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“Pañuelos para la historia”: un documental de madres que luchan y resisten

por Sergio Segura, ProMosaik America Latina, 23 Junio 2016. El cronista Leandro Albani habla sobre el documental
“Pañuelos para la historia”, que relata la vida de las Madres de
Plaza de Mayo en Argentina y las Madres por la Paz de Kurdistán, evidenciando
no solo el encuentro de aquellas mujeres sino las complejas realidades de ambos
territorios.
por Leandro Albani, Marcha, 23 Junio 2016.

Se estrena “Pañuelos para la
historia”, documental que relata las historias de las Madres de Plaza de
Mayo y de las Madres por la Paz de Kurdistán.


Nora Cortiñas sube una cuesta
acompañada por un grupo de mujeres. El cielo cae gris sobre las
montañas. Nora, sin parar, continúa su marcha ayudada por un palo. Las
mujeres que la guían también son madres y aprendieron, al igual que
Nora, la importancia de resistir a la opresión. Todas tienen ausencias
en sus pechos: sus hijos e hijas fueron desaparecidos o asesinados por
estados criminales.


Nora, integrante de Madres de Plaza
de Mayo –Línea Fundadora-, habla con las mujeres, que forman parte de la
organización Madres por la Paz de Kurdistán, esa nación de Medio
Oriente que década tras década defendió su identidad y su cultura que
quisieron borrar.


Esas madres, con sus pañuelos y sus
años, son las protagonistas principales del documental “Pañuelos para la
historia”, realizado por Alejandro Haddad y Nicolás Valentini Lassus, y
que este viernes se estrenará en el cine El Cairo de Rosario a las
20.30 horas.


El documental, además de contar dos
experiencias unidas en una profunda resistencia contra la injusticia y
el terrorismo de Estado, permite recordar a Alejandro Haddad, periodista
y escritor, fallecido en 2014. Poeta, realizador documental y co-autor
del libro “Kurdistán. Crónicas insurgentes”, Alejandro fue un conocedor a
fondo de la historia del pueblo kurdo y sus luchas por la liberación.


Consultado por Marcha y Resumen Medio
Oriente, Valentini recordó que conoció a Ravi (como le decían sus
amigos y amigas) en la provincia de Chaco, donde tuvo “la inmediata
magia de la comunicación en ese humor que hay que morderse la lengua
para no reírse y seguir hablando con seriedad” que regalaba Alejandro.


“Aunque Ale fuese porteño nunca lo
pareció –recuerda Nicolás-, porque hay muchos porteños que no pueden
dejar de parecerlo aunque hagan fuerza, pero él era de Rosario, de
Santiago del Estero y de todas partes, con una tonada de aquí y otra de
allá. Así trabamos una buena amistad que nos llevó a trabajar juntos en
este proyecto”.


El nacimiento del documental fue
cuando Alejandro volvió de un viaje a Turquía, donde participó en el
Foro Social de la Mesopotamia. “Analizando juntos –relata Valentini-, le
sugerí que para hablar sobre los kurdos era necesario generar un lazo
con nuestro pueblo e historia, a través del viaje de Nora, con un
objetivo concreto donde los espectadores la acompañen y se vean
reflejados viendo otra realidad pero, a su vez, con muchos puntos de
encuentro”.


Para Alejandro, las mujeres del
Kurdistán siempre fueron un espejo en el cual reflejarse, tanto por su
coraje como por su incansable resistencia. En una entrevista brindada a
la agencia de noticias Rodolfo Walsh, decía: Las mujeres de allá tienen
que convivir su lucha contra sus Estados que la reprimen y contra su
propio pueblo. En la guerrilla dijeron bueno, vamos a hacer una
organización paralela, paralela pero dentro, son como autónomas. En la
vida tienen que luchar contra la violación de los hombres, que si un
hombre la viola a ella a la que matan es a la mujer no al tipo, porque
ellos consideran que la mujer conversa el honor de toda la familia.
Entonces como deshonró a la familia la matan a ella y no al tipo a tal
punto que el gobierno de allá, de Irak, Turquía no le da importancia a
ese asesinato a pesar de que es un delito. No le dan importancia porque
está dentro del Islam. Hay toda una confusión y la mujer dice: esto se
tiene que terminar, a mí no me mata ningún chabón porque yo no tengo
nada que ver con el honor de la familia”.


Nicolás también tiene una historia
que se entrelaza con el documental. “Haber nacido en España a causa de
que mis viejos fueron perseguidos en la dictadura, los temas
relacionados con los derechos humanos y las Madres de Plaza de Mayo me
movilizan profundamente”, señala.


El documental no sólo registra el
encuentro de Nora con las Madres por la Paz, sino que también da un
pantallazo de la historia del pueblo kurdo y su actualidad, además de
lograr que los espectadores conozcan de cerca una tierra lejana, bañada
de montañas, sembradíos e historias.


Con Nora hasta pasamos su cumpleaños
83 mientras filmábamos –recuerda Valentini-. En el viaje teníamos un
chofer llamado Sedat, que nos llevaba en su camioneta por la Mesopotamia
junto a las Madres de la Paz y en estos viajes cantábamos y nos reíamos
más allá de las lenguas. También tuvimos la oportunidad de ir a tomar
té a la casa Zhera, una de las madres, y filmar un encuentro con Nora”.


En el trascurso de la filmación
también sintieron de cerca la presencia del Estado turco, el principal
responsable por la represión sistemática contra el pueblo kurdo. “Al
cuarto día, comenzamos a notar que la policía a nos seguía, siempre en
las esquinas del hotel estaba el mismo oficial. Cuando salía a dar una
vuelta en mis ratos libres, me acercaba a una de las mezquitas más
antiguas de Turquía y comenzaba a preocuparme por la connotación que
podría tener para la policía que vaya a ese lugar o cualquier otro. De
esta manera comencé a entender algo de lo que alguna vez pudieron sentir
mi padre o mi madre en los ‘70”, recuerda Nicolás.


“¿Cómo estepueblo
puede sufrir tanto? ¿Por qué un pueblo milenario no pude ser reconocido
por un país que tiene menos de noventa años? ¿Por qué desaparecen y
encarcelan personas por luchar por su identidad?”, se pregunta
Valentini. Pero también afirma que lo vivido junto al pueblo kurdo “son
las verdaderas cosas que me motivan, esos lazos internos y fuertes que
se remontan a mi pasado individual y familiar hasta llegar al colectivo.
Quiero a los kurdos que conocí, quiero a Nora Cortiñas, quiero un mundo
que alguna vez soñaron mis padres, que sea más justo, sin represiones y
genocidios”.