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El Estado Islámico busca nuevas alternativas para su supervivencia

22 Noviembre 2016

¿Podría ser la región de AF-PAk una alternativa para la supervivencia del ISIS ante las inminentes derrotas en Siria e Irak? El éxito de su expansión dependerá de muchos factores

Tras la pérdida de territorio e influencia, ante las inminentes derrotas en Mosul y Raqqa, los dos últimos bastiones urbanos del autoproclamado “Califato” en Irak y Siria, el ISIS intentará reorientarse hacia la conflictiva región de “Af-Pak” y el Sudeste Asiático. Y las posibilidades de éxito para su expansión y supervivencia en la región centroasiática dependerá de muchos factores.
La perdida de los territorios clave del Estado Islámico en Siria e Irak, supondrá “un gran golpe táctico, estratégico y financiero a sus propósitos”, explica a El Confidencial el coronel Luis Herruzo, exagregado de Defensa de la embajada de España en Afganistán.

Por ese motivo, continua el coronel, lo más probable es que el ISIS “intente reorganizar su gobierno en otro lugar y las alternativas más probables son dos: el Sahel y norte de África o el área Centroasiática, donde Afganistán y Pakistán son los países donde tiene mayor implantación.

“Siendo difícil de predecir, pues siempre surgen imprevistos y hay datos que no se conocen, con la caída de Mosul, Raqqa y del resto de los puntos importantes del área, el Estado Islámico perderá su impulso y cohesión, como estado afianzado territorialmente, y se producirá una especie de diáspora entre los combatientes que sobrevivan y no sean capturados. Parte de ellos buscarán refugio y continuidad en su yihad en Afganistán y Pakistán, pero este eventual incremento en el número de combatientes irá acompañado por la disminución del apoyo económico y pérdida de prestigio del ISIS en su conjunto”, asegura Herruzo.
El “califa” Abu Bakr Al Baghdadi oteó el potencial que podría tener esta región, y en especial Afganistán, sitiado en el corazón de Asia, desde la proclamación del “Califato Islámico”, en junio de 2014, con el objetivo de establecer la “wilayat (provincia) Khorasan” que comprende, según manifestaciones explícitas del ISIS, Pakistán, Afganistán, India y Bangladesh, sin olvidar que gran parte de Uzbekistán y Tayikistán pertenecieron al Imperio Musulmán, por lo que implícitamente están comprendidas en la citada provincia, recuerda el coronel Herruzo.


“Su importancia como punto de partida, máxime cuando el ‘Califato’ queda interrumpido geográficamente por Irán, es crucial tanto para su expansión hacia la musulmana Indonesia, epicentro de otra previsible wilayat, como hacia el resto de Asia”, indica el exagregado de Defensa. El ISIS consideró que su gran momento para establecerse en la región se lo proporcionaba la retirada de las fuerzas internacionales de Afganistán. Dejando el país en manos de las recién formadas e inexpertas fuerzas de seguridad afganas, los talibán y otros grupos insurgentes asentados en el territorio, como la red Haqqani, Movimiento Islámico de Uzbekistán(IMU) y Al Qaeda, entre otros, retomarían con más fuerza sus acciones y, en medio de esta nueva situación de caos e inestabilidad, los hombres de la insignia negra penetrarían por la porosa frontera del este de Afganistán.
“Los primeros indicios de la irrupción del ISIS en Afganistán y Pakistán datan de la segunda mitad de 2014. Sus primeras acciones visibles fueron propagandísticas utilizando para ello como carteles, pintadas o panfletos. Pronto se produjeron importantes adhesiones de talibanes pakistaníes y menos numerosas de sus homólogos afganos, que aprovecharon muy bien propagandísticamente”, explica Herruzo. Sin embargo, fue el 26 de enero de 2015 cuando el extinto portavoz del ISIS, Abu Mohamed al Adnani, anunció formalmente la expansión del grupo a Afganistán y el establecimiento de la Wilayat Khorasan en la región.
La resistencia de los talibán
Sin embargo, Daesh no calculó a la hora de expandirse hacia el centro de Asia que los talibán afganos opondrían resistencia a pesar de haber sido invitados a unirse al “Califato”. En cambio, los yihadistas del ISIS fueron bien recibidos entre los grupos insurgentes y talibanes de las áreas tribales de Pakistán (FATA). Al Baghdadi vio que en Pakistán tendría un socio más confiable y, por ello, nombró como gobernador de la provincia de Khorasan a Hafed Saed Khan, comandante disidente del TTP (Movimiento Talibán de Pakistán), que estuvo anteriormente luchando en Siria con el ISIS, y el segundo en la jerarquía de mando fue el afgano Rahuf Khaden. Se cree que ambos fueron abatidos este verano en un bombardeo de EEUU en la provincia de Nangarhar.

La estructura organizativa de la rama del ISIS del “Khorasan” se gestionó en la conflictiva ciudad norteña paquistaní de Peshawar y, desde allí, se fue moviendo hacia el oeste de la frontera a la provincia afgana de Nangarhar (al este de Kabul) donde resultó sencillo reclutar a insurgentes desencantados con el nuevo liderazgo de los talibán (tras la muerte de el mulá Omar) o entre partidarios de la red Haqqani de Pakistán o del IMU, que juraron fidelidad al ISIS.
El salto a Afganistán tuvo dos facetas: una voluntaria, mediante la infiltración de miembros del ISIS en diversas provincias del país con intenciones de captación y creación de núcleos de adeptos, y la otra involuntaria, originada por la presión del ejército paquistaní, que obligó a cruzar la frontera a numerosos miembros del Estado Islámico, tanto internacionales como paquistaníes, explica el coronel Herruzo.
“Actualmente, los apoyos que tiene el ISIS en cualquiera de los dos países son insuficientes para lograr su objetivo, a lo más que puede aspirar es a realizar acciones terroristas y a controlar por un tiempo más o menos limitado algún distrito provincial o pequeños enclaves”, insiste el analista militar.


El futuro inmediato del ISIS es incierto en la región central de Asia. En Afganistán, el grupo yihadista ha encajado más derrotas que victorias. Daesh perdió la oportunidad de oro de poder reclutar y absorber a muchos talibanes desamparados tras la muerte de Mulá Omar y ha sido desplazado en su mayor parte de las posiciones que tenía en la provincia de Nangarhar, quedando relegado su dominio a algunos puntos concretos en la vecina Kunar.
“En el caso de Afganistán, la razón primigenia de esta oposición ha de buscarse en la propia idiosincrasia del pueblo afgano, donde está incluidos los propios Talibán, en su tradicional sentido de la independencia y su consecuente oposición a las injerencias extranjeras; por ello no han aceptado desde el principio un movimiento extranjero que además pretende quitarles su entidad como país”, matiza el coronel Herruzo.

Sin embargo, no hay que olvidar que Pakistán tiene un largo historial de extremismo islámico; desde hace décadas los servicios secretos paquistaníes, o ISI, han estado apoyando a grupos radicales locales y extranjeros, por lo que “a largo plazo, Pakistán podría ser la alternativa para la supervivencia del ISIS en la región”, asegura, por su parte, Taha Sadiqi, experto en yihadismo.
“El ISIS podría hacer crecer su influencia en zonas urbanas través de la mezquita de Lal Masjid (Mezquita Roja), en Islamabad, símbolo emblemático de los yihadistas locales y elementos antigubernamentales de la región. Y también podría ser una alternativa en las madrasas radicales de Pakistán con la creación de una red de reclutamiento para el ISIS en áreas donde no hay una fuerte presencia de los militares”, continúa Sidiqi.
Pakistán siempre ha estado interesado en desestabilizar Afganistán para mantener un papel de supremacía en la región y los dedicados servicios secretos paquistaníes (ISI) no han dudado en coquetear con el ISIS. Incluso, las voces más criticas dicen que la rama del ISIS en la wilaya Khorasan es en realidad una brigada controlada por el propio ISI.