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11 de septiembre de 1973

Antonio Beltrán Hernández 11/09/2019
La meta de América es construir una estructura de paz, una paz con la que todas las naciones del mundo se beneficien y por tanto con la que todas las naciones se comprometan. Anhelamos un mundo estable, no como un fin en sí, sino como un puente para alcanzar nobles aspiraciones humanas: la serenidad y la concordia.

Estas palabras no fueron pronunciadas por el premio Nobel Obama sino por el embajador de Estados Unidos en Noruega, mandado a cobrar la mitad de las 510 000 coronas suecas del premio Nobel de la Paz de 1973. La otra mitad había sido rechazada por el co-beneficiario del premio, el vietnamita Lê Ðức Thọ. Quien iba a embolsarse las 255 000 coronas de la Paz era Henry Kissinger después de una guerra que había matado a unos 3 millones de vietnamitas y a algunas otras víctimas colaterales camboyanas y laosianas. Hace 45 años…
Unos meses antes, el sábado 8 de septiembre de 1973, el embajador de Estados Unidos en Chile estaba en la Casa Blanca para reunirse con el doctor Kissinger. El embajador Davis fue recibido por su jefe con una exclamación: ¡Bien, ya está en marcha el golpe en Chile! Al día siguiente, Davis ya estaba de regreso en Santiago para presenciar en primera fila el espectáculo que tuvo lugar el martes 11 de septiembre. Fue una escena pavorosamente bella, contaría más tarde. [Los aviones] aparecían, con el sol resplandeciendo en sus alas. Había sólo dos. Con gracia viraban en formación, describiendo un gran círculo en el cielo, luego se inclinaban y picaban…, una bomba cada uno, después una suave curva hacia arriba y una pasada más…
Hoy, nuestros guerreros humanitarios estilo high-tec (aquéllos que no se ensañan con sus propios pueblos sino con los otros) se preparan a presentarnos un nuevo espectáculo y a construir una nueva estructura de paz, resucitando la divisa del otrora todopoderoso Strategic Air Command, que controlaba una fuerza nuclear capaz de desintegrar el planeta entero: “La paz es nuestra profesión”…
Mi libro, El valle de lágrimas (publicado en francés bajo el título La vallée de larmes — tragédie géopolitique à fin heureuse, de próxima publicación en español en las ediciones The Glocal Workshop/El Taller Glocal) es el fruto de esta trágica paradoja, de esta interminable serie de oxímorones que acosan sin piedad no solamente a Chile sino a un mundo donde sólo los países atómica, bacteriológica, química y convencionalmente armados se consideran capaces de someternos a la paz. Eva Runeberg, nacida en Santiago en mayo de 1974, nos guiará a través de este inextricable laberinto al final del cual un sueño impensable y un final feliz nos esperan.