La política fronteriza de Biden sigue separando a las familias
James Dennis Hoff. La izquierda Diario, 5/7/2021.Miles de niñas y niños continúan separados de sus familias y aún más son separados cada día con la política migratoria de Biden.
A principios de esta semana, los principales medios de comunicación se mostraban entusiastas con la noticia del emotivo reencuentro de varias familias que fueron destruídas por la política de inmigración de Estados Unidos. Acompañadas de videos de hijos y nietos que abrazan a padres y abuelos perdidos hace mucho tiempo, estas historias se han enmarcado como el final de la desagradable política de “tolerancia cero” del expresidente Donald Trump hacia los inmigrantes y el comienzo de un nuevo enfoque más sensato y humanitario para la llamada crisis migratoria. Sin embargo ls hechos cuentan otra historia.
Son sólo cuatro las familias que se han reencontrado hasta ahora de las aproximadamente 5.500 familias separadas en la frontera desde 2017. Aunque los representantes del Grupo de Trabajo de Reunificación Familiar (Family Reunification Task force) de la administración Biden dicen que están trabajando para unir a muchas más familias, estas reunificaciones no son permanentes. De hecho, la mayoría de los padres y madres que ahora se están reuniendo con sus hijos, algunos de los cuales ya son adultos, pronto se verán obligados a regresar a sus países de origen, ya que solo se les está otorgando un permiso temporal para permanecer en los Estados Unidos debido a lo que llaman la “libertad condicional humanitaria”. Aunque sin duda, para las familias involucradas, que han enfrentado dificultades inimaginables, el reencuentro es un resultado muy esperado, desde un punto de vista más general, estas reunificaciones se llevan a cabo para tapar las críticas a las políticas de inmigración crueles y punitivas.
Obviamente, también son parte de los intentos continuos de la administración Biden y del establishment liberal de rehabilitar la legitimidad de Estados Unidos después de Trump y frente a la actual pandemia de coronavirus y la crisis económica mundial. Si bien es cierto que Biden ha revertido algunas de las peores políticas de inmigración de Trump, y aunque su administración ha acordado un ligero aumento en la cantidad de refugiados que Estados Unidos admitirá este año, el problema de la separación familiar sigue siendo muy grave. No solo hay miles de familias que permanecen separadas, sino que cada día, más familias son destruídas en la frontera sur gracias a la política de inmigración de los Estados Unidos, que continúa obligando a los migrantes a esperar en México durante años mientras esperan las decisiones judiciales sobre sus peticiones de asilo.
Bajo la política de “tolerancia cero” de Trump, los migrantes que buscaban asilo o el estatus de refugiados eran separados regularmente de sus hijos, perseguidos, procesados y deportados rápidamente a sus países de origen u obligados a esperar en México. Los hijos de estos migrantes permanecieron bajo custodia durante meses o incluso años después de que sus padres fueran deportados antes de ser entregados a los cuidadores en los Estados Unidos o colocados en hogares de guarda. Estos niños a menudo fueron abusados y maltratados mientras estaban detenidos o por parte de las familias de guarda que los adoptaron temporalmente, y muchos de ellos ahora muestran signos de trastorno de estrés postraumático. Mientras tanto, sus padres y madres no tenían idea de lo que les había sucedido a sus hijos, dónde estaban o cómo comunicarse con ellos. Se desconoce el destino de muchos de estos padres, que fueron devueltos a los mismos países de los que habían huido debido a amenazas de muerte y violencia. Como informa el New York Times, todavía no se puede encontrar a los padres de al menos 545 niños.
Since taking office, Biden has made changes to Trump’s “Zero Tolerance” policy but continues to enforce both Title 42, which requires immigrants “illegally” crossing the border to be immediately deported, and what has now come to be called the “wait in Mexico” policy, which forces migrants to wait on the southern side of the U.S.-Mexico border while their claims for asylum are considered. This policy is in many ways worse than Trump’s “remain in Mexico” policy that Biden supposedly repealed, since it offers no guarantee of a hearing but merely a vague promise of possible entry at a later date. With regards to Title 42, Biden has ended the brutal policy of forcibly separating children from their families. Now, however, rather than being forcibly separated, immigrants are simply being summarily deported with their children, often without even the chance to make a claim for asylum, and told to wait.
Desde que asumió como presidente, Biden ha realizado cambios en la política de “tolerancia cero” de Trump, pero sigue aplicando el Título 42 (Title 42), que exige que los inmigrantes que cruzan la frontera “ilegalmente” sean deportados de inmediato, y lo que ahora se ha denominado la “espera en México” (wait in Mexico), que obliga a los migrantes a esperar en el lado sur de la frontera entre Estados Unidos y México mientras se evalúan sus solicitudes de asilo. Esta política es en muchos sentidos peor que la política de Trump de “permanecer en México” que supuestamente Biden derogó, ya que no ofrece garantía de una audiencia, sino simplemente una vaga promesa de una posible entrada en una fecha posterior. Con respecto al Título 42, Biden ha puesto fin a la política brutal de separar por la fuerza a los niños de sus familias. Sin embargo, en lugar de ser separados por la fuerza, los inmigrantes son deportados sumariamente con sus hijos, en general no tienen la oportunidad de presentar una solicitud de asilo, y se les dice que esperen.
Esta política no se aplica a los menores no acompañados, quienes en cambio son puestos bajo la custodia de ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) y son llevados a viviendas para migrantes, similares a aquellas donde se mantenía a los niños durante la administración Trump. El resultado de esto es un número cada vez mayor de niños que llegan a la frontera de los Estados Unidos sin compañía, ya que esa es la única forma de evitar la deportación. De hecho, desde que Biden asumió el cargo, el número de menores no acompañados que ingresan a Estados Unidos se ha disparado. Solo en marzo, más de 18,000 niños ingresaron a los Estados Unidos sin un padre o tutor legal, y cada uno de esos niños representa una familia separada y destruida gracias a la política de los EE. UU.
Producto de estas políticas, miles de familias que han sido deportadas desde que Biden asumió y los muchos miles que fueron deportados antes, se encuentran esperando en campamentos en el lado sur de la frontera mexicana, y muchos de ellos están decidiendo enviar a sus hijos a Estados Unidos solos. Esta dolorosa decisión, que ningún padre o madre debería tener que tomar nunca, se toma a diario en campamentos en todo México, donde las familias suelen dormir a la intemperie, son víctimas de abusos y violencia sexual y tienen pocas oportunidades de trabajo, y donde las y los niños suelen no tener acceso a la educación. Todo esto está sucediendo con la colaboración del llamado presidente progresista de México, Manuel López Obrador (AMLO), quien, desde que fue electo, ha conspirado tanto con Trump como con Biden para utilizar a la recién formada Guardia Nacional Mexicana para actuar como el perro guardián de la frontera de Estados Unidos.
Esta situación es indudablemente trágica, aunque no es simplemente una consecuencia inevitable de una política de inmigración más humana, como han afirmado muchos defensores de Biden. De hecho, es el resultado inevitable de la lógica distorsionada de las fronteras y la política imperialista de los Estados Unidos, que creó la crisis de inmigración, y que sigue utilizando esa crisis y la política de fronteras cerradas para crear toda una subclase de trabajadores desesperados e hiperexplotados, para que el capital los use y los descarte como mejor le parezca. Incluso los progresistas como Bernie Sanders afirman que las fronteras abiertas solo empeorarían las condiciones al aumentar el número de trabajadores explotados, el hecho es que la combinación de la amenaza constante de deportación y el estatus ilegal de los trabajadores inmigrantes, es lo que motoriza dicha explotación. Las fronteras abiertas no solo permitirían que las familias permanezcan íntegras y migren según sea necesario, sino que también permitirían a los trabajadores migrantes las protecciones legales para ayudarlos a defenderse sin temor a la deportación y a organizarse junto con los trabajadores nacidos en Estados Unidos. Cualquier otra medida que no implique mantener las fronteras abiertas es inaceptable e inhumana.