“Nuestros pueblos siguen en pie y ¡basta ya de doble moral!ˮ Entrevista a Patricia Rodas, ex cancillera de Honduras
Maurice Lemoine 08/08/2019 |
El 19 de julio, los «internacionalistas» estaban en Nicaragua.
Editato da María Piedad Ossaba
Es en un país en crisis donde se celebró el 40 aniversario de la caída del dictador Anastasio Somoza, derrocado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) el 19 de julio de 1979. Llevado de nuevo al poder en noviembre de 2006 por los nicaragüenses, tras un doloroso castigo neoliberal de 16 años, el Frente y el «histórico» Presidente Daniel Ortega, reelegido en 2011 y 2016, se enfrentaron durante tres meses en 2018 a una ola de manifestaciones muy violentas, que dejaron en el terreno alrededor de 200 muertos, tanto en la oposición como entre los sandinistas, y centenares de heridos [1]. Aunque la calma regresó, la crisis aún no ha terminado ( en un próximo artículo volveremos sobre los últimos acontecimientos de la situación).
No ajenos a los acontecimientos, los USA han hecho de Nicaragua, junto con Venezuela y Cuba, un miembro de la «Troika de la tiranía» (o del « Triángulo del terror », según el estado de ánimo del momento). La derecha internacional y sus medios de comunicación, presentan y tratan a Ortega de «dictador». Nada muy sorprendente hasta ahora. De manera más inquietante aún, sectores enteros de la «izquierda» (o lo que queda de ella; o lo que se parece a ella) siguen el movimiento. En Europa, y especificamente en Francia, grupúsculos de extrema izquierda con un internacionalismo «relooké» (rediseñado), organizaciones no gubernamentales (ONG) altamente subsidiados con dineros públicos, multinacionales de defensa de los derechos humanos con geometría variable están atacando a la Nicaragua sandinista y reclamando la cabeza de Ortega. Incluso vemos a antiguos miembros de las brigadas de solidaridad, presentes en el terreno en los años 1980, pasar de la «pupusa»[2] a la pupUSA (mientras vilipendian a Donald Trump para encubrirse). En resumen, el debate sigue causando estragos entre «hermanos» que se han convertido en enemigos.
Sin embargo, Daniel Ortega y el FSLN no estaban solos el 19 de julio en Managua. Una marea humana los acompañó en la plaza Juan Pablo II, donde se desarrollaba la celebración. A esta masiva e indiscutible manifestación, que hizo algo obsoleta la idea de que un «régimen represivo» se había enfrentado el año pasado a una revuelta «popular», se sumó la notable presencia de varios centenares de miembros de organizaciones, movimientos sociales y otras personalidades «internacionalistas» que vinieron por cuenta propia a dar testimonio de su solidaridad con la Nicaragua sandinista. Recuerdos de los años ochenta en los corazones, las cabezas y los ojos, vinieron participantes de Panamá y Colombia, Guatemala, El Salvador, México, Argentina y Perú, Japón e incluso de Europa [3]. La más destacada de las delegaciones fue sin duda la Brigada Salvador Allende, que incluyó a treinta ex combatientes chilenos que afrontaban la muerte al lado del FSLN, y en cuyo nombre habló Pablo Sepúlveda Allende, nieto del «compañero presidente»: «Como dijo el amigo de la Brigada, alias « Patán », estamos listos para venir a defender a Nicaragua, Venezuela o Cuba, sea cual sea el proceso revolucionario agredido, en cualquier momento; nosotros, los contingentes internacionalistas, estamos listos para venir a defender a Nicaragua. Es un honor para mí estar aquí. »
Lejos del progresismo académico, en este torbellino de canciones revolucionarias, de consignas, de recuerdos y de risas, de esperanza y de pasión, tuvimos la oportunidad de encontrar a Patricia Rodas, ex canciller del presidente hondureño Manuel Zelaya, derrocado en junio de 2009 por un golpe de Estado. Rodas representaba al partido de oposición de izquierda Libertad y Refundación (Libre), aún dirigido por Zelaya. Menos mediatizado que Nicaragua, Honduras atraviesa una crisis infernal, sumida en el caos desde hace diez años. Desde junio, miles de manifestantes reclaman la destitución del presidente derechista Juan Orlando Hernández, quien se encuentra en el poder desde 2014 gracias al fraude electoral y a la violación de la Constitución[4]. Cuando la interrogamos sobre el posible paralelismo entre la situación en los dos países, Patricia Rodas tuvo la amabilidad de responder a nuestras preguntas.
Patricia Rodas:
« ¡ Basta ya de doble moral! »
Pregunta: ¿Qué significa su presencia en Managua para esta celebración?
Patricia Rodas: Estoy aquí en nombre del Partido Libertad y Refundación (Libre) pero, sobre todo, y ante todo, para representar al pueblo hondureño. Porque estos cuarenta años de lucha, heroísmo y defensa son también los suyos. La derrota de la tiranía imperialista representada por Somoza fue también, en ese momento, una victoria para el pueblo hondureño. No podemos olvidar que los militantes hondureños lucharon contra Somoza en Nicaragua y que los compañeros nicaragüenses lucharon a nuestro lado en todas las fases de nuestra historia.
Esto nos lleva a unir nuestros brazos y nuestras voluntades para que « la derecha » no se consolide en nuestra región, para que no instalen programas políticos y económicos adaptados a las transnacionales las transnacionales y a los sectores financieros, para que el crimen organizado y el narcotráfico no penetren más, para que nuestros pueblos puedan seguir luchando por su emancipación definitiva y para que cese la agresión contra los líderes de los intereses populares en nuestros países.
¿De qué manera se han fortalecido los lazos entre Honduras y Nicaragua en la historia reciente?
Hemos sufrido una cantidad impresionante de agresiones por parte del régimen imperial, que se está imponiendo a través de sus plataformas militares, económicas y políticas. Durante el proceso de transformación social iniciado por Manuel Zelaya, la reacción no fue diferente a la que todos ya habíamos experimentado en el pasado: un golpe de estado.
Cuando el pueblo salió a las calles para defender la democracia y la voluntad soberana y popular, el apoyo más evidente fue el de los países de la región, y más particularmente el de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) [5], agrupados para construir una nueva forma de integración con el telón de fondo de la cooperación, la solidaridad y la complementariedad entre nuestros pueblos. Pero el apoyo más importante fue el asilo ofrecido por el pueblo « Nica » y el gobierno de Daniel Ortega al presidente Zelaya, a su gabinete y a más de dos mil compatriotas hondureños que huían de la represión.
¿Cuáles fueron las consecuencias de este golpe de Estado en Honduras?
Se ha establecido una dictadura, una dictadura cuya política favorece a los sectores financieros nacionales y transnacionales, responde a los intereses del « Southern Command » (Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos), que tiene una base militar en Palmerola y otras regiones menos conocidas del país, como Moskitia [6], el Golfo de Fonseca [7], etc., y, por supuesto, los « poderes fácticos » [8] de la oligarquía hondureña. Las mismas personas que se opusieron al proceso de transformación iniciado por el Presidente Zelaya a favor de los sectores populares de nuestro país.
Esto es, obviamente, lo que llamamos una dictadura. Un régimen odioso y despreciable, que mata, asesina, reprime al pueblo porque defiende derechos inalienables, como el derecho a la alimentación, a tener una vivienda digna, a acceder a la salud y, sobre todo, a vivir con seguridad, sin narcotráfico ni crimen organizado, sin « maras », sin asesinatos en los barrios, sin exterminio social a través de una fuerza policial entrenada por el gobierno de Estados Unidos. La mitad de los pobres de Honduras son asesinados por otros pobres que se han unido a la policía! Esto es lo que llamamos una dictadura, una tiranía…
Sin embargo, mientras los hondureños están en las calles desafiando al presidente Juan Orlando Hernández, usted está aquí el 19 de julio, junto al FSLN, a pesar de que Daniel Ortega está siendo llamado dictador por su oposición -que también se manifestó violentamente el año pasado-, la derecha internacional e incluso algunos círculos europeos de izquierdas y de extrema izquierda…
Efectivamente, hay sectores que creen o piensan que las manifestaciones de Honduras se asemejan a las que tuvieron lugar en Nicaragua. La cuestión de fondo es la siguiente: ¿qué es lo que se ha instalado en Nicaragua? ¿Y cómo? Respuesta al segundo termino de la ecuación: a través de las armas, no a través de un golpe de Estado, no a través del crimen organizado, no financiado por el narcotráfico, no impuesto por las fuerzas armadas extranjeras, como las del « Southern Command » , no bajo presión del imperialismo. Simplemente, a través de las urnas, el pueblo nicaragüense votó por un gobierno y por un presidente.
Si alguien o algunos creen que el régimen debe caer, que se organicen políticamente, que vayan de casa en casa para conseguir apoyo popular, pero que no lo hagan a través del Departamento de Estado, el Pentágono y sus nuevas modalidades de agresión.
Ahora utilizan « plataformas sociales » construidas por el Imperio en la década de 1990 en nuestra región. Las ONG [organizaciones no gubernamentales], por ejemplo. ¡No olvidemos quién los financia! El dinero excedente de los regímenes financieros de los USA y de Europa dirigido a nuestros países, supuestamente para la cooperación y el desarrollo, con sumas que superan los presupuestos de nuestras Repúblicas, y que, al final, no producen resultados. Las ONG, las jerarquías eclesiásticas -no me refiero al fenómeno de la fe religiosa de nuestros pueblos, sino a las jerarquías eclesiásticas- estas « élites », siempre al servicio de los intereses de los poderosos. Y los poderosos de nuestros países son los socios de las empresas transnacionales…
Nosotros estamos claros. En Nicaragua, hubo un ataque utilizando plataformas sociales alternativas construidas por el Imperio. Son las mismas que las que existen en Honduras, con los mismos objetivos: despolitizar la política, demonizar la política, quitarle al pueblo el deseo de luchar para conquistar el poder. No lo consiguieron ni en Honduras ni en Nicaragua. Nuestros pueblos siguen en pie y basta ya de doble moral. Especialmente de personajes que se dicen progresistas o revolucionarios. Si no tienen afinidad con los que luchan, que al menos reconozcan al enemigo común. Si se imagina, que es Washington quien vendrá a luchar por el pueblo, ¡creo que están completamente en la luna!
Entonces, que sean claros. Si ya no parecen tener suficientes neuronas para hacer un mínimo de análisis, tal vez sea simplemente que la vanguardia de nuestros procesos revolucionarios no está constituida por una « élite de conocimiento y academia », sino por los pies descalzos de nuestra tierra. No podemos pretender ser revolucionarios si no somos capaces de reconocernos en la mirada de los desfavorecidos.
Notas
[1] Sobre esta crisis, ver : http://www.medelu.org/Quand-on-veut-noyer-l-ALBA-on-l-accuse-d-avoir-la
[2] Tortilla de maíz rellena de carne, queso o frijoles rojos, decretada por el gobierno de El Salvador en 2005 como plato nacional. Dicho plato se encuentra en toda Centroamérica con algunas variantes.
[3] El Comité Europeo de Solidaridad con la Revolución Popular Sandinista incluyó comités y asociaciones de Bélgica, Reino Unido, Alemania, España (incluyendo delegaciones de Cataluña y el País Vasco), Francia, Italia, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Portugal.
[4] Leer «En Honduras, todo lo que acaba mal está mal» – http://www.medelu.org/Au-Honduras-tout-est-mal-qui-finit
[5] En ese momento, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda (los golpistas hondureños retiraron inmediatamente su país de la organización).
[6] Enorme región de bosque tropical poco poblado (principalmente Miskitos indígenas), diseminado entre Nicaragua y Honduras, a lo largo de la costa atlántica.
7] Golfo situado en el Océano Pacífico y limitado por El Salvador al noroeste, Honduras al este y Nicaragua al sur.
[8] Poderes de facto que operan al margen del poder político: actores económicos, multinacionales, medios de comunicación, ONG, grupos de reflexión, Iglesia(s), etc.
9] Pandillas de delincuentes ultra violentos, particularmente activos en El Salvador y Honduras, ausentes de Nicaragua.