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Anasse Kazib: ¿Un joven obrero hijo de inmigrantes candidato a las presidenciales en Francia?

Anasse Kazib: The Socialist Worker Captivating the French Media | Left Voice

En los últimos años, Francia viene atravesando importantes procesos de lucha de clases como la huelga ferroviaria de 2018, la rebelión de los Chalecos Amarillos o el movimiento contra la reforma de las pensiones de 2019-20. En este marco, la Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) que impulsa el diario Rèvolution Permanente (parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario) viene peleando por la perspectiva de poner en pie un partido revolucionario de trabajadores en Francia. Parte de esta pelea se expresa hoy en la presentación de la precandidatura para las elecciones presidenciales de 2022 de Anasse Kazib, miembro de la CCR, trabajador ferroviario y uno de los principales referentes de la vanguardia que viene protagonizando aquellos procesos de lucha. En este artículo, presentamos una mirada sobre el significado y el potencial de este planteo.

Las elecciones presidenciales de 2022 y la ausencia de una expresión política de la principal oposición a Macron

La campaña presidencial de 2022, iniciada extraoficialmente el 11 de febrero con el debate entre Darmanin (ministro del interior) y Le Pen (líder de Reagrupamiento Nacional), contrasta fuertemente con los colores de un lustro marcado por una fuerte respuesta popular por izquierda, en oposición a las políticas del gobierno de Macron.

Desde la gran huelga contra la reforma privatista de la empresa pública de transporte ferroviario de Francia (SNCF) de 2018, al movimiento histórico contra la reforma de las pensiones (2019-20), pasando por la irrupción espontánea de los Chalecos Amarillos (2018-19) y por el compromiso de una franja de la juventud con las movilizaciones antirracistas y en defensa del medioambiente, la principal oposición que ha encontrado Macron ha sido de las luchas dirigidas por la clase obrera y la juventud.

Sin embargo, tal y como se perfila hoy el panorama de las elecciones presidenciales, esta poderosa oposición corre el riesgo de ser la gran ausente de la elección, dejando espacio a un posible duelo Macron-Le Pen, completamente alejado de las aspiraciones de la gran mayoría de los trabajadores y de las clases populares.

De hecho, ninguna de las corrientes políticas de la izquierda institucional encarna esta radicalidad que hemos visto expresada en las calles, en las rotondas y en los piquetes. Por un lado, están los que abogan por una enésima vuelta a la unidad de la izquierda, entre el Partido Socialista, que ha liderado las políticas neoliberales en alternancia con la derecha durante 40 años, y EELV (Los Verdes), perfectamente integrados en el sistema y partidarios del “capitalismo verde”. Por otro lado, la candidatura de Mélenchon, que oscila entre la defensa de las instituciones de la República y el discurso soberanista de izquierdas, que busca disputar la hegemonía por izquierda para canalizar la ira “en las urnas”. Una lógica institucional que, en un contexto de discurso populista destinado a diluir el movimiento obrero como sector social clave, se esfuerza por lograr el apoyo de los que participaron o vieron con simpatía las últimas movilizaciones.

Por eso no es casualidad que, a pesar de la intensidad de la lucha de clases de los últimos años, el muy buen resultado en las elecciones presidenciales de 2017 del partido de Mélenchon, La Francia Insumisa, no se haya reflejado en las últimas elecciones intermedias ni, por el momento, en las encuestas para las presidenciales de 2022.

Una precandidatura para amplificar la voz y la radicalidad de nuestras luchas

La precandidatura de Anasse Kazib viene precisamente a intentar llenar este vacío. Hijo de un trabajador inmigrante de la SNCF y nieto de un fusilero marroquí, es uno de los rostros de una nueva generación obrera que emergió desde 2016, en el corazón de la lucha de clases.

Figura emblemática de la huelga de los ferroviarios de 2018 y de la huelga contra la reforma de las pensiones, estuvo al frente de una lucha feroz contra las estrategias derrotistas de las direcciones sindicales y para que sean los trabajadores organizados en la base los que decidan cada paso de su movimiento, ya sea a través de los encuentros interestaciones de 2018 o de la Coordinadora RATP-SNCF de 2019-2020.

Durante el estallido del movimiento de los Chalecos Amarillos, fue de los primeros en solidarizarse con este movimiento, encabezando un cortejo de trabajadores ferroviarios en los Campos Elíseos el 24 de noviembre de 2018, organizando el “Pôle Saint-Lazare” junto al Comité Adama o denunciando abiertamente la traición de las direcciones sindicales hacia este movimiento.

Columnista durante casi dos años en “Les Grandes Gueules”, un famoso programa de entrevistas de actualidad emitido diariamente en Francia, Anasse se ha hecho conocido como una voz revolucionaria e internacionalista intransigente, defendiendo sistemáticamente a los trabajadores, los jóvenes, los activistas de los barrios obreros y los Chalecos Amarillos frente a la retórica reaccionaria que abunda en ese programa. Ya sea en “Les Grandes Gueules” o en otros programas, en varias ocasiones sus intervenciones han puesto en aprietos a políticos profesionales de distintos bandos, como su debate con el Ministro de Transportes Jean-Baptiste Djebarri al que infligió una humillación en toda regla, dando fuerza a todos los huelguistas del sector que luchaban contra la reforma de las pensiones.

La candidatura de este trabajador ferroviario de 34 años permitiría encarnar en 2022 una orientación revolucionaria y de lucha de clases, independiente de la izquierda gubernamental, incluidas sus variantes más “radicales”, y así expresar en las elecciones las conquistas de la lucha de clases de los últimos años, en toda su riqueza y variedad. También permitiría mostrar a gran escala la idea de que los trabajadores deben tomar sus asuntos en sus manos si no quieren pagar la factura de la crisis y que, frente al bloque burgués en el poder, es urgente construir una alianza obrera y popular de los trabajadores y los explotados para derrotar a Macron, Le Pen y los grandes capitalistas que los apoyan.

¿Voto útil?

Ante el peligro de una segunda vuelta dominada por la derecha y la extrema derecha, es comprensible que se alcen voces a favor de la unidad de la izquierda como “mal menor”. Las experiencias del pasado reciente muestran, sin embargo, que esto nunca ha sido una respuesta eficaz contra las políticas capitalistas o incluso contra la extrema derecha. Desde Mitterrand hasta Hollande, los distintos gobiernos de “izquierda” han terminado por aplicar siempre el programa de la derecha, o incluso de la extrema derecha (como la “pérdida de nacionalidad” para quienes cometieran crímenes graves, en 2016), y es en el terreno de la desilusión con la izquierda en el gobierno donde el partido de la extrema derecha, Reagrupamiento Nacional, ha ampliado su electorado.

Incluso si se trata de gobiernos de la llamada “izquierda radical”, pero que se sitúan principalmente en el terreno institucional, el balance que hay que hacer está lejos de ser positivo. Impulsada por una inmensa oleada de luchas en 2015, Syriza traicionó, bajo la presión de la Troika, todas las aspiraciones populares, impulsando reformas neoliberales y privatizando más allá de las expectativas de la propia clase dominante. Celebrado por el Financial Times, Alexis Tsipras ha desacreditado así al conjunto de la izquierda anticapitalista y ha allanado el camino para el regreso de la derecha. Pensar que Francia podría tener una salida distinta porque es una potencia más importante que Grecia en Europa es una ilusión, y más aún para una fuerza política como La Francia Insumisa que no se apoya en la fuerza organizada de los trabajadores.

De igual forma, Podemos se ha convertido en parte del régimen. Tras desmarcarse en 2018 del gran movimiento democrático en Cataluña, encubriendo la represión del Régimen español con una retórica conciliadora, su entrada en el Gobierno de coalición con el PSOE, lo ha convertido en cómplice de las peores políticas: plan de ayudas masivas a la patronal, subida del precio de la electricidad en plena ola de frío, oposición a la liberación de patentes en la OMC, mantenimiento de leyes represivas como Ley Mordaza, trato inhumano a los migrantes en Canarias, etc.

La realidad es que mientras los grandes capitalistas como los Arnault, los Bettencourt, los Bolloré, los Pinault, los Mulliez y los Drahi tengan en sus manos los medios de producción, distribución y comunicación, no habrá salvación para los trabajadores y las clases populares. Más aún cuando estamos entrando en una fase de crisis capitalista y trataran nuevamente de hacer caer los costos sobre nuestros hombros. Por eso, el verdadero voto útil en las elecciones presidenciales es un voto de clase, que contribuya a preparar nuestras luchas y a darnos la posibilidad de obtener victorias hasta acabar con este sistema de miseria y explotación.

Una precandidatura que encarna un proyecto político a largo plazo, el de un Partido Revolucionario de los Trabajadores

En un contexto general en el que, paradójicamente, la izquierda que pretende tener una perspectiva revolucionaria nunca ha sido tan marginal a pesar de los fenómenos de radicalización y de lucha de clases, la precandidatura de Anasse Kazib no ha parado de crear revuelo, especialmente en el seno del Nuevo Partido Anticapitalista, del que Révolution Permanente es uno de sus componentes. Atravesado por una crisis que viene de lejos, este partido se debate de hecho entre diferentes proyectos políticos, que no dejan de encontrar su expresión en el debate sobre las elecciones presidenciales.

Un sector, considerando que el fracaso del NPA se debe centralmente a su aislamiento del resto de la llamada “izquierda radical”, ya está impulsando listas conjuntas con La Francia Insumia de Mélenchon en algunas regiones como Nouvelle-Aquitaine. Obviamente, con esta lógica, no ve el sentido de presentar un candidato revolucionario independiente, o desea considerar la posibilidad de presentarlo sólo como moneda de cambio, con el objetivo de retirarlo en favor de una lista unitaria.

Es este sector, en el que se encuentra el ex candidato presidencial Philippe Poutou, el que está detrás del comunicado falaz afirmando que la precandidatura de Anasse no es legítima. En realidad, los estatutos del NPA no dicen nada sobre las modalidades de designación de los candidatos. En este contexto, nada prohíbe a un miembro de su dirección nacional, como Anasse, proponer su candidatura, ser apoyado por una parte de los militantes o incluso discutirlo públicamente con una parte de los actores de la lucha de clases de los últimos años.

Una lucha de clases de la que el NPA, pero sobre todo su mayoría histórica, desgraciadamente ha sido bastante externa, lo que confiere un carácter esclerótico a los debates internos del partido y empuja a cada uno a intentar experimentar con su propia política. Es lo que hace también Philippe Poutou a través de la lista “On est là!” en Nouvelle-Aquitaine (que no ha sido validada por los militantes del partido ni siquiera de la región), así como compañeras como Christine Poupin, también portavoz, que se ha comprometido públicamente en la construcción de una nueva organización, con limites aún más laxos que los del NPA.

Frente a esto, la precandidatura de Anasse busca afirmar tanto la necesidad de una candidatura revolucionaria independiente para las presidenciales, que encarne lo mejor de las experiencias de la lucha de clases de los últimos años, como también hacer del NPA la palanca para la construcción de una organización revolucionaria a la altura de estas experiencias y de las luchas que se avecinan. Encarna así, más allá de la figura de Anasse, a la nueva generación obrera y a la juventud en lucha contra el capitalismo que los revolucionarios deben tratar de organizar políticamente, superando las fronteras y los límites de la extrema izquierda actual.

Por ello, dicha candidatura podría constituir un test y un punto de partida para la construcción de un Partido Revolucionario de Trabajadores, capaz de atraer a cientos, si no miles, de trabajadores, mujeres y jóvenes que se han politizado y radicalizado en los últimos años para intentar estar a la altura de los retos del periodo que se abre. Un periodo de crisis profunda del capitalismo y de inevitables explosiones sociales para las que la construcción de una herramienta revolucionaria que sea independiente de todas las variantes de la izquierda institucional y que no sea marginal, será algo decisivo.

Source: Izquierda Diario