Nadie quiere gobernar en la cuna de la ‘Ndrangheta
Daniel
Verdú, El Pais, 25 JUN 2018
corazón de la mafia calabresa y escenario de sangrientas reyertas, lleva sin
celebrar elecciones desde 2008 porque nadie se atreve a presentarse como
alcalde
San Luca,
corazón de la ‘Ndrangheta en Calabria. D. V. |
Al final
de una carretera de curvas, justo donde comienza el escarpado Aspromonte
calabrés y se diluye el efecto de las leyes que rigen Italia, se abre una
grieta donde late el
corazón de la ‘Ndrangheta. La mafia más peligrosa de Europa tiene
aquí sus raíces, un lugar que otorga el más alto pedigrí a sus principales
familias. Los Pelle-Vottari y los Nirta-Strangio han comandado desde este
pequeño pueblo de 3.700 habitantes una organización internacional que, durante
décadas, ha manejado escondida en búnkeres las principales asignaturas del
crimen organizado. Pero cuando han venido mal dadas, también han dirimido con
sangre sus rencillas internas. Las
consecuencias llegaron a miles de kilómetros con la matanza de Duisburgo
(Alemania) en 2007, el bautismo de sangre internacional de la ‘Ndrangheta,
donde murieron seis personas (cinco de este pueblo) y el mundo descubrió el
poder de una mafia que se extiende por contagio. Un detalle que permitiría
entender que nadie quiera presentarse aquí como alcalde.
el Corleone calabrés, es una isla en Italia. El pueblo vive ajeno al resto de
polémicas del país. Aquí no se habla de Matteo Salvini, del buque de
rescate Aquarius o de los líos con las vacunas. Este no es un lugar
de paso. La carretera serpentea hasta la plaza de la Iglesia, justo donde
empiezan los montes que ocultaron en los ochenta a 147 hombres y mujeres que la
organización secuestró para hacer caja y refundar el negocio en un imperio de
tráfico de cocaína. Más allá solo está el Santuario de la virgen de Polsi,
donde durante años, cada 2 de septiembre, se reunieron los capos de la
organización para hacer balance y ajustar la estructura. No son bienvenidos los
curiosos. Un ciclomotor con dos chavales da vueltas alrededor del forastero que
traspase la entrada hasta que vuelva a marcharse.
Luca fuera un pueblo normal, este fin de semana habría tocado poner las urnas y
buscar un nuevo alcalde. Pero este domingo se celebró la segunda vuelta de las
elecciones de 761 Ayuntamientos de Italia y, por tercera vez consecutiva, aquí
nadie ha querido presentarse. El último alcalde fue Sebastiano Giorgi, que
llegó en 2008 como símbolo antimafia y cinco años después le cayeron seis años
de prisión por favorecer los intereses de la ‘Ndrangheta. “¿Me ve usted
cara de tonto? Aquí no hay democracia”, protesta Giuseppe, un vecino apostado
en una valla.
Los vecinos de San Luca celebran la fiesta de la vírgen de Santa María de Polsi. Pacific Press |
Ayuntamiento se disolvió en 2013 por infilitración mafiosa, algo habitual en
Italia. En lo que va
de año ha pasado en otros 12 consistorios. Suelen ser unos meses. Se
buscan otros candidatos y se vuelve a empezar. Pero San Luca ha ido encadenando
administradores públicos sin que nadie se presentase. Salvatore Gullì, un
siciliano experto en la materia, gestiona este lugar desde 2015 lo mejor que
puede. Todo está más limpio, el cartel de la entrada ya no está cosido a
balazos. Los vecinos pagan el agua y la luz, presume. Pero todo es un parche.
“Somos sustitutos de la democracia. Es justo que vuelva a haber una persona
elegida por el pueblo de San Luca. Aquí no se vota desde 2008. Y hay un
problema de desconfianza. Este Ayuntamiento tiene un pasado conocido en todo el
mundo. Pero el Estado ha demostrado aquí su presencia. Ahora hay unas reglas y
si una persona quiere presentarse democráticamente hay que valorarlo y algunas
situaciones no lo consienten”. La principal, su vínculo con la ‘Ndrangheta.
En lo que
va de año el Estado ha disuelto 12 consistorios por infiltración mafiosa
por la tarde, en una reunión municipal con vecinos y el delegado del Gobierno,
se discute sobre el futuro del pueblo. La villa no tiene una lira (moneda
anterior al euro) y nadie quiere visitarlo. Un empresario de Confindustria —la
patronal italiana— propone crear un parque temático de la ‘Ndrangheta. “Es una
marca internacional que debemos aprovechar”, lanza sin pestañear. Los vecinos
le miran alucinados. Muchos han estado en la cárcel. Otros han perdido a
familiares o han dejado de hablarse con el tipo de la puerta de al lado.
Demasiada sangre. Se monta el guirigay en la sala y varias mujeres vestidas de
negro se revuelven contra el mito de la ‘Ndrangheta. Paparruchas, dicen. Pero
Salvatore, un tipo fornido que lleva dos horas aguantando de pie el calor,
protesta con voz ronca. Pasó 25 años en la cárcel por secuestros en el
monte. “Los que hemos pagado una larga condena no encontramos trabajo. Nadie
nos quiere contratar en empresas públicas”. Y aquí, o trabajas para la región
cortando matojos, o para la ‘Ndrangheta.
El pueblo
lo gestiona un administrador del Gobierno desde hace cuatro años
problemas se arreglaban antes con una charla. Los capos familiares entraban y
salían sin rubor del Ayuntamiento. El apellido era el mensaje. Pero Gullì
colocó un interfono en la puerta y obligó a todos los visitantes a dejar su
documentación antes de acceder para hablar con cualquier funcionario. Nunca es
suficiente. Su gestión, impecable desde el punto de vista administrativo, tiene
detractores en el apartado de fondo. “Como en otros Ayuntamientos víctimas de
las mafias, serían necesarios un intenso trabajo de formación y reconstrucción
del tejido civil que no puede ser confiado solo a un comisario del Estado”,
señaló la presidenta de la comisión parlamentaria antimafia, Rosy Bindi. Pero
San Luca no es como los otros Ayuntamientos.