Bolivia: La orfandad que deja el caudillo
María Galindo 14/11/2019 |
El sentimiento de abandono y orfandad que deja ver el despegar a Evo Morales rumbo a México se siente en las calles. La gente me llama a la radio y rompe en llanto sin poder hablar, su sentimiento de debilidad y de abandono hacen que de la memoria se les borren por arte del dolor las violencias y arbitrariedades del caudillo, y que la gente lo añore como padre protector y benefactor.
Soy, entre muchos de mis oficios, testigo directa cotidiana de lo difícil que es sacarse un macho de encima para una mujer que sufre violencia y no deja de salírseme de la cabeza esa imagen cuando pienso en Bolivia.
Cuando el macho/el caudillo tira la puerta porque ha perdido el control sobre la vida y los afectos de su compañera, anuncia un apocalipsis. La acusa de destructora de la familia, exige y demanda que ella se sienta culpable.
¿Y saben qué? Al macho violento lo que más le importa no es cómo se quedarán las wawas, ¿Cómo se les puede explicar lo ocurrido, no? Lo que más le importa al macho violento que se va es quedar bien, por eso empieza a propagar todo tipo de descalificaciones contra su “víctima”, descalificándola, denigrándola y haciéndole un cerco para deslegitimarla.
Lo que más le importa al macho violento cuando se va es que ella no pueda recuperar su vida, sus sueños, sus planes y su alegría. Evo Morales está en ese juego precisamente, quiere presentarse internacionalmente como victima indígena de un golpe de Estado fascista racista, colonial e impulsado por la CIA; y eso es la mitad de la verdad.
Evo Morales está complacido con dejar al país en un proceso que puede derivar en un proceso autodestructivo. Está complacido de que sea la derecha fascista, que irónicamente fue su aliada en el ecocidio y el proyecto de destrucción de la amazonia, la que le haya tumbado. Él estaba políticamente agotado y por eso tuvo que hacer fraude y es esa derecha destructiva, ignorante angurrienta que se queda, la que le permitirá volverse a legitimar ante la comunidad internacional y ante la gente.
Bolivia necesita tomar contacto con sus propios miedos, sentir su propia fragilidad y hablar y hablar sobre lo que esta sucediendo, para armar junt@s el rompecabezas de sentidos que necesitamos, tal cual lo hace la victima de violencia para recuperar sus sueños, su cuerpo y sus luchas, y no caer en el siguiente macho protector.
Hoy más que nunca los pueblos indígenas tienen la gran tarea de demostrar que Evo no fue el eje de sus luchas, ni el propietario de sus derechos y asumir su propio espacio, permitir y hacer de todo para que sus propias voces resurjan, esta vez sin caer en los mismos errores: que hablen las mujeres y los niños y niñas, y los jóvenes y que no sean los pajpakus, machistas y envalentonados, que anunciando guerra vuelvan a silenciar a sus propios pueblos.
Hoy más que nunca el cuestionamiento del ecocidio, cuyos responsables están en el Comité Cívico Pro Santa Cruz tiene que tomar espacio y voz. No es que las luchas ecologistas no tienen interlocutor ni sentido, todo lo contrario, tienen más sentido que nunca, porque los directos responsables son los que quieren tomar el control, esta vez sin careta popular, que es lo que Evo les aportaba.
Las feministas que estamos despatriarcalizando la sociedad con libertad desde nuestras vidas y nuestros cuerpos, l@s discas, la mariconada.
Ahora necesitamos entender que el caudillo no nos dejó huerfan@s y que tenemos voz propia, propuesta propia. La lucha fue y es por la democracia y no por fascismo, es eso lo que tenemos que dejar en las calles, en las asambleas, en los barrios y en el cielo, escrito con claridad desde nuestras propias voces.
Así como Camacho no es el propietario de la democracia, sino el utilitario de las luchas por democracia; Evo tampoco es el propietario del Estado Plurinacional, ni de las agendas populares.
Es urgente y es posible la recuperación de nuestras voces el fascismo que cree que tiene al país en el bolsillo esta muy equivocado no es así.
El caudillismo es hoy más que nunca uno de los ejes más importantes de discusión, no podemos ir de caudillo en caudillo, como peones de un tablero.
El caudillismo como figura que expropia luchas y sentimientos
El caudillismo como figura ofrece protección y salvación a cambio de control, y sumisión.
Y para eso, por muy increíble que parezca, somos las mujeres las que tenemos la clave de cómo quitándote un macho de encima no tienes porqué caer en el macho siguiente.
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