General

Un pueblo desarmado siempre será derrotado

Bruno Guigue 02/12/2019
La República española creía en la democracia parlamentaria, y Franco estableció su dictadura.

Tradotto da Estelle & Carlos Debiasi
Salvador Allende creía en la democracia parlamentaria, y tuvimos a Pinochet. Evo Morales creía en la democracia parlamentaria, y un golpe de estado lo sacó del poder. Ilustraciones entre muchas otras de una ley de la historia : frente a lobos, nunca hacer el cordero.


Al igual que las experiencias anteriores, la de Morales no estuvo exenta de defectos, pero fue prometedora. En el período reciente, ningún gobierno latinoamericano había logrado tales resultados : alto crecimiento, redistribución de la riqueza, disminución espectacular de la pobreza. Bolivia es el país latinoamericano con la menor proporción de analfabetos después de Cuba y Venezuela. Pero estos avances sociales, basados en la nacionalización de las compañías de gas, son precisamente lo que selló el destino de Evo Morales. Un presidente indígena que trabaja para los humildes, es el escándalo al cual había que ponerle fin. Sedienta de venganza, la burguesía boliviana logró interrumpir un experimento progresivo apoyado por los estratos populares.
Este triunfo temporal de la reacción obviamente plantea preguntas formidables. ¿Cómo podría el gobierno legal de este país sufrir, con impunidad, la quema de las casas de sus propios ministros ? ¿Cómo tuvo que abandonar el país el presidente electo de este estado soberano, visiblemente amenazado ?
Desafortunadamente, la respuesta es obvia : esta humillación del poder legítimo por parte de las bandas sediciosas solo fue posible porque estaba desarmado. La policía boliviana y los jefes del ejército, debidamente capacitados en la « Escuela de las Américas », traicionaron al presidente socialista. ¡Respaldaron el golpe de la senadora de un pequeño partido de extrema derecha que se proclamó presidenta, blandiendo una Biblia de diez kilogramos, frente a una Asamblea sin quórum ! El presidente legítimo Evo Morales prefirió el exilio al derramamiento de sangre, y esta elección es respetable. Pero no prescinde de una reflexión sobre las condiciones del ejercicio del poder cuando se pretende cambiar la sociedad.