17 objetivos no cumplidos por USA al asesinar al general Soleimani
Sergio Rodríguez Gelfenstein 09/01/2020 |
En el siglo VI antes de Cristo, específicamente durante en el año 550 (un poco más de 2.300 años antes que surgiera Estados Unidos) Ciro II el Grande, quien había unificado a los persas conquistó Babilonia, Siria, Irak y parte del Asia Menor.
Una de las características de su gobierno fue tratar a los países sometidos con respeto a sus costumbres y tradiciones y hasta con magnanimidad, generando un concepto novedoso en la antigüedad. Su hijo Cambises II continuó su labor tomando Egipto y creando el mayor imperio conocido en la región en toda la historia.
Mucho más recientemente, durante la penúltima década del siglo pasado Irán derrotó a Irak tras una guerra de 8 años a pesar que Saddam Hussein recibió el apoyo financiero, militar y político de Occidente en el afán de destruir la revolución islámica.
Sólo Donald Trump con su ignorancia y arrogancia habitual puede justificar la barbarie cometida diciendo que “Irán nunca ganó una guerra, pero nunca perdió una negociación».
Eso nos lleva a pensar que cuando intentamos buscar una explicación a los hechos ocurridos a partir del 3 de enero cuando Estados Unidos asesinó en territorio iraquí al general Soleimani – se debe partir necesariamente de aceptar que mientras en las decisiones políticas prime la ignorancia, resultará difícil por no decir imposible recurrir a un análisis racional que determine causas de tales acontecimientos.
Cuando no hay causas racionales, solo la prepotencia imperial y -en este caso- el afán de Donald Trump de relegirse en la presidencia de Estados Unidos recurriendo para ello a cualquier método, podría arrojar una explicación que entregue instrumentos para entender por qué se pretende llevar al mundo a la guerra permanente, destruir el sistema internacional, echar abajo todo lo avanzado por la humanidad para lograr una convivencia pacífica a través de un cuerpo de normas incluidas en el derecho internacional y que haga suponer que la utilización de la fuerza, la amenaza, el chantaje, la prepotencia y la guerra deben ser los instrumentos a través de los cuales se establezcan las relaciones entre las naciones y los pueblos en el planeta.
Pero inclusive cualquiera podría preguntarse si los designios que se propuso Estados Unidos fueron obtenidos. La contundente respuesta es no. Se produjo todo lo contrario, consiguieron propósitos que habían sido imposibles lograr en el pasado.
Lo primero es que el Ayatola Ali Jameneí, líder supremo de Irán se demoró menos de 12 horas en nombrar al general de brigada Esmail Qaani como sucesor de Soleimani, dando cuenta de la existencia de una fuerza militar estructurada a partir de un liderazgo compartido a través del cual los caídos pueden ser rápidamente sustituidos sin que se creen contratiempos ni alteraciones en el mando. Jamenei además expuso un alto contenido simbólico al expresar en el decreto de nombramiento: «Traspaso el comando de la Fuerza Quds al mayor general Esmail Qaani”. Es decir, fue una transferencia del mando o, dicho en otras palabras, dio a entender claramente la continuidad en la conducción de la Fuerza. Si el objetivo era “descabezar” a “Al Quds”, el mismo no fue logrado.
De otra parte, las declaraciones de Trump y Pompeo exponen un total desconocimiento del islam y de la relación que tienen los musulmanes con la muerte a diferencia de Occidente. Muchos menos del martirologio como la expresión más alta y el deseo supremo de todo musulmán para finalizar su vida