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Más de cinco millones de niños, al borde de la hambruna por la guerra en Yemen

FRANCISCO CARRIÓN 19 SEP. 2018
Ahmed Abdelrahman tiene 13 años y el pasado agosto resultó herido en el ataque de la coalición saudí a un autobús de escolares en el norte de Yemen, la masacre por la que España suspendió fugazmente la venta de 400 bombas de precisión a la monarquía saudí.

“En el ataque perdí a casi todos mis amigos del pueblo”, relata el muchacho a EL MUNDO. El plomo que cae sobre el país desde 2015 no es el único enemigo que amenaza su existencia. La ONG Save the Children ha alertado este miércoles de que 5,2 millones de menores de edad se hallan al borde de la hambruna en la que es, de lejos, la peor crisis humanitaria del planeta.

“Esta guerra amenaza con matar a una generación entera de niños en Yemen, que se enfrenta a múltiples desafíos, desde las bombas al hambre o enfermedades que podrían ser prevenidas como el cólera”, advierte la ex primera ministra de Dinamarca Helle Thorning-Schmidt, directora de Save the Children International en un informe que confirma que la falta de combustible, la subida de los precios de los alimentos y la devaluación del rial yemení -consecuencias directas del conflicto- han sumado en tiempo récord a un millón de niños a la cifra de aquellos que batallan a diario para llevarse algo a la boca.
“Millones de niños no saben cuándo será su próxima comida ni siquiera si la habrá”, desliza Thorning-Schmidt. “En el hospital del norte de Yemen que visité, los bebés estaban tan débiles que no podían llorar. Sus cuerpos se hallaban exhaustos por el hambre”, agrega. Una versión que confirma el médico Mohamed el Jatib, empleado en una clínica de la norteña Saada, a unos 540 kilómetros de la capital Saná. “La situación es terrible y empeora a diario. Los bombardeos no cesan y hay una falta absoluta de recursos. Las camas hospitalarias no superan las 200 en toda la provincia”, comenta al otro lado del hilo telefónico, en conversación con este diario.
“Se han propagado casi todas las enfermedades que puedas imaginar, desde la malnutrición hasta el cólera. La mayoría de los hospitales han sido destruidos, incluso aquellos que estaban atendidos y gestionados por organizaciones internacionales”, añade el Jatib. La carestía ha llegado incluso a las ambulancias, las unidades de cuidados intensivos y las incubadoras para recién nacidos. “No disponemos de incubadoras y solo quedan cinco ambulancias. Los casos más graves los derivamos a otras provincias a través de carreteras que han resultado dañadas. Muchos de nuestros pacientes fallecen en el trayecto”.
Hodeida, puerto clave
La pasada semana, el fracaso del intento de establecer negociaciones indirectas en Ginebra, entre denuncias de las partes que han salpicado al propio enviado de la ONU en Yemen, ha recrudecido el sombrío horizonte de la población civil, atrapada en la batalla que Arabia Saudí e Irán libran por la hegemonía regional. “Mucho ha sido ya destruido. En las últimas seis semanas, casas, granjas, negocios, carreteras, una planta de agua y un molino han resultado dañados”, reconoce la coordinadora humanitaria de la ONU en Yemen, Lise Grande.
Desde marzo de 2015, la coalición árabe liderada por Riad -y en la que Emiratos Árabes Unidos juega un papel clave- bombardea Yemen para tratar de detener el avance del grupo rebelde chií de los hutíes y en apoyo al Gobierno rival del presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, radicado en la sureña Aden.
La reanudación de la ofensiva árabe en la estratégica ciudad portuaria de Hodeida, a 150 kilómetros al suroeste de Saná y puerta de entrada de la ayuda humanitaria, corre el riesgo de exacerbar el sufrimiento. Según la organización británica, la interrupción del suministro a través de la urbe podría “causar hambre a una escala sin precedentes”. Cualquier cierre del puerto “pondría inmediatamente la vida de cientos de miles de niños en peligro mientras empuja a millones hacia la hambruna”.
La guerra -que ha colocado en una situación límite a funcionarios de la educación y la sanidad, con retrasos de hasta dos años en el pago de sus salarios- ha golpeado la que ya era la nación más pobre del golfo Pérsico, cuya población supera los 27 millones. En mitad de un brutal bloqueo, el precio de los alimentos básicos ha experimento un incremento del 68% desde el inicio de la contienda, mientras el rial yemení ha perdido un 180% de su valor y se halla en mínimos históricos, lo que ha provocado en las últimas semanas revueltas y protestas.
Hambruna, cólera y difteria
Los números de las víctimas que ha dejado la violencia no son menos aterradores. Desde hace más de tres años, 17.062 civiles han muerto y otros 10.470 han resultado heridos por unos choques y unos ataques aéreos que han arrasado las escasas infraestructuras de las que disponía el país y empujado a sus 27 millones de habitantes hacia la hambruna, el cólera o la difteria en la que -según la ONU- es la mayor crisis humanitaria del planeta. Según Save the Children, en lo que va de año ha tratado de malnutrición severa a a 400.000 menores de cinco años. 36.000 niños podrían morir antes de finales de año.
Un drama que ha llevado a organizaciones de derechos humanos internacionales como Amnistía Internacional a denunciar la venta de armamento de los países occidentales. Los gobiernos de Alemania, Suecia, Canadá, Finlandia, Noruega o Bélgicahan suspendido las transacciones a Arabia Saudí con el trasfondo del conflicto en Yemen. En cambio, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Españamantienen el grifo abierto de la venta armamentística. El pequeño Ahmed, que sobrevivió al ataque en el que perecieron sus compañeros, intenta mantener intacto su sueño. “Toda mi vida ha cambiado pero quiero ser médico para atender a los heridos”.