Acabar con el nazismo liberalista ahora. Llamado a la movilización desde Chile
Vitrina Distópica y Franco Bifo Berardi 30/10/2019 |
En fraterna colaboración con Franco Bifo Berardi, un llamado a no rendirnos, a persistir, a insistir ante los últimos zarpazos desesperados con los que nos golpea la (re)articulación neoliberal. ¡Un llamado internacionalista a no rendirnos!
El largo y desastroso ciclo neoliberal se está agotando con la misma sangre y la misma violencia con la que comenzó. El ciclo neoliberal, caracterizado por la devastación sistemática del medio ambiente, el empobrecimiento de la vida social, la reducción del salario, la precariedad laboral, la privatización de todos los servicios públicos, la incitación permanente a la guerra de todos contra todos empezó en 1973 cuando los ideólogos neoliberales norteamericanos utilizaron un asesino llamado Pinochet para destrozar el experimento democrático liderado por Salvador Allende.
El liberalismo globalitario, que se (re)presenta como fuerza humanitaria y democrática, nació gracias a la dictadura militar y la violencia autoritaria. En los años de Thatcher y de Reagan la contrarrevolución experimentada en Chile y Argentina se generalizó a todo el Occidente como violencia económica y brutal represión a los intentos de defensa social.
No debemos olvidar que la filosofía del Neoliberalismo se funda, básicamente, sobre los mismos principios del nazismo hitleriano: la selección natural, la imposición de la ley del más fuerte en la esfera social, la eliminación de toda diferencia entra la sociedad y la jungla.
Esta filosofía Nazi-Liberalista se logró imponer en el mundo a través de la eliminación de las vanguardias obreras y la reestructuración masiva de la producción; mediante la privatización de la escuela, del sistema sanitario, de los transportes públicos y de la ocupación patronal de los medios de comunicación.
Cuarenta años de violencia nazi-liberalista han llevado al desmoronamiento del edificio mismo de la democracia, al agotamiento de los recursos físicos del planeta, a la catástrofe climática y a la difusión masiva de psicopatías agresivas e incluso suicidas.
Pero en estos días estamos entendiendo que donde esta locura nazi-liberalista empezó, podrá pronto acabarse.
En las últimas semanas hemos asistido a una explosión de revueltas distintas, dis-homogéneas, hasta contradictorias: la insurrección ecuatoriana, la revuelta de los jóvenes en Hong Kong, la ola masiva de protesta contra el centralismo español en Cataluña, la resistencia armada del pueblo kurdo contra el fascismo genocida turco.
Y ahora, la sublevación de los estudiantes y trabajadores chilenos que comenzó como protesta contra la subida del gasto de los transportes urbanos, se transforma en una crítica práctica y masiva a la violencia financiera, llamando con ello a estudiantes y trabajadores de todo el mundo a marchar al lado de los niños y niñas que cada viernes protestan contra la destrucción del planeta.
El capitalismo es un cadáver que sigue entrampando las potencialidades de invención, de progreso, de imaginación, de solidaridad. Nos dicen que el capitalismo no tiene alternativas: en este caso tenemos que prepararnos para la guerra, para la Apocalipsis medioambiental, para una probable extinción de la raza humana.
Pero la alternativa existe: se funda sobre la superación de la obsesión económica del crecimiento obligatorio, la redistribución de los recursos, la reducción del tiempo de trabajo asalariado y la ampliación del tiempo de actividad libre (enseñanza, terapia, acción solidaria).
En cada país del mundo tenemos que expresar solidaridad a los insurgentes de Chile, de Ecuador, de Hong Kong, pero sobre todo tenemos que descender a las calles, parar las actividades diarias, atacar los centros del poder económico y financiero, construir las estructuras de la reconversión ecológica y social que la humanidad necesita. Parece ser ahora el momento, quizá tanto tiempo esperado, para asestar los golpes finales a este modo de producción que es muerte; atacándolo, sin respiro, en todos los países y lugares.
¡En apoyo a los pueblos que ante nuestros ojos no se rinden, en total respaldo a las vidas ahora en riesgo por luchar contra quienes solo buscan mantener sus indignantes privilegios, que se levante tal solidaridad internacional como no se ha visto en quizá un siglo y contra el genocidio que no cesan de querer provocar, se abra al fin otra época, otro tiempo y la vida digna de ser vivida!