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Julian Assange ante el tribunal Informe de la audiencia del 21 de octubre

Craig Murray 05/11/2019
Me produjo una profunda conmoción presenciar lo sucedido ayer 21 de octubre en el Tribunal de Magistrados de Westminster (Westminster Magistrates Court). Todas las decisiones de ese tribunal fueron tomadas con desprecio hacia los argumentos y objeciones del equipo legal de Julian Assange, por una magistrada que apenas pretendía estar escuchando.

Tradotto da S. Seguí
Antes de pasar a la flagrante falta de un proceso justo, lo primero que debo destacar es la condición de Julian. Me sorprendió mucho la cantidad de peso que ha perdido mi amigo, el mucho cabello perdido en poco tiempo y la aparición de un envejecimiento prematuro y muy acelerado. Tiene una cojera pronunciada que yo nunca había visto antes, y desde su detención ha perdido más de 15 kilos de peso.
Pero su apariencia física no era tan impactante como su deterioro mental. Cuando se le pidió que diera su nombre y fecha de nacimiento, tuvo visibles dificultades durante varios segundos para recordar ambos datos. Más adelante haré referencia al importante contenido de su declaración al final de la audiencia, pero su dificultad para hacerlo fue muy evidente; fue una verdadera lucha para él articular su discurso y enfocar su línea de pensamiento.
Hasta ayer, yo siempre había sido discretamente escéptico con quienes afirmaban que el tratamiento de Julian equivalía a tortura, incluso cuando lo afirmaba Nils Melzer, Relator Especial de la ONU para la Tortura, y era escéptico con quienes sugerían que podría estar sujeto a tratamientos de drogas debilitantes. Pero después de haber asistido a juicios en Uzbekistán de varias víctimas de tortura extrema, y ​​haber trabajado con sobrevivientes de Sierra Leona y otros lugares, puedo afirmar que lo de ayer cambió mi opinión por completo: Julian mostraba exactamente los síntomas de una víctima de la tortura, particularmente en términos de desorientación, confusión y un gran esfuerzo real para afirmar su libre albedrío a través de la niebla de la impotencia adquirida.
Yo había sido aún más escéptico respecto de quienes afirmaron, como lo hizo un miembro importante de su equipo legal el domingo por la noche, que estaban preocupados por que Julian no pudiera vivir hasta el final del proceso de extradición. Ahora no solo lo creo yo también, sino que este pensamiento me persigue. Todo el mundo en esa sala pudo ver ayer cómo uno de los mejores periodistas y disidentes más importantes de nuestro tiempo está siendo torturado hasta la muerte por el Estado, ante nuestros ojos. Ver a mi amigo, el hombre más brillante, el pensador más rápido que he conocido, reducido a esa ruina incoherente y temblorosa, era insoportable. Sin embargo, los agentes del Estado, particularmente la cruel magistrada Vanessa Baraitser, no solo estaban preparados sino incluso ansiosos por tomar parte en esa pugna sangrienta. Concretamente, la magistrada le dijo que si era incapaz de seguir los procedimientos, sus abogados podrían explicarle lo sucedido más tarde. La cuestión de por qué un hombre reconocido, según los mismos cargos esgrimidos en su contra, como muy inteligente y competente había sido reducido por el Estado a un estado en el que era incapaz de seguir los procedimientos de un tribunal no le preocupó a la señora magistrada ni una milésima de segundo.
La acusación contra Julian es muy concreta: conspiración con Chelsea Manning para publicar los registros de la guerra de Iraq (Irak War logs), los registros de la guerra de Afganistán (Afghanistan War logs) y los cables del Departamento de Estado. Los cargos no tienen nada que ver con Suecia, nada que ver con el sexo y nada que ver con las elecciones estadounidenses de 2016. Es ésta una sencilla aclaración que los principales medios de comunicación parecen incapaces de comprender.
El propósito de la audiencia de ayer era la organización del proceso: determinar el calendario del procedimiento de extradición. Los puntos clave en cuestión por parte de la defensa de Julian fueron dos: solicitar más tiempo para preparar sus pruebas, y argumentar que los delitos políticos quedan específicamente excluidos del tratado de extradición. Con lo cual afirmaba que, por consiguiente, debería haber una audiencia preliminar para determinar si el tratado de extradición se aplica en absoluto.
Las razones dadas por el equipo de la defensa de Assange para tener más tiempo para prepararse fueron convincentes y brillantes: el equipo había tenido un acceso muy limitado a su cliente en la cárcel y no se les había permitido entregarle ningún documento sobre el caso hasta hace una semana. También se le acababa de facilitar acceso, limitado, a un ordenador, y todos sus registros y materiales relevantes habían sido incautados de la embajada ecuatoriana por el gobierno de los Estados Unidos. Es decir, Julian no tenía acceso a sus propios materiales con el fin de preparar su defensa.
Además, la defensa argumentó que estaban en contacto con los tribunales españoles sobre un caso legal muy importante y relevante en Madrid que proporcionaría evidencia vital que demostraría que la CIA había ordenado directamente espiar a Julian en la Embajada ecuatoriana a través de una empresa española, UC Global, contratada para ocuparse de la seguridad en ese lugar. Esta acción incluyó espiar conversaciones privilegiadas entre Assange y sus abogados para discutir su defensa contra estos procedimientos de extradición, que se habían estado iniciado en EE. UU. en 2010. En cualquier proceso normal, ese hecho sería suficiente para que los procedimientos de extradición fuesen desestimados. Por cierto, el domingo me enteré de que el material en español presentado en el tribunal, que había sido encargado por la CIA, incluye también una cobertura de video de alta resolución de Julian y yo discutiendo varios asuntos.
Las pruebas presentadas ante el tribunal español también incluyen un complot de la CIA para secuestrar a Assange, que revela la actitud las autoridades estadounidenses hacia la legalidad en este caso y el tratamiento que podría esperar en los Estados Unidos. El equipo de Julian explicó que el proceso legal español estaba teniendo lugar ahora mismo y que la evidencia sería extremadamente importante, pero podría no estar terminado y, por lo tanto, la evidencia no estar completamente validada y disponible a tiempo para el calendario propuesto actual para las audiencias de extradición de Assange.
Por parte de la fiscalía, James Lewis QC declaró que el Gobierno se opone firmemente a cualquier demora en la preparación de la defensa, y se opone firmemente a cualquier consideración independiente de la cuestión de si el cargo era un delito político excluido por el tratado de extradición. Baraitser tomó al vuelo las palabras de Lewis y declaró categóricamente que la fecha de la audiencia de extradición, el 25 de febrero de 2020, no podía modificarse. Ella estaba dispuesta a realizar cambios en las fechas de presentación de pruebas y respuestas antes de esto, y pidió un receso de diez minutos para que la fiscalía y la defensa acordaran estos pasos.
Lo que sucedió a continuación fue muy revelador. Había cinco representantes del gobierno de los Estados Unidos presentes (inicialmente tres, y dos más llegaron en el curso de la audiencia), sentados en escritorios detrás de los abogados. En ese momento, los abogados de la fiscalía se unieron inmediatamente a los representantes estadounidenses y luego salieron con ellos para decidir cómo responder en el asunto de las fechas.
Después del receso, el equipo de la defensa declaró que, en su opinión profesional, no podían prepararse adecuadamente si la fecha de la audiencia se mantiene en febrero, pero en el marco de de las instrucciones dadas por Baraitser, sin embargo, esbozaron un calendario propuesto para la entrega de pruebas. En respuesta, el abogado asistente de Lewis salió corriendo al fondo del tribunal para consultar nuevamente con los estadounidenses, mientras que Lewis le dijo al juez que estaba “recibiendo instrucciones de los que estaban detrás”. Es importante tener en cuenta que, al decir esto, no se estaba consultando a la Oficina del Fiscal General del Reino Unido, sino a la Embajada de los Estados Unidos. Lewis recibió sus instrucciones estadounidenses y decidió que la defensa podría tener dos meses para preparar sus pruebas (habían dicho que necesitaban un mínimo absoluto de tres), pero la fecha de la audiencia de febrero no puede ser cambiada. Baraitser emitió un fallo dando su acuerdo a todo lo que Lewis había afirmado.
En este punto, no estaba claro qué hacíamos allí sentados, asistiendo a esa farsa. El gobierno de los Estados Unidos estaba dictando sus instrucciones a Lewis, quien transmitía esas instrucciones a Baraitser, quien las presentaba como su decisión legal. La payasada podría también haberse simplificado, y hacer que el gobierno de los Estados Unidos se sentase en el banquillo para controlar todo el proceso. Ningún asistente podía creer que estaba en alguna parte de un proceso legal genuino, o que Baraitser estaba teniendo en cuenta, siquiera por un momento los argumentos de la defensa. Su expresión facial, en las pocas ocasiones en que miraba a la defensa iban desde el desprecio hasta el aburrimiento pasando por el sarcasmo. Cuando miraba a Lewis, en cambio, se mostraba atenta, abierta y cálida.
La extradición está siendo acelerada de acuerdo con un calendario dictado por Washington. Aparte del deseo de adelantarse a que el tribunal español pueda proporcionar pruebas de la actividad de la CIA en el sabotaje de la defensa, ¿qué es lo que hace que la fecha de febrero sea tan importante para los Estados Unidos? Agradecería cualquier sugerencia.
Baraitser desestimó la solicitud de la defensa de una audiencia previa por separado para considerar si el tratado de extradición se aplicaba en absoluto, sin molestarse en dar ninguna razón (posiblemente no había memorizado adecuadamente lo que Lewis le había estado ordenando que aceptara). Sin embargo, he aquí el Artículo 4 del Tratado de Extradición del Reino Unido / EE. UU. 2007 en su totalidad.
A primera vista, de lo que se acusa a Assange es la definición misma de un delito político, y si esto no es así, ¿entonces qué es? La acusación a Assange no está cubierta por ninguna de las excepciones especificadas. Hay muchas razones para considerar que la acusación está excluida por el tratado de extradición, y para hacerlo antes del largo y costoso proceso de estudiar todas las pruebas en caso de que el tratado se aplique. Pero Baraitser simplemente rechazó el argumento de inmediato.
En caso de que alguien tuviera dudas sobre lo que estaba sucediendo allí, en ese momento Lewis se puso de pie y sugirió que no se debe permitir que la defensa haga perder el tiempo del tribunal con tantos argumentos. Todos los argumentos para la audiencia sustantiva se deben dar por escrito por adelantado y se debe “aplicar una guillotina” (cita textual) a los argumentos y testigos, concediendo quizás cinco horas para la defensa. La defensa había sugerido que necesitarían más de los cinco días programados para presentar su caso. Lewis respondió que toda la audiencia debería terminar en dos días. Baraitser dijo que este no era el momento adecuado para acordar esto, pero que lo considerará una vez que haya recibido los paquetes de pruebas.
Baraitser culminó el asunto informando de que la audiencia de febrero se llevará a cabo, no en el Tribunal de Magistrados de Westminster relativamente abierto y accesible donde estábamos, sino en el Tribunal de Magistrados de Belmarsh, la sombría instalación de alta seguridad utilizada para el procesamiento legal preliminar de terroristas, adscrita a la prisión de máxima seguridad donde se encuentra Assange. Hay solo seis asientos para el público incluso en la sala más grande de Belmarsh, y el objetivo es evitar el escrutinio público y asegurarse de que Baraitser no vuelva a estar expuesta en público a un relato genuino de sus procedimientos, como éste que está usted leyendo. Es probable que yo no pueda asistir a la audiencia sustantiva en Belmarsh.
Claramente, las autoridades estaban en ese momento desconcertadas por los cientos de buenas personas que habían aparecido en apoyo de Julian. Esperan que sean muchos menos los que lleguen a Belmarsh, un lugar mucho menos accesible. Estoy bastante seguro (y recuerdo aquí que tuve una larga carrera como diplomático) de que los dos funcionarios adicionales del gobierno estadounidense que llegaron a la mitad de los procedimientos eran personal de seguridad armado, que se alarmaron ante la cantidad de manifestantes en torno a una audiencia en la que estaban presentes altos funcionarios de los Estados Unidos. El traslado a Belmarsh podría ser una iniciativa estadounidense.
El equipo de defensa de Assange se opuso enérgicamente a la mudanza a Belmarsh, en particular debido a que no hay salas de reunión disponibles para consultar a su cliente y a que su acceso a éste es muy inadecuado en la cárcel. Baraitser desestimó su objeción inmediatamente, con una mueca bien evidente.
Finalmente, Baraitser se volvió hacia Julian, le ordenó ponerse de pie, y le preguntó si había entendido los procedimientos. Él respondió negativamente, dijo que no podía pensar y dio síntomas de de desorientación. Luego pareció encontrar una fuerza interior, se incorporó un poco y dijo:
“No entiendo cómo este proceso puede considerarse equitativo. Esta superpotencia tuvo diez años para preparar este caso y yo ni siquiera puedo acceder a mis documentos. Es muy difícil, en mi caso, hacer algo. Estas personas tienen recursos ilimitados.”
Entonces, el esfuerzo pareció serle excesivo, su voz bajó y se mostró cada vez más confundido e incoherente. Habló de denunciantes y editores etiquetados como enemigos de la gente, luego informó sobre el robo del ADN de sus hijos y sobre el hecho de ser espiado en sus reuniones con su psicólogo. No estoy sugiriendo en absoluto que Julian estaba equivocado sobre estos puntos, sino que no podía enmarcarlos ni articularlos adecuadamente. Claramente no era él mismo, estaba muy enfermo y era terriblemente doloroso de ver. Baraitser no mostró ningún tipo de simpatía ni la menor preocupación. Observó con acidez que si no podía entender lo que había sucedido, sus abogados podrían explicárselo, y salió de la sala.
Toda esta experiencia fue profundamente perturbadora. Era muy claro que aquí no había habido un proceso genuino de reflexión legal. Lo que presenciamos fue una brutal demostración del poder del Estado y una imposición desnuda de los procedimientos por parte de los estadounidenses. Julian estaba en un estrado cerrado por un vidrio a prueba de balas, y yo y los otros treinta miembros del público que habíamos conseguido entrar estábamos en otro estrado detrás de más vidrio a prueba de balas. No sé si él podría verme a mí o a sus otros amigos presentes, o si fue capaz de reconocer a alguien. No dio ninguna indicación de que lo fuera.
En Belmarsh lo mantienen en completo aislamiento durante 23 horas al día. Se le permite hacer ejercicio durante 45 minutos. Cuando tiene que ser trasladado, evacúan los pasillos antes de que pase por ellos y cierran todas las puertas de las celdas para asegurarse de que no tiene contacto con ningún otro prisionero fuera del período de ejercicio breve y estrictamente supervisado. No hay justificación posible para que este régimen inhumano, utilizado contra los principales terroristas, se imponga a un publicista preso preventivo.
He venido catalogando y protestando durante años contra los poderes cada vez más autoritarios del Estado en el Reino Unido, pero el hecho de que el abuso más grave pudiera ser tan abierto y sin disfraces sigue siendo un shock. La campaña de demonización y deshumanización contra Julian, basada en mentiras del Gobierno y los medios de comunicación tras mentiras del Gobierno y los medios de comunicación, ha llevado a una situación en la que puede ser asesinado lentamente a la vista del público, y acusado de publicar la verdad sobre las acciones perversas del Gobierno, mientras no recibe ninguna asistencia de una sociedad “liberal”.
A menos que Julian sea liberado en breve, será destruido. Si el Estado consigue hacerlo, ¿quién será el próximo?