General

“Si nuestros líderes son responsables, el desarrollo de África vendrá por sí mismo”

8 septiembre 2017

Augustin Kalubi, responsable de la Red para el Derecho a la Educación en la Global Ignatian Advocacy Network (GIAN)

Hace años, el relator de las Naciones Unidas dijo que la educación no era uno de los objetivos de los pasados Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino “el objetivo”. Ahora, con aquellas metas parcialmente obtenidas en muchos campos, preguntamos al jesuita Augustin Kalubi por ello. Su discurso, en muchos casos, supera la corrección política que impera en determinados foros.

¿Qué es la Red para el Derecho a la Educación? ¿Por qué nace?

Si miramos al mundo, observamos muchos desafíos en el campo de la educación. Por ejemplo, hay millones de personas que no pueden leer ni escribir; además más o menos un 70 por ciento de la población rural son personas pobres, muchas de ellas mujeres, que han desatendido su educación en muchos lugares en el mundo. Si analizamos todos estos datos y miramos al trabajo que realiza la Compañía de Jesús, es evidente que adopte una postura contra esta realidad y que deba concentrarse en este trabajo.

¿Su actividad se centra en labores de incidencia política o de desarrollo de campañas concretas para promover la educación en cualquier parte del mundo?

En realidad utilizamos los dos caminos. En primer lugar, el trabajo puede comenzar con promover campañas o movilizaciones, tener personas que despierten la conciencia sobre el derecho a la educación, un derecho que no ha sido respetados para ellos. También nos preocupamos de que los profesores se den cuenta de que la educación es un derecho para los estudiantes, y que el aula no es un espacio para el juego. Necesitamos calidad en la enseñanza, pero también unos contenidos accesibles que ayuden a cambiar a los estudiantes. Además, hay muchos profesores que están en zonas rurales alejadas, que se formaron hace mucho tiempo, y que no son capaces de enseñar con las herramientas actuales. Para nosotros es muy importante la formación continua del profesorado, y que este sea capaz de incorporar a su labor docente las nuevas tecnologías.

En segundo lugar, es muy importante subrayar que los Gobiernos tienen que apoyar económicamente para que los colegios tengan los recursos necesarios. Por este motivo, en la medida de nuestras posibilidades, en el ámbito local prevemos iniciativas con los líderes políticos que tengan la posibilidad de formar y pagar a estos profesores, porque al final la educación de calidad también se sustenta en un profesorado motivado, retribuido y que sienta, como promotor de un servicio público, que la educación, más que un derecho, es una obligación. El objetivo, a nivel político, consiste en lograr de los Gobiernos una buena partida presupuestaria para lograr una educación mejor.

¿En qué medida son importantes en este campo los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y sus herederos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)?

Los principales países del mundo están persiguiendo estos objetivos, aunque si observas algunas experiencias sobre el terreno te das cuenta de que en muchos lugares no los están siguiendo. Hay países que dicen que están trabajando para la reducción del analfabetismo, pero hasta la fecha sigue habiendo personas que no son capaces de leer, que no son capaces de ir a la escuela, así que no están consiguiendo estos objetivos. Una de estas metas, precisamente, habla de una educación gratuita al menos para la educación primaria. Muchos Estados están diciendo: ‘Bien, vamos a ofrecer educación básica gratuita, pero no pagaremos a los profesores’. Entonces, si los profesores no son remunerados, se supone que serán los padres los que tendrán que asumir este coste. Y si los padres son los que pagan, eso significa que la educación no es gratuita. Y este es el sentido que muchos Gobiernos dan a los ODM.

¿Qué incide más en el incumplimiento de este objetivo: la falta de presupuesto o la de voluntad política?

Al final se trata siempre de voluntad. Si los Gobiernos no dotan a la educación de presupuestos suficientes pueden decir que la razón es porque no tienen dinero para ello, pero no les creemos porque sí hay dinero. Podemos hablar de países que viven de los recursos minerales mientras que las personas siguen pasando hambre. Estos recursos están siendo explotados por personas que emplean un dinero para ello que no sabemos de dónde viene. Ejemplos como estos son sobre los que estamos trabajando en la GIAN. Si conseguimos que nuestra actividad sea la oportuna, el rendimiento de los minerales será el adecuado para el país, el capital estará disponible y la calidad de la educación llegará de una forma más clara. En esta misma línea, nos podemos fijar en el fenómeno migratorio. En muchos países africanos hay conflictos bélicos. Y si hay guerra, no hay clases. Las personas tienen que desplazarse. Es una obviedad, pero mientras que las personas se mueven a causa de los combates, las escuelas no lo hacen y, por tanto, no hay posibilidad de ir a clase. Ahí encontramos también otro desafío. En este caso, el reto es cómo poner final a la violencia para tener paz y, por consiguiente, la posibilidad de continuar con la tarea educativa en todos esos lugares.

A pesar de los matices, ¿hay algunas claves comunes para interpretar cuál es la situación de la educación en el continente africano?

Es cierto que África es un continente muy heterogéneo pero hay un espacio muy diferenciado entre la zona rural y la urbana. En las ciudades tienes electricidad, agua y es relativamente fácil acceder a ordenadores o servicios electrónicos. Si tienes dinero puedes disponer de una buena educación. De hecho, en Johannesburgo, El Cairo, Nairobi, Kinshasa o Abiyán no tienen nada que envidiar a sus paisanos en Europa o Estados Unidos. Ahora bien, cuando visitas una zona rural, normalmente no hay electricidad, no hay agua, no hay la infraestructura necesaria para el funcionamiento de las escuelas y, además, no hay carreteras para llegar a estos lugares. Así es difícil, incluso aunque dispongas de los recursos económicos para ello, mejorar la educación. Estos son los lugares en los que necesitamos que nuestros líderes estén más comprometidos y concienciados de la situación. Este sería el principal problema, la brecha que existe entre la zona rural y la urbana.El segundo problema, que ya he citado anteriormente, está relacionado con los recursos minerales: no están siendo bien explotados. O, dicho de otra forma, los beneficios obtenidos de su explotación no están siendo bien distribuidos en los países. Aunque digan que no tienen dinero, sí que lo tienen; puedes sentir cómo ciertas personas están viviendo en África al mismo nivel que los más ricos de Europa. Y, junto a ellos, también viven los más pobres de entre los pobres, gente que incluso no tiene agua para beber. Estos son los contrastes que encontramos en África. Y si hablamos de educación nos encontramos con la misma desigualdad.

Mientras que la realidad social y educativa nos presenta diferencias muy pronunciadas entre las zonas rurales y las urbanas, los ODM o los ODS nos presentan perfiles muy generales de todo el continente. ¿Estos análisis son engañosos?

La clave es qué entendemos por responsabilidad. Además, la rendición de cuentas en la educación es muy importante, por ejemplo, en las clases. Los profesores tienen una responsabilidad con los alumnos, por eso es necesario que el profesorado esté motivado para enseñar de forma adecuada. Si asumimos que no tenemos responsabilidad con los estudiantes, incluso con los padres, haremos lo que queramos y no tendremos miedo a lo que ocurra. Este mismo ejemplo se puede aplicar a los niveles internacionales que marca Naciones Unidas. Ellos pueden redactar los ODS, está bien, incluso los ministros pueden venir y firmarlos. Pero, ¿cuál es su responsabilidad? La ONU debería poder pedir responsabilidades a estos países porque la realidad está ahí. Hay naciones donde el presupuesto para educación es de apenas un 1 por ciento cuando debería ser de un 20 por ciento ¡Esto es injusto! (ver estadísticas sobre educación en África en cuadernillo central p. 63). Nosotros intentamos participar en estos foros internacionales para, al menos, tener una voz fuerte en defensa de aquellos que no pueden tenerla en sus países. Por ejemplo, permítame un ejemplo de mi país, República Democrática de Congo. Allí, el Gobierno puede decir: ‘Vamos a luchar contra el analfabetismo. Vamos a ofrecer educación gratuita’. Esto es obvio. Pero si ves la realidad, los padres están pagando mucho más dinero ahora que antes por la educación de sus hijos porque pagan a cada uno de los profesores, que deberían cobrar del Estado. Si vamos a foros internacionales son estas las situaciones que denunciamos, pero estos foros también deberían servir para rendir cuentas, cosa que en la actualidad no ocurre.

Relacionado con esto, se dice que uno de los mayores avances de los ODM ha sido en el ámbito educativo. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

No puedo hablar de todo el mundo, pero si miro la realidad de África, al menos la que yo conozco, creo que estamos en el punto de partida.

Es políticamente incorrecto. Va en contra de cierto optimismo institucionalizado en relación a esos logros supuestamente alcanzados.

Bueno, creo que es una cuestión de ser honesto con uno mismo y con la realidad donde vives. En mi país, por ejemplo, hay cierto orgullo al mirar las estadísticas en las que se dice que en un año se ha pasado de un millón a un millón y medio de personas que han accedido a la educación. Sin embargo, la realidad es que a toda esa gente se la ha obligado a registrarse en las escuelas para inflar las estadísticas. Pasado un mes o dos han tenido que dejar el colegio porque no tenían recursos para abonar las cuotas y no han terminado ni siquiera ese primer año de estudios. Las estadísticas, por tanto, engañan solo a algunos. Le daré otro ejemplo que refleja esta realidad. Se ha anunciado públicamente, también en los medios de comunicación social, que la educación primaria estaba financiada por el Gobierno. Esto ha provocado que muchísimas familias se negaran a pagar las tasas escolares, aunque antes lo hacían, porque teóricamente ya lo hacía el Estado. Sin embargo, como el Gobierno no pagaba y las familias tampoco, los profesores se han quedado sin salario a fin de mes, motivo suficiente para que muchos hayan abandonado su trabajo.Otro ejemplo: si hay guerra no hay clase. La guerra es incompatible con la educación. Y esto también forma parte de la realidad. No ha habido ningún momento histórico en la actualidad en el que haya habido paz en todo el mundo. Por contra, en algunos lugares siempre hay guerra. No se trata de ser políticamente correcto, sino de explicar la realidad. Acabo con los ejemplos. En mi propio país se ha hecho una apuesta por construir escuelas que ni tienen estudiantes ni profesores. Y aunque se haya hecho esta fuerte inversión levantando unos 1.000 colegios o proponiendo una educación gratuita entre los tres y los 16 años, al final, los salarios de los profesores permanecen inalterables, no se forma personal docente nuevo… Con lo cual, las escuelas se quedan vacías.

Por lo que nos comenta hay un reto fundamental: conseguir una educación de calidad. Mientras, tenemos que luchar para conseguir la igualdad entre niños y niñas, la reintegración al sistema de ex niños soldado… ¿Alcanzar el objetivo se plantea como algo utópico?

Entiendo que hay muchas realidades que progresan en diferentes niveles. Un profesor de Química que se formó en el año 2000 se tiene que actualizar, al igual que los estudiantes, porque estamos en 2016. Para ello necesitamos financiación, una vez más. Confiamos que por este camino novedoso en la enseñanza, el de reciclarse, hay una alternativa que puede cambiar muchas cosas. Tenemos muchos alumnos que pierden sus libros de texto. Sin embargo, tenemos varias asociaciones que están imprimiendo libros de texto para los estudiantes. Es decir, si tenemos más posibilidades de imprimir los libros, los precios se reducirán y los estudiantes podrán conseguirlos. Esto es también un progreso para la población. Se puede apreciar también cómo las chicas están interesadas cada vez más en ir a la escuela y a la universidad a estudiar materias que antiguamente no estábamos acostumbrados a ver. Todo esto en las ciudades, porque si te adentras en las zonas rurales, en una familia con siete hijos, donde los padres no tienen dinero para enviar a todos al colegio, las niñas son automáticamente dispuestas para esperar a un marido. Estas chicas se quedarán embarazadas de unos niños que tampoco irán a la escuela. Y el analfabetismo no se reducirá. Esta es más o menos la realidad. Resumiendo: hay muchos desafíos y objetivos que se han alcanzado pero todavía tenemos un largo camino por recorrer. No quiero ser fatalista y decir que todo está perdido. No. Quiero decir que tenemos que trabajar más y más y, sobre todo, convencer a la gente del trabajo que queda por hacer en el campo de la educación.

¿En las zonas rurales la educación sigue manteniéndose, en buena medida, gracias a la solidaridad internacional?

Cuando hablamos de cooperación internacional lo hacemos de Estados. Si vas a Kenia o Tanzania, el país donante envía el dinero al Gobierno, este al ministro de Educación y este lo debería enviar a las zonas rurales. Pero la realidad es que se conforman con distribuirlo alrededor de las ciudades donde ellos viven. En Kinshasa, la capital de mi país, puedes observar cómo se han abierto escuelas, y la televisión local ha mostrado que son muy buenos centros. Y lo son, no lo niego. Pero también es cierto que el ministro todavía no ha viajado al centro o al norte del país. En estos lugares hay algunas organizaciones internacionales que tratan de llegar a un acuerdo con las autoridades y con ONG locales, colaboración de la que surgen situaciones geniales. Conozco a una ONG holandesa que trabaja de manera brillante en un pueblo a miles de kilómetros de Kinshasa. Y no se trata de cooperación entre naciones como Holanda y mi país, sino de una cooperación a escala local para el bien de la población. Han construido una carretera para conectar el pueblo con la ciudad con el fin de que puedan vender maíz, café y otros productos importantísimos en la región. Otras grandes ONG que trabajan en la capital nunca hubieran llegado a este pueblo.

Se dice que Boko Haram en el entorno del lago Chad ha podido destruir unas 1.100 escuelas. Noticias como estas, que deberían ser portada en cualquier periódico del mundo, no lo son. ¿Qué le parece?

Boko Haram es sinónimo de guerra. Estoy seguro de que los medios de comunicación no pueden acceder a las zonas donde actúa este grupo. Por lo tanto, solo cuando han pasado estas situaciones desastrosas es cuando tienen repercusión. No tengo dudas de que el Gobierno de Chad informa en la medida de sus posibilidades. En este línea, aquí es donde tiene sentido trabajar con el Servicio Jesuita a Refugiados, que si tiene incidencia a nivel global también lo puede tener a nivel mediático.

¿Qué espera de los ODS en África en términos de educación?

La clave es que los países sean responsables. Puedes tener éxito si eres responsable. El cambio en África vendrá desde el liderazgo. Occidente tiene liderazgo. Pero si nuestros líderes son responsables, el desarrollo de África vendrá por sí mismo.

El relator de Naciones Unidas dijo hace unos años que “La educación no es uno de los ODM, sino el objetivo”. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

Lo apoyo. Estoy completamente de acuerdo. Pero reitero: al final se trata de una rendición de cuentas, de ser responsables desde los Gobiernos.