México, el país de los fantasmas
23 Octobre 2016
Desaparecen en un goteo constante que oficialmente supera la cifra de 27.000 personas. Un tiro en la nuca, una bolsa de plástico en la cabeza, un autobús interceptado de inmigrantes del que bajan a todos sus ocupantes, la enésima guerra de narcos, una bala perdida, un policía corrupto… Todos bajo tierra, convertidos en hueso y carne podrida, mientras arriba, en la superficie, miles de familiares rebuscan en las entrañas del suelo un pedazo de ADN que les confirme lo que muchos ya intuyen: que sus seres queridos están enterrados probablemente en una fosa común de este inmenso país. La suerte es confirmarlo, la mayoría nunca aparecen y se convierten sólo en el eterno llanto que aflige México.”
En Iguala, tras el caso de los famosos 43 estudiantes desaparecidos, se comenzó a remover la tierra y se encontró una fosa común de la que salieron cientos de huesos. Tras los primeros estudios se comprobó que no se trataba de los estudiantes y la orden de los investigadores fue que se tapara todo. ¿Para qué vamos a seguir sacando huesos que sólo nos van a crear un nuevo problema?”, explica un ex alto cargo de las fuerzas de seguridad mexicanas que hoy trabaja en el ámbito privado y pide no desvelar su nombre. “
El problema es que no hay un control federal, hay que buscar estado por estado al desaparecido y en algunos lugares la situación es caótica. Yo he visto fosas comunes estatales», dice R., otra fuente vinculada a los servicios secretos de un país extranjero. ¿Qué es una fosa estatal? “Una fosa donde el estado [región de México) introduce sin ningún control los restos encontrados en tumbas ilegales”, explica el agente.
En este sentido fue famoso un caso de 2015 en el estado de Guerrero donde se encontraron 60 cadáveres abandonados, entre los que había niños, en un horno crematorio de Acapulco. Los asesinos no se habían molestado ni en prender fuego que les hiciera cenizas. Son muertos sin nombre, sin huellas, sin rastro.
Las causas: el narco, los feminicidios, la corrupción policial
Las causas de esta epidemia que provoca que haya 13 desaparecidos al día en México son complejas. La mayor parte son ajustes de cuentas entre grupos de narcos, cuya guerra dispara las cifras de víctimas del país y las acota al ámbito de la droga, pero hay también otras causas: feminicidios, trata de personas y corrupción policial van dejando a su vez cadáveres en las cunetas.
Detrás de esta masacre diaria hay un grupo de narcotraficantes especialmente involucrado: los Zetas. “Los grandes cárteles trabajan para introducir droga en Estados Unidos, no necesitan negocios secundarios. Los Zetas nacieron como brazo armado de otro grupo narco (el cártel del Golfo) y acabaron entrando en negocios menores como los secuestros, robos, prostitución y trata de personas”, explica Gustavo Fondevila, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y uno de los grandes expertos latinoamericanos en violencia.”
Los Zetas son el grupo delictivo que más sufrimiento ha causado en México. Son antiguos militares de las fuerzas especiales, entrenados en las academias militares de Estados Unidos. Eran la mejor tropa del ejército creada para combatir el crimen organizado y se cambiaron de bando. Una vez escuché a uno decir: ‘Hacemos lo mismo que nos ordenaban los generales, pero aquí nos pagan'”, recuerda el ex mando de las fuerzas de seguridad mexicanas.
Esta semana el grupo -ahora en cierto declive al haber sido abatidos o apresados buena parte de los militares que lo conformaron y no encontrarse recambios con su nivel de profesionalidad- ha saltado a la primera plana por el hallazgo en el estado de Coahuila de una inmensa fosa común, puede que la más grande hallada hasta ahora, con 4.600 restos óseos en lo que habría sido, parece, un campo de exterminio de los Zetas. “Cada vez que vamos allá encontramos más huesos”, dice Silvia Ortiz, líder de un grupo de familiares que buscan sus desaparecidos y cuya hija se volatizó en 2004. “
Hay zonas y campos de exterminio controladas por estos grupos. Hay incluso cárceles como la de Piedras Negras, también en Coahuila, en la que los Zetas tenían su propio lugar donde torturaban y asesinaban a sus enemigos para hacerlos desaparecer”, explica Fondevila.
Las torturas de Los Zetas en las cárceles
La historia es una de esas rocambolescas realidades para Occidente y una rutina en otros lugares: las cárceles las gobiernan los presos. “A través de la investigación que hice supe que allí los Zetas han matado a entre 50 y 200 personas. Los introducían dentro, los torturaban y los hacían desaparecer”. ¿Cómo? “Una vez en una cárcel de Centroamérica el líder de la pandilla que controlaba el penal me contó cómo lo hacían. Tenían expertos que sacaban toda la carne del cadáver y la trituraban para hacerla desaparecer por el desagüe. Luego los huesos los ponían en bolsas de plástico a que se secaran y había algunos presos que saltaban constantemente sobre ellos hasta hacerlos fino polvo. Cuando ya eran polvo, lo sacaban al patio y lo esparcían. Una ONG alemana encontró analizando la tierra de un penal ADN de más de 50 personas”, explica el investigador del CIDE.”
De Piedras Negras se sabía que algunos presos salían de la cárcel, ejecutaban a sus víctimas y regresaban al penal. Los autores quedaban impunes porque se supone que estaban encerrados y por tanto no podían ser sospechosos”, explica el ex alto cargo de las fuerzas de seguridad mexicanas.
Todos esos muertos y desaparecidos son parte de esa guerra entre narcos, pero hay otro colectivo que engorda la lista de víctimas: el inmigrante que anhela llegar a EEUU y acaba también desapareciendo por el inmenso desagüe mexicano. “Cuando llega el alijo de indocumentados a San Cristóbal de la Casas, Chiapas, que es hoy la ruta más usada por los inmigrantes, se hace una especie de preselección y se marca los blancos más apetitosos”. ¿Cuáles son? “Principalmente los que se observe que tienen una mejor condición económica o los que se averigua que tienen familia en Estados Unidos y puede pagar un rescate», dice el experto en seguridad mexicano.
Los inmigrantes desaparecidos
“También son objetivo las mujeres, a las que se viola o se convierte en esclavas sexuales; o se las que se las obliga a introducir droga en Estados Unidos o trabajar para el grupo narco”, dice Fondevila. Empieza ahí una pesadilla, durante ese secuestro, en la que las personas son trasladadas a casas de seguridad. “Yo vi una en la que metían a los inmigrantes en jaulas”, cuenta R.”
Ahora muchos llevan el dinero metido en el recto, a veces en tubos. O en el estómago. Los narcos los encierran en casas de seguridad y no les dejan libres hasta que no evacúan. A algunos los matan para robarles”, dice Fondevila.
Esa desaparición ha provocado que desde hace seis años el colectivo Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) lance lo que se conoce como caravana de madres. “Ayudamos a entre 40 y 45 familiares de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua a buscar a sus seres queridos desaparecidos en México”, explica Ana Enamorado, una de las organizadoras. “Pateamos las calles con sus fotos, las colgamos en las plazas de las ciudades y vamos obteniendo información y rastreando a los desaparecidos. La gente nos dice que lo ha visto aquí o allá y nosotros seguimos la pista que muchas veces es errada, es sólo alguien que se parece”.
A las madres -algunas llevan buscando a sus hijos más de 30 años y se presentaban antes en la frontera solas- MMM les gestiona los visados y les paga los gastos de esas tres semanas de búsqueda. “Son gente muy pobre, sin recursos, que viene con la foto de su familiar a encontrarlo sin perder la esperanza año tras año. Hemos hallado a algunos vivos y también a alguno fallecido”, explica Ana Enamorado. Los familiares siguen una pista que es en muchos casos la voz que escucharon por teléfono de su hijo desaparecido dando algún dato del lugar donde estaba o un pago urgente que realizaron hecho a nombre de una persona que les hizo pensar que necesitaban el dinero para seguir el camino a Estados Unidos. “Tras esa llamada y el pago de la familia no han vuelto a saber nada de ellos”, explican los organizadores de la caravana.
Entonces las víctimas pasan a formar parte de esa cifra de 27.000 desaparecidos y los familiares a engrosar el ingente ejército de desesperados que deambula por este país en búsqueda de un resto que enterrar o un cuerpo que abrazar