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Las jornadas de protesta en Colombia muestran que es posible derrotar al Gobierno de Duque

Milton D’León, Izquierda Diario, 5/1/2021. Colombia vivió su segundo día de protesta nacional este jueves 29 de abril que, aunque no tuvo la contundencia de la demostración de fuerzas del día anterior con el paro nacional en el que se expresó en las principales ciudades, es parte de ese despliegue de movilizaciones que se abrieron en el país con la histórica jornada del pasado 21 de noviembre del 2019.

Manifestantes participan en las protestas contra la reforma tributaria convocadas por las centrales obreras en Medellín. EFE/Luis Eduardo Noriega A.

La de este 28 de abril ha sido de gran contundencia, así como lo siguió expresando, aunque con menos intensidad la de este jueves La Reforma Tributaria fue el desencadenante del llamado a un paro con movilización que inundó las calles de las principales ciudades y pueblos de Colombia, pero que incluyó demandas más profundas contra el desastre social, económico y sanitario del Gobierno de Iván Duque.

El Gobierno ataca mientras se agudiza la miseria en medio de la crisis sanitaria

Con esta nueva reforma se propone gravar los servicios públicos, ampliar la base de contribuyentes e imponer el IVA (impuesto al valor agregado) en varios servicios públicos, de modo de recaudar unos 6.780 millones de dólares. Un mazazo directo a la población, pues como es sabido el IVA es una de los impuestos más reaccionarios que golpean directamente en el bolsillo del pueblo.

Duque intentó hacer pasar el aumento de impuestos y de servicios como un “sistema solidario” para financiar subsidios. Sin embargo, la realidad es que se trata de un intento de mantener las cuentas fiscales en orden sin afectar los intereses de los sectores que más han ganado, ni a las grandes fortunas, sino descargando la crisis sobre las espaldas de los y las trabajadoras.

En esta situación las políticas de Duque no han hecho más que aumentar la miseria. Según las estadísticas reveladas por el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) este jueves, el índice de pobreza monetaria en Colombia para 2020 aumentó 6,8 puntos porcentuales y se ubicó en 42,5 %, lo que significa que 21,2 millones de colombianos no tienen suficiente ingreso para suplir sus necesidades básicas.

En total, casi 3,6 millones colombianos cayeron bajo la linea de pobreza el año pasado, producto de la mayor recesión económica de los últimos 120 años, derivada de la pandemia del COVID-19 y las medidas del gobierno para contener el contagio que se han mostrado un fracaso pues su objetivo estaba más bien orientado a que los empresarios mantuvieran sus ganancias.

Más de un millón de personas que ahora están en condición de pobreza provienen de Bogotá, la capital aportó 31,3 % al total, de acuerdo al informe del DANE, que reporta también que el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, pasó de 0,52 a 0,54, una cifra nunca antes vista desde que se empezó a calcular el indicador en 2012.

Del paro del 21N del 2019 a las movilizaciones y el paro nacional del 28A y 29A

Entre el 21N-2019 y estas recientes jornadas de protesta, en Colombia no han cesado los paros nacionales y movilizaciones de alcance nacional, abriéndose toda una etapa incesante de luchas contra las medidas neoliberales del Gobierno de Duque y de toda su represión. Esta última es la política predilecta del régimen colombiano donde no han estado ausentes verdaderas masacres, como las que denuncia Indepaz en un reciente informe donde en lo que va del 2021 se contabilizan 33 con 119 víctimas.

A pocas semanas del 21N, en diciembre del propio 2019, se desarrollaron multitudinarias marchas, que fueron retomadas en la tercera semana de enero del 2020 con mucha fuerza. Para volver a movilizarse en febrero a tres meses de las jornadas de noviembre para rechazar las amenazas y asesinatos de los que han sido víctimas activistas y dirigentes de los movimientos sociales y docentes en diferentes regiones del país.

Toda esta situación preanunciaba crisis más profundas en una Colombia cuya economía iba a ser golpeada por la pandemia y con las fuerzas de represión queriendo contener la protesta con asesinatos de por medio. Así se desarrollaron intermitentes protestas que sacudieron al país en los meses de marzo y abril del 2020 al poco tiempo de haberse decretado la cuarentena, sobre todo por los estragos que estaba causando las políticas de Duque por la pandemia. Millones de personas sufrían las consecuencias, principalmente los y las trabajadoras informales que constituyen un alto porcentaje de la población, mientras el Gobiernos era completamente incapaz de hacer frente a la crisis sanitaria.

Para junio del 2020 volvieron las protestas con paros nacionales y con más fuerza aún. Pero las que alcanzaron nuevas dimensiones fueron las semanas de agitación y revuelta de los meses de septiembre del mismo año que tuvieron como saldo 13 muertos a manos de las fuerzas represivas de Duque, así como las fuertes protestas de octubre del 2020 que también sufrieron represión. Aquí la juventud desarrollaba un papel preponderante, donde su hastío no era nuevo, pero los niveles de respuesta sí.

Es en esta situación a la que se llega a las jornadas del 28A y 29A, donde el compás de tregua fue apenas unos meses, pero con dimensiones que hacían recordar las jornadas del 21N del 2019, siendo que se tratan de manifestaciones se producen en medio de la agresiva tercera ola de la covid-19. Nuevamente las fuerzas del Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios) cumplieron su habitual rolrepresivo haciéndole perder el ojo a una joven en Bogotá. Además un policía asesinó a un joven en Cali.

Un hartazgo con la situación imperante que no se contiene

Es el hartazgo de los trabajadores, los campesinos, de los pueblos originarios, la juventud y los sectores populares del país lo que se volvió a sentir en este paro nacional y en las multitudinarias manifestaciones que recorrieron el país. Con el “No a la reforma tributaria” impregnado en cánticos, pancartas, camisetas y afiches, movilizándose en las principales ciudades alegando que la reforma que impulsa el Gobierno de Duque es “hambre y miseria para el pueblo”.

La jornada del miércoles y jueves había sido convocada desde el pasado 6 de marzo, antes de que se conocieran los detalles de la propuesta de reforma tributaria del Gobierno. Los organizadores agrupados en el Comité Nacional de Paro, integrado principalmente por centrales obreras, organizaciones estudiantiles y campesinas, mantuvieron la convocatoria a pesar de que la víspera un provocador fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ordenaba el aplazamiento de las marchas.

Pero es que era demasiada rabia contenida para que medidas de este tipo pudieran evitar el desarrollo de las protestas. En todo este tiempo de pandemia el Gobierno de Duque no hizo más que aprovechar la situación para avanzar en sus planes reaccionarios de conjunto. A la par que imponía la cuarentena, golpeaba a gruesos sectores de trabajadores, de las grandes mayorías populares que fueron obligados a ser confinados sin tener cómo alimentarse. Además se continuaba con los asesinatos de luchadores sociales y populares en los distintos rincones del país.

Avanzar hacia una huelga general para derrotar al Gobierno de Duque

Desde que se iniciaron las grandes jornadas ninguna de las demandas ha sido satisfecha, peor aún se ha arremetido aún más contra el pueblo. Los trabajadores, campesinos, indígenas y el pueblo pobre de Colombia se plantan ante la necesidad de desplegar toda la fuerza social necesaria capaz de derrotar los planes del Gobierno de Duque y de los empresarios y que no sean los trabajadores y las grandes mayorías populares los que paguen la crisis.

En las movilizaciones en Colombia hay demandas económico-sociales muy profundas y es lo que se ha puesto en movimiento. Estas jornadas podrían constituir un primer paso de un plan de lucha que vaya por el camino de una huelga general, la única manera de asestar una derrota al Gobierno de Duque. Para ello sería necesario avanzar en la autoorganización creando organismos para la lucha.

Desgraciadamente las direcciones sindicales cada vez que realizan acciones de contundencia inmediatamente buscan el camino de la negociación y diálogo que terminan descomprimiendo la situación. Eso es lo que hemos visto en los últimos años.

Los trabajadores y el pueblo de Colombia tienen ejemplos a seguir: las luchas que llevan adelante los trabajadores y el pueblo de Chile donde los trabajadores portuarios derrotaron a Piñera en su intento de frenar el tercer retiro de pensiones del sistema privado en el marco de un creciente descontento popular. De igual manera el enorme triunfo de trabajadores de la salud de Argentina tras semanas de lucha y cortes de ruta donde la autoorganización y un inmenso apoyo popular, fueron la clave de su victoria.