Adèle Haenel: A Francia ‘se le ha ido el tren’ del #MeToo
Elian Peltier 25/02/2020 |
Fue la primera actriz de alto perfil en denunciar abuso en la industria del cine francés. En entrevista dice que su país debe hacer más por las víctimas de agresión sexual.
PARÍS — Cuando Adèle Haenel dijo el año pasado que de niña fue víctima de abuso por parte de un director de cine, se convirtió en la primera actriz prominente de Francia en hablar públicamente sobre el abuso en la industria francesa del cine. Para entonces, el movimiento #MeToo (#YoTambién) ya tenía dos años.
Las familias debatieron sobre su caso en casa. Los colegas lo discutían en las oficinas. Brigitte Macron, la primera dama de Francia, dijo que Haenel, de 31 años, merecía “gran respeto”.
En una entrevista reciente con The New York Times —la primera que Haenel brinda después de sus acusaciones en noviembre— la actriz llamó al gobierno del presidente francés, Emmanuel Macron, a aumentar los esfuerzos para combatir la violencia contra las mujeres.
“El sistema judicial debe cambiar para tratar mejor a las víctimas de violencia sexual”, dijo. “En todos los niveles”.
El director Christophe Ruggia, a quien Haenel acusó de acoso sexual y tocamientos inapropiados que empezaron cuando tenía 12 años, según ha dicho la actriz, ha negado las acusaciones a través de sus abogados. En enero se le imputó por ataque sexual a una menor de 15 años y actualmente hay una investigación en curso.
Aunque Haenel ha guardado silencio después de ventilar las acusaciones, se han dado a conocer historias similares, entre ellas una acusación de la fotógrafa Valentine Monnier, quien dice que el director de cine Roman Polanski la violó en 1975, cuando ella tenía 18 años. (Polanski niega la acusación, aunque antes ya se ha declarado culpable de tener “relaciones sexuales ilegales” con una menor de 13 años en Estados Unidos).
Otras mujeres también salieron a la luz después de que Haenel lo hiciera y llamaron la atención hacia los abusos en las esferas de la literatura y los deportes.
Unas semanas antes del lanzamiento de su película más reciente, Retrato de una mujer en llamas, Haenel concedió una entrevista en París y más tarde una conversación telefónica. La transcripción de ambas ha sido editada a continuación por cuestiones de claridad y espacio.
Hace tres meses compartiste tu historia y desde entonces no has hecho declaraciones públicas. ¿Cómo fue recibido tu testimonio?
Mi historia fue como el último gramo que se agrega a una reacción química que hizo que todo fuera evidente. Resonó porque la sociedad francesa había pasado por un proceso de reflexión sobre el #MeToo.
Soy parte del mundo del cine pero hoy quiero escuchar de mujeres en otros ámbitos, en la academia, en las organizaciones. La enorme cantidad de cartas manuscritas, mensajes, correos electrónicos de mujeres y también de hombres que se conmovieron con mi historia me hizo darme cuenta de que en Francia nos hacen falta historias en los medios sobre los sobrevivientes de la violencia sexual.
¿Cómo dirías que el #MeToo se ha desarrollado en Francia?
Hay una paradoja del #MeToo en Francia: es uno de los países que más lo ha seguido en redes sociales, pero desde una perspectiva política y cultural, a Francia se le ha ido el tren por completo.
Muchos artistas confundieron, o quisieron confundir, la distinción entre comportamiento sexual y abuso. El debate se centró en la cuestión de la “libertad de importunar” [de los hombres] y en el supuesto puritanismo de las feministas. Pero el abuso sexual es abuso, no libertinaje.
Sin embargo, la gente está hablando de ello y el #MeToo ha dejado su marca. Francia está hirviendo con dudas sobre el tema.
¿Eso cómo te ayudó a contar tu historia?
Me ayudó a darme cuenta de que la mía no era solo personal, sino una que muchas mujeres y niños arrastran. Pero no me sentía lista para compartirla cuando surgió el #MeToo. Me llevó mucho tiempo recorrer el trayecto personal para llegar a considerarme víctima. Tampoco creo que me moví de manera más rápida que la sociedad francesa.