Israel es un Estado de partido único
Gideon Levy 01/08/2019 |
Decenas de listas electorales se registrarán el jueves en una falsa muestra de pluralismo. ¿La gente está polarizada? Políticamente no. ¿Son fatídicas las elecciones? También es una ilusión. ¿Las elecciones ofrecen dos caminos diferentes? Incluso esto es engañoso.
Tradotto da TLAXCALA
Israel se está convirtiendo en un país con una sola idea y, por lo tanto, prácticamente un Estado de partido único. Hay innumerables listas electorales, dos bloques, derecha e izquierda. Es mucho ruido y pocas nueces. Las diferencias entre ellos son insignificantes, excepto en una cuestión que eclipsa a todas las demás: Benjamin Netanyahu, sí o no.
Cualquiera que tenga celos de los USA por tener sólo dos partidos debería saber que hay aún menos en Israel. La distancia entre Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Donald Trump es mucho más significativa que la que existe entre Netanyahu, Benny Gantz y Ehud Barak. Cuando el objetivo principal es fusionar los partidos (antes de las elecciones) y la unidad (después de ellas), es evidente que el abismo no es ningún abismo, la brecha no es ninguna brecha. Sólo el vacío es efectivamente vacío.
No es que no haya diferencias. Son retóricas. Una persona expresa su racismo e incluso se siente orgullosa de él, mientras que otra lo encubre. Una persona se contenta con bellas palabras a favor de valores universales como la justicia, la igualdad, la paz y el derecho internacional, mientras que otra los denigra. Pero quita los eslóganes, y no hay diferencias, sólo disputas personales. Mira con qué facilidad se fusionan los partidos hoy en día. El único obstáculo es saber quién y dónde será colocado en la lista por la Knéset. Nadie se molesta en discutir el resto. Los partidos sin plataformas y las listas electorales sin dirección se unifican fácilmente, sólo hay que solucionar el problema del rango.
¿Por qué la unidad es el objetivo de todas formas, y para qué? Al final de todas estas discusiones lsobre la unidad y las uniones, nos espera la uniformidad. Al igual que la campaña Tzav Piyus (Deber de civilidad), por la cual los judíos seculares siempre consideran los sentimientos de los judíos religiosos, la unidad se está alineando detrás de la derecha. Así es cuando la derecha, incluso la extrema derecha, se considera adecuada y la izquierda, incluso la izquierda moderada, una maldición.
La próxima Knéset contará de nuevo con una mayoría absoluta y totalitaria en una dirección, excluyendo todas las demás. Más de 100 de los 120 legisladores serán sionistas, y un número sorprendentemente similar son partidarios de la ocupación. No existe tal mayoría en ninguna democracia.
El sionismo es una ideología como cualquier otra: puedes estar a favor o en contra, o pensar que ya pasó su tiempo. Pero no en Israel. Un judío israelí no puede ser un no sionista. El sionismo es una religión obligatoria. Esta es la primera instancia de coerción religiosa por aquí.
Nadie trata de aclarar cuál es el significado del sionismo hoy en día. Es una vaca sagrada. Ningún partido se atreve a desafiarlo, modernizarlo u oponerse a él, excepto los haredim [judíos ortodoxos] -la mayoría de los cuales son sionistas leales en la práctica- y los árabes, a quienes de alguna manera se les permite. Aún más sorprendente es el apoyo de muro a muro para continuar la ocupación. A excepción de la Lista Conjunta, ningún partido levanta la bandera de la guerra contra la ocupación como su bandera principal. Presentándose junto a Ehud Barak, el Meretz ya no puede encajar en esta descripción; el Partido Laborista nunca lo hizo.
Cuando todos son sionistas que apoyan la ocupación, o al menos no se proponen ponerle fin, no quedan verdaderas diferencias de opinión. Todo el mundo está de acuerdo en las guerras aquí, al menos cuando empiezan. E incluso la bandera que el centro-izquierda está tratando de ondear, la bandera de la batalla por la democracia y la preservación del sistema judicial, es la bandera de los hipócritas. Los partidarios de la ocupación no tienen derecho a hablar de democracia, ni de la independencia de los tribunales, que aprobaron de espantosa forma rutinaria la petición de la dirección militar de destruir 70 apartamentos en Jerusalén Este, y ninguno de los santos custodios de los tribunales abrió la boca.
Las elecciones israelíes son un entretenimiento, como todos los demás entretenimientos de la televisión. Los medios de comunicación plantean tensiones artificiales sobre quién ganará y quién será expulsado, como en cualquier reality show. Los resultados también serán tan fatales como los resultados de esos absurdos cuestionarios. Para cambiar esto, se necesitan políticos que tengan algo que ofrecer.