Soñemos un poco: Fatima Karamazov elegida primer ministro de un nuevo país, la República de Canaán
Fausto Giudice 27/01/2020 |
El artículo de Gideon Levy que publicamos y tradujimos al francés y al árabe ayer (One person, one vote for Israel-Palestine, trad. espaénola pendiente: Una persona, un voto para Israel-Palestina) devuelve a la vida la siguiente ficción, escrita en 2003.- FG
Tradotto da Rocío Anguiano
A aquellos que le dicen “¡Tu estás soñando!”, Sami Aldeeb, el “palestino universal” que preside la Asociación por un solo estado democrático en Palestina/Israel (ASEDPI) suele contestarles: “¡Ah! ¿Vosotros preferís la pesadilla actual?” Debemos soñar.
Y para animarles a soñar, les propongo esta pequeña historia, escrita el 28 de septiembre de 2003, la víspera del tercer aniversario de la Intifada Al Aqsa, pero que resulta todavía actual, sobre todo tras el circo bufo de Ginebra. Que cada uno y cada una desarrollen esta historia, en el fondo totalmente realista, según su imaginación.
Fatima Karamazov Primera Ministra de un nuevo país: la República de Canaán
Jerusalén / Al Qods, 30 de enero de 2030 – Por primera vez en todo este siglo y por segunda vez en su historia, Israel cuenta con una mujer como Primer Ministro. Pero más importante que su sexo es la identidad de esta joven mujer –solo tiene cuarenta años- cuya coalición acaba de ganar las elecciones al Knesset, el parlamento israelí. En efecto, Fatima Karamazov es de padre ruso no judío –en la Unión Soviética era funcionario del Partido Comunista y ateo- y de madre palestina musulmana. Nacida en 1990 en Moscú, llegó con tres años a Umm El Fahm, de donde es originaria su madre. Sus padres se habían conocido en 1987 en Leningrado, en donde su madre estudiaba medicina.
Fatima Karamazov, dirigente de la Unión Eslava, en la actualidad el principal partido popular israelí, se presentaba como líder de una coalición llamada la Nueva Alianza, que reagrupa a 127 grupos y movimientos judíos y no judíos, entre los que se incluyen 42 palestinos y 50 mixtos. Su programa electoral, de una simplicidad revolucionaria, ha seducido al 32% del electorado, colocando a la NA muy por delante de los partidos tradicionales sionistas, que han obtenido porcentajes entre el 2 y el 15%. Ante la incapacidad de este montón de partidos para llegar a acuerdos mínimos, la Nueva Alianza ha sido la encargada de formar el nuevo gobierno y se va a encontrar un camino sembrado de obstáculos.
El Jerusalem Post en su información sobre los resultados de las elecciones incluye la imagen de una portada en forma de esquela, anunciando en grandes letras negras “La muerte del sionismo”. Ha’aretz, por su parte, presenta la imagen de una portada multicolor en la que se mezclan las banderas israelíes y las palestinas, proclamando en hebreo, árabe e inglés: “¡Bienvenidos a la República de Canaán!”
Entre los puntos más controvertidos del programa de la Nueva Alianza, se encuentran: el desmantelamiento del muro de 800 km que divide desde hace 25 años el país en dos, la adopción de un nuevo nombre para el país, la proclamación de una Constitución que se someterá a referéndum y el reconocimiento de todos los derechos civiles a los ciudadanos de la “zona B”, es decir, Cisjordania, Gaza y Jerusalén, anexionados entre 2008 y 2010, pero cuyos habitantes se vieron privados del disfrute de la plena ciudadanía israelí. Hay que recordar que esta anexión dio origen a la “Guerra de los seis meses” de 2011 contra Siria y la Republica Islámica de Iraq, que causó 50 000 muertos del lado israelí y 600 000 del lado sirio e iraquí. Nadie venció en esta guerra que marcó el inicio del declive israelí.
La Nueva Alianza lleva en su programa de gobierno una disminución del 25% del presupuesto militar, la reducción del servicio militar de tres años a un año y medio, la introducción de un servicio civil sustitutorio y la incorporación de los palestinos al ejército y la policía. Además, la Nueva Alianza ha prometido que permitirá a los trabajadores inmigrantes que lleven residiendo en el país al menos cinco años obtener la nacionalidad israelí o una tarjeta de residente para diez años. Pero lo que más ha alimentado los debates durante la campaña electoral ha sido el proyecto de Karamazov de cambiar el nombre del país y de enmarcar ese cambio en el proyecto de una Constitución sometida a referéndum. El nuevo nombre del Estado israelo-palestino podría ser: República de Canaán. El árabe se convertiría en lengua oficial junto al hebreo y el ruso, el inglés y el francés obtendrían la categoría de lenguas nacionales.
La Nueva Alianza ha ganado las elecciones porque ha sabido alcanzar una verdadera alianza entre los tres componentes principales del electorado: los inmigrantes eslavos y sus hijos, los judíos originarios de los países árabes y africanos y los “árabes israelíes”. Los artesanos de la campaña han sido los jóvenes nacidos en los “pueblos mixtos” creados por sus padres en Israel y en Cisjordania a partir del 2005 y que reagrupan a israelíes de nacimiento, inmigrantes eslavos y palestinos. La iniciativa procedía de los dirigentes de la Unión Eslava creada en 2002 por inmigrantes de la antigua Unión Soviética. La población de estos “pueblos mixtos” es hoy de unas 120 000 personas.
Esta “nueva mayoría” relativa es la primera manifestación en términos electorales de una realidad demográfica y será una mayoría absoluta cuando los cinco millones de habitantes de la “zona B” en edad de votar se conviertan en electores. Para hacerle un sitio a los nuevos elegidos de la “zona B”, la Nueva Alianza se plantea incrementar el número de escaños del Knesset (Majlis en árabe) de los 120 actuales a 201.
El “Frente sionista de rechazo” que reúne a 17 grupos fundamentalistas, previno de que si ganaba Karamazov, “reduciría el país a cenizas antes de entregarlo atado de pies y manos a las hordas musulmanas y cristianas”. Karamazov que ha estado protegida durante toda la campaña electoral por un centenar de guardaespaldas voluntarios, la mitad rusos y la otra mitad palestinos, prometió también una amnistía general para todos los presos políticos y militares, tanto palestinos como judíos disidentes.
Si el sionismo ha muerto el 30 de enero de 2030, está todo por hacer para que el nuevo país se convierta en una realidad estable y tangible. Mientras tanto, el nuevo gobierno debería reflejar la composición demográfica del país, con aproximadamente el mismo número de ministros judíos y no judíos. Se cree que un cristiano palestino será propuesto como Ministro de Justicia y una descendiente de etíopes como Ministra de Deportes. El Ministro de Interior y el de Defensa podrían ser judíos de origen marroquí e iraquí. El Ministro de Asuntos Exteriores sería el número dos de la Unión Eslava, Konstantin Fédorov, también nacido en 1990 de padres emigrados de la Unión Soviética y totalmente desvinculados del judaísmo desde hace tres generaciones. Durante toda la campaña electoral Fédorov se negó a responder a la pregunta: “¿Es usted judío?” alegando que “Ese es un asunto privado y no público. Cuando los israelíes comprendan esto, podrán por fin constituir una sociedad humana normal y corriente”.
¿Será Jerusalén – Al Qods la capital de una nueva República universal? Con la elección de Karamazov, este sueño se convierte por fin en realidad. Y la nueva Primera Ministra cuenta con una aliada de peso: la Presidenta de Estados Unidos Marta Emilia Hernández, dirigente de la Rainbow Coalition (Coalición Arco Iris), actualmente en el ecuador de su segundo mandato (fue elegida en 2024 y reelegida en 2028) y que ha sido un modelo para Fatima Karamazov. Marta Hernández ha sido la primera en dirigir un largo y afectuoso telegrama de felicitación a Karamazov, cuyo primer viaje oficial debería tener como destino Washington. Actualmente está poniendo a punto la agenda de una gira que la llevará por las principales capitales de la región y del mundo para hacer oír la voz de un “nuevo país.”