. Quiero hacer eso
en una escuela primaria, que aprendan sobre la cultura palestina, lo cual es
algo de lo que mucha gente ya se ha olvidado.”
Mediante
el Centro Salam para la Paz, contacta regularmente con estudiantes de Rusia,
India y China, que difunden en el extranjero la lucha del pueblo palestino.
Aunque
Palestina ha ocupado muchos titulares después del reconocimiento del presidente
estadounidense, Donald Trump, de Jerusalén, al mirar al futuro, Kedan dice que
no ve este incidente desde la misma perspectiva, dado que supone una diferencia
mínima para la gente de allí.
“Es una
decisión que toma un solo país y, sin duda, es algo malo… Pero, en Israel,
Jerusalén siempre se ha definido como la capital, aunque ningún otro país la
reconociera.”
“Si
Israel se define a sí mismo como un país judío, el hecho de que Jerusalén sea
su capital supone que Jerusalén es una capital judía. Pero es el hogar de las
tres religiones y, en mi opinión, nunca podrá ser la capital de Israel”,
enfatiza.
También
es escéptica con respecto al proceso de paz, haciéndose eco de los muchos
palestinos que se han sentido decepcionados por el enfoque del gobierno de
Trump sobre el tema. “Sinceramente, no creo que una solución de dos Estados
pudiera llegar a funcionar. Es cuestión de tiempo; no estoy segura de lo que va
pasar. Simplemente no veo que haya un acuerdo de paz”, reflexiona.
Sin
embargo, Kedan también critica a la Autoridad Palestina (AP) por su mala
administración de la relación con Israel y por sacrificar las demandas del
pueblo palestino.
“[La AP]
puede funcionar; sólo necesita líderes más fuertes”, afirma. “Los jóvenes
deberían estar más involucrados en las decisiones políticas y en los problemas
de Palestina.”
Por
ahora, el activismo de esta joven de 23 años se centra en crear consciencia
sobre la identidad palestina en su país, pero también sobre la realidad de las
comunidades árabe israelíes en el extranjero.
“Muchas
veces, cuando viajo a conferencias en el extranjero, conozco a estudiantes
árabes musulmanes y les cuento mi historia, les sorprendo. Ni siquiera saben
que existimos, es algo nuevo para ellos. Eso debe cambiar.”
También
quiere luchar contra los intentos de Israel de erradicar la identidad árabe:
“El Estado hace mucho por que los árabes sientan que su identidad es la
israelí.”
“Reclutan
a algunos miembros árabes de la comunidad, y diría que les lavan el cerebro.
Incluso reclutaron a un grupo árabe para que se opusiera al movimiento del BDS
[Boicot, Desinversiones y Sanciones]… Es algo terrible, y la comunidad árabe
estaba muy en contra. Pero [el gobierno israelí] reclutó a un miembro de cada
comunidad diferente… y dijeron, ‘queremos que todos digáis que Israel es un
Estado democrático, que os encanta ser israelíes y que esta es vuestra
identidad’”, explica.
El
descubrimiento de Kedan ha cambiado su vida por completo, y ahora su misión es
crear consciencia sobre Palestina entre todas las personas posibles. Para ella,
es crucial que ningún niño palestino crezca como ella, ignorando su identidad y
que, mediante la preservación de su cultura, el sueño de una Palestina libre
seguirá vivo.