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La cumbre de la UE: va a terminar mal de todos modos

Giorgio Cremaschi 20/07/2020
Ahora está claro que la cumbre europea o bien no logrará llegar a un acuerdo sobre la ayuda real para los que más han sufrido la hecatombe y los daños sociales de la pandemia, o bien llegará a un acuerdo feroz e injusto, como los impuestos por la troika a Grecia.

Esto no es sólo por los vetos del gobierno de derecha en los Países Bajos, un paraíso fiscal permitido por las normas de la UE, normas confirmadas por el fallo del Tribunal Europeo que permitió a Apple evadir impuestos en Irlanda. No, no es sólo Rutte que niega la ayuda real a los que la necesitan, sino la propia Constitución Europea. Que se basa en el liberalismo y la competitividad extrema y no en la solidaridad y la justicia social.
La UE nació para destruir, no para fortalecer, el principal logro europeo: el estado de bienestar. Y aquí también, la culpa no es sólo de la “burocracia”.
El poder en la UE es el de las clases dominantes europeas, los partidos y gobiernos de derecha y la falsa izquierda. La UE es un proyecto económico y político de la derecha social y económica que no puede ser cambiado sin cuestionar sus fundamentos.
Esto se demuestra cada vez que estalla una crisis, desde la crisis financiera de 2008 hasta la crisis griega, pasando por la actual, la más grave de todas. Cada vez la UE da lo peor. Un verdadero demócrata pro europeo debe considerar la estructura de poder y los principios de la Unión Europea, tal y como están hoy en día, como su total adversario. Pero todos sabemos que en realidad el europeísmo, al menos en nuestra propia casa, es en gran medida un conjunto de hipocresía y mentiras de clase.
Porque la Confindustria [confederación patronal italiana] y todos sus socios políticos, incluso más que las improbables ayudas, quieren estas “reformas” liberales que les acompañarían. Es decir, más privatización, más trabajo precario, menos derechos sociales. La UE es el problema, no la solución.