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Niños transexuales: ellos deciden su identidad

CAROLINA PINEDO 07.12.2017
“Me gustaba disfrazarme de hada y de princesa”. “Me gusta ser transexual porque me ha enseñado muchas cosas”. “La diversidad nos enriquece como sociedad, pero hay personas que no se atreven a expresar su identidad por miedo a ser rechazados”. Son las palabras de Mikele Grande, una adolescente transexual, que cuenta su experiencia vital en la plataforma digital TEDx.

Una de cada 1.000 personas es transexual en España, según datos de la Asociación de Familias de Menores Transexuales, Chrysalis, cuya presidenta, Natalia Aventin, cataloga de incompletos: “Porque hay muchas personas transexuales que viven ocultas y un panorama desalentador para muchos niño/as que sufren sin poder vivir su identidad”. El número de suicidios entre las personas transexuales durante su adolescencia es alrededor de un 30% más alto con respecto a otros jóvenes de su edad. Se trata de un momento vital en el que se producen muchos cambios físicos, emocionales y mentales orientados a que la persona encuentre su propia identidad.
Si la persona transexual durante la adolescencia no cuenta con el apoyo de su entorno para entender que puede haber una contradicción entre el sexo que le asignaron al nacer y su identidad sexual puede verse atrapado en una situación que le lleve a quitarse la vida. “Depresión, retraimiento social, problemas de relación con los compañeros o bullying y riesgo de abuso de sustancias como las drogas”, son otras de las consecuencias que puede haber para los niño/as y jóvenes transexuales que no reciben el tratamiento y orientación que necesitan, según explica Julio Guerrero Fernández, pediatra del Hospital La Paz de Madrid.
Se denomina a un niño/a transexual cuando el sexo que se le asigna al nacer, según sus genitales, no corresponde con la conciencia (autopercepción) que tiene de sí mismo con respecto de su identidad sexual (algo diferente a la orientación sexual o sexo por el cual la persona se siente atraído/a). Sin embargo, tras la etiqueta transexual existen una amplia realidad y muchos matices que van más allá de una mera cuestión de cromosomas o genitales.
“Los mitos en cuanto a la transexualidad siguen repletos de historias sórdidas y marginales, que deshumanizan a estas personas por salirse de las expectativas, pero la visibilidad de los últimos tiempos, sobre todo de la infancia y adolescencia transexual, ha llevado a una especie de pacto social donde cada vez cala más hondo el hecho de que es una realidad a respetar”, explica Natalia Aventín que considera que las familias desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la persona, también de las transexuales, y “por ello es importante que su actitud sea de escucha y de respeto ante las necesidades y experiencias de sus hijo/as. No hay nada que el niño/a tenga que integrar, quienes deberán ajustar sus expectativas son el resto de componentes de la familia, lo cual suele ser más complicado para las personas adultas”.
Pistas para saber que el niño/a vive una situación de transexualidad
Las señales que pueden orientar a las familias sobre si su hijo/a es transexual pueden ser diversas, ya que cada niño/a las vive, experimenta y expresa de una manera y a una determinada edad. Algunas de ellas pueden ser:
En el caso de que el signo asignado sea el de un niño, adopta roles femeninos, a través de disfraces de niña (princesa, hada, ropa femenina en general).
Si el sexo asignado es el de una niña, y rechaza faldas, vestidos, diademas.
Hay niño/as que se identifican con nombre del sexo opuesto al asignado.
Conseguir el bienestar y la felicidad de los niño/as transexuales es responsabilidad no solo de sus familias y entorno más cercano, sino también de toda la sociedad, ya que el rechazo social a la diversidad de las personas es el escollo más importante que tienen que salvar para lograr afianzar socialmente su identidad de género. Desde casa, las familias pueden tener pautas que ayuden a sus hijo/as, como:
Dejar que se expresen con libertad. Escuchar y observar sin rechazar ni juzgar.
Evitar corregir gustos, aficiones, comportamientos. Tratarles de forma opuesta a cómo se sienten les genera frustración y sufrimiento que se puede manifestar como: falta de autoestima, depresión, manías, irritabilidad o dificultad para socializar. El niño/a también puede somatizar estos problemas con dolor de tripa o de cabeza.
Tener empatía para comprender lo que sienten y cómo son.
Ofrecer amor, comprensión y apoyo incondicional de sus familias y entorno.
Con los niño/as y jóvenes transexuales, no existe un protocolo establecido o estándar sobre qué pasos dar. La presidenta de la Asociación de Menores Transexuales, Natalia Aventin, explica en este sentido que “no se trata de una carrera de obstáculos y etapas que superar, porque cada persona es diferente y tiene unas necesidades diferentes. Hay jóvenes que necesitan un tratamiento hormonal para sentirse bien, pero también quien no lo contempla. Hay quien quiere cambiar su nombre y quien decide mantener el que le asignaron al nacer. Cada caso es diferente y lleva su propio proceso y ritmo”.