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Historia. El día que Estados Unidos invadió República Dominicana

Abril Lovegood, La Izquierda Diario, Un día como hoy, 28 de abril de 1965, EEUU invadía República Dominicana, movilizando marines para defender sus intereses en la isla. No sería ni la primera ni la última vez que el país imperialista impondría por la fuerza su agenda en algún país latinoamericano.

República Dominicana está ubicada en la isla “La Española” que comparte junto con Haití. Desde el nombre de la isla, podemos rastrear su pasado cargado de interferencias extranjeras. Desde el siglo XV está marcada por esto, ya que fue el primer lugar donde se asentaron las expediciones lideradas por Cristóbal Colón.

A lo largo de los siglos República Dominicana estuvo ocupada por España, brevemente por Haití, para ser finalmente invadida por Estados Unidos en 1916, quienes al retirarse dejaron gobernadores adeptos. Durante 30 años el país vivió bajo la violenta y asesina dictadura de Rafel Leónidas Trujillo, que terminó con su asesinato en mayo de 1961.

Tenemos que tener en cuenta que para este momento, Centroamérica se encontraba bajo la influencia de la Revolución Cubana, que en 1959 sacudió al mundo entero, generando oleadas de simpatía pero también de temor en las burguesías y las élites dominantes de cada país. En América se extiende el miedo a que las ideas socialistas y comunistas se propaguen. Estados Unidos no pierde tiempo en su contraofensiva, con políticas como la Doctrina de Seguridad Nacional o el Plan Cóndor.

En este clima ganara las elecciones Juan Bosch, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, en febrero de 1963. En abril de ese mismo año se proclama una nueva constitución, que da cuenta del nuevo clima de apertura. Se otorgan derechos impensados hasta el momento para el país, como derechos laborales y de libertad sindical, incluyendo la participación obrera en las ganancias de las empresas.
También se prohibió el latifundio, y se reconoció el derecho a la tierra, solo para “personas físicas dominicanas” impidiendo que extranjeros compren tierras productivas. Al mismo tiempo se reconocieron los derechos humanos y políticos plenamente.

Sin embargo, la presidencia de Juan Bosch duró solo 7 meses, ya que fue derrocado por un golpe de estado, que instaura una Junta militar. En los años siguientes el país atraviesa una crisis política que lleva a la llamada “revolución constitucionalista” de abril de 1965.

Estalla la revuelta

El 24 de abril comienza la revuelta en dos campamentos militares y se extiende la noticia mediante la radio, los rebeldes junto a periodistas y civiles toman la emisora oficial del gobierno exigiendo reinstaurar al depuesto gobierno de Juan Bosch, junto a la constitución de 1963.

Durante los días siguientes, los rebeldes van ganando terreno y se enfrentarán a la Junta militar que pide la ayuda del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA). Aun así, en los primeros días el gobierno cuenta con el apoyo de solo 500 soldados, mientras los rebeldes suman 1300 militares sublevados. El resto de las Fuerzas Armadas se mantiene al margen.

Revuelta constitucionalista, los rebeldes salen y toman las calles.

El 25 de abril los rebeldes toman el Palacio Nacional, lo que provoca el fuerte ataque por parte del gobierno militar, primero con 4 aviones que ametrallan el edificio, y luego lo bombardean. La fuerza aérea y la marina se posicionan así junto al gobierno militar. Sin embargo, luego de múltiples enfrentamientos y la incorporación de distintos sectores de la población a la sublevación, los rebeldes logran asaltar la fortaleza Ozama donde hacen 700 prisioneros.

La tarde de ese 28 de abril se forma la “Junta Militar de San Isidro”, formada por militares de segundo o tercer nivel y que responde a Washington. Ellos plantean pedir la ayuda “oficial” de Estados Unidos para contener a los rebeldes.

La Doctrina de Seguridad Nacional, detrás de la invasión

En este contexto se pone el foco en el “supuesto comunismo” de la rebelión, aunque no había pruebas de que se quisiera instaurar un orden de tal tipo, sino que se buscaba restituir el gobierno que había sido derrocado por el golpe de estado. Debemos considerar que los acontecimientos se dan en medio de la Guerra Fría, y de lo que en América Latina se expresó como la “Doctrina de Seguridad Nacional” promovida por EEUU para controlar tanto a grupos armados como a las poblaciones civiles. Lo hicieron entrenando a militares de distintos países en técnicas de contrainsurgencia o en muchas ocasiones promoviendo golpes de estado como el realizado en Guatemala contra Arbenz en 1954, impulsado directamente por la CIA, y que implementó un fuerte ataque hacia las conquistas sociales y económicas logradas anteriormente por los trabajadores.

En este marco y utilizando la excusa de “ayuda humanitaria” ese 28 de abril desembarcaron 536 marines en suelo dominicano, a los que luego se suman tropas aerotransportadas y crean una “zona de seguridad internacional” alrededor de la embajada estadounidense.

Mientras todo esto pasaba el presidente Johnson da varios discursos donde refuerza el sentido “humanitario” de la intervención, a la vez que insiste en los vínculos con el comunismo para justificarla.

Luego de varios días de enfrentamientos, y donde las fuerzas rebeldes no pueden sobrepasar a las del gobierno militar aliadas ahora con las estadounidenses, se intentó avanzar en una salida diplomática, y se crea un gobierno de coalición, llamado “Gobierno de Reconstrucción Nacional” que asume el 7 de mayo de 1965.

Al año siguiente se realizan finalmente nuevas elecciones, pero Joaquin Balaguer le gana a Juan Bosch gracias a la propaganda derechista y la presencia (¡todavía no se iban!) de los marines yanquis.

Aunque la guerra civil quedó atrás, la influencia imperialista estadounidense no lo hizo. Influencia que comenzó con la primera invasión formal a principios de siglo, que la dictadura de Trujillo no modificó, y los eventos de 1965 no hicieron más que profundizarla.

En los años siguientes, si bien no volvió a invadir físicamente la isla, el imperio se aseguró de que República Dominicana no solo no se convierta en una “segunda Cuba” sino que tampoco pueda elegir un gobierno independiente que pueda afectar sus intereses económicos y geopolíticos en la isla.