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👩 DÍA DE LA MUJER_ Huelga del 8M, o cómo el feminismo blanco sigue dominando la narrativa de la lucha feminista

Paula Guerra, El Diario, 05/03/2018

Este 8 de
marzo, Día Internacional de la Mujer, está convocada una huelga laboral,
estudiantil, de cuidados y de consumo. Bajo la consigna “si nosotras paramos,
se para el mundo”, distintos colectivos feministas están haciendo un
llamamiento generalizado con el fin de que todas las mujeres nos sumemos a este
paro de actividades.

Protesta
antirracista en Madrid EFE
La huelga
está contando con una gran difusión entre los medios de comunicación y ya son
varias las mujeres del mundo de la cultura y la política quienes han mostrado
su apoyo a esta iniciativa. 
Visto
así, pareciera que todas las mujeres que luchamos por nuestra igualdad de
derechos formaremos parte, alegremente, de esta gran fiesta de reivindicación
feminista. Que todas nosotras, hermanadas en la opresión, gritaremos bien alto
el 8M que sin nosotras el mundo se para. 
La
realidad es muy distinta. La realidad es que en España miles de mujeres no
podremos sumarnos a este paro aunque quisiéramos. Como mujeres
migrantes/racializadas, subalternizadas por el racismo estructural, la
convocatoria que nos hacen las feministas blancas nos parece una invitación
surrealista proveniente de un mundo paralelo. Un mundo de derechos que no es el
nuestro. 
Nosotras
somos las sin papeles. Somos las que trabajamos en el mercado informal. Somos
las que no estamos en condiciones de poner en riesgo nuestros contratos basura
porque, si los perdemos, nos quedaríamos nuevamente sin papeles y lo que sigue
a eso es el CIE y la deportación. Somos las que no podemos delegar en nadie de
nuestro entorno las labores de cuidado. Somos las que no paramos nunca porque
no contamos con el privilegio de poder parar. 
Feminismo
hegemónico vs. feminismos 
Por eso
es necesario preguntarse ¿a qué idea de mundo y de feminismo responde esta
llamada a la huelga del 8 de marzo?, ¿qué narrativa se perpetúa con la consigna
de que todas las mujeres somos iguales en la opresión? 
En primer
lugar, la huelga como método de lucha surge de una cosmovisión eurocéntrica que
desconoce otras formas de organización laboral basadas en los conceptos de
comunidad y cooperativismo. El feminismo de la huelga es el feminismo que bebe
de los postulados clásicos de la izquierda europea, que sitúa al patriarcado y
al capitalismo como las principales fuerzas de opresión de las mujeres. 
En
segundo lugar, la narrativa del feminismo blanco/eurocéntrico es una narrativa
con pretensión universalista que consolida la idea de que, dentro de nuestra
diversidad, “las mujeres” somos una unidad condicionada por el género. La
consecuencia directa de esto es una interpretación hegemónica tanto de las
problemáticas que nos aquejan, como de las herramientas que deberíamos utilizar
para combatirlas. 
Esta
narrativa invisibiliza el relato de las feministas latinoamericanas, negras,
moras, gitanas, etc., y por tanto deja fuera, o relega a un tercer plano de su
discurso, el principal eje de opresión que nos atraviesa como mujeres
migrantes/racializadas: el racismo estructural. Racismo que, como dice Fanon,
responde a una jerarquía global políticamente construida de superioridad e
inferioridad, que hace que algunas personas habitemos siempre en una zona de
“no ser” dentro de la estructura social. 
Las
mujeres blanco-europeas están por encima de nosotras con todos sus privilegios
de mujeres no racializadas. No se trata aquí de organizar una jerarquía de
opresiones, sino de tomar conciencia de que los privilegios fijan el espacio
que habitamos en el mundo, y eso debe llevarnos a una reflexión crítica
respecto a la forma en que determinados discursos y métodos de lucha continúan
subalternizando a millones de mujeres en el mundo. 
¿O acaso
no se subalterniza todavía más a las mujeres que trabajan en el servicio
doméstico y de cuidados cuando se les dice que, sin no pueden sumarse a la
huelga del 8M, cuelguen sus delantales en los balcones porque “así sabremos que
estás con nosotras”? El cartel con esta desafortunada frase es un claro ejemplo
de cómo el feminismo blanco sigue mirándose el ombligo, incapaz de ver más allá
de su horizonte. 
Hacia un
discurso contra-hegemónico 
Es
indispensable que se difunda y conozca el trabajo de las feministas
antirracistas decoloniales gitanas/moras/negras/latinoamericanas, quienes están
produciendo nuevas epistemologías y formas de hacer a partir de nuestras
realidades y cosmovisiones. Es nuestro deber contribuir y ampliar este
conocimiento. El racismo estructural tiene que comenzar a ser visto como lo que
es, un sistema mayor de opresión que condiciona la vida de millones de personas
en el mundo. 
No vamos
contra las feministas blancas. Vamos hacia una reivindicación de nuestros
derechos desde lo que somos y tomando en cuenta todos los ejes de opresión que
nos cruzan. Una alianza entre mujeres tiene que ser una alianza donde ni la
narrativa ni las herramientas de lucha estén monopolizadas por el relato
eurocéntrico y neo-colonial. Tiene que ser una alianza donde estén incluidas
todas las visiones, todas las realidades. 
Si no
somos capaces de subvertir el discurso hegemónico, todos los 8M volverá a
ocurrir lo que muy bien resume Yos, compañerx de lucha antirracista: “por una
blanca que pare, diez migrantes trabajarán ese día”.