General

La RASD y el chantaje de Marruecos a Panamá

Julio Yao Villalaz 28/11/2019
El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, dijo que si Panamá no reconsidera su política en torno a la controversia entre su país y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y sigue reconociendo a esta última, su gobierno cerraría la embajada de Panamá en Rabat.

El despacho de prensa (7 noviembre 2019) lo dice textualmente: “El Gobierno de Marruecos ha advertido a Panamá que está dispuesto a cerrar su embajada en Rabat si este país no revisa su postura sobre el conflicto del Sahara y suspende su reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática.
“El ministro Nasser Bourita señaló, en referencia a los países que reconocen a la RASD: ‘Si apoyas la secesión, apoyaremos la secesión en casa, y si apoyas a los grupos negativos, apoyamos a los grupos negativos en tu territorio’.”
Marruecos ocupa territorios pertenecientes a la RASD — como lo confirma la Corte Internacional de Justicia en Opinión Consultiva — y rehúye la celebración de un plebiscito recomendado por el Consejo de Seguridad de la ONU para decidir el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
La cancillería panameña, al parecer, no se ha dado por enterada de esta amenaza que vehicula un grosero e inadmisible chantaje: “ojo por ojo, diente por diente”.
En pocas palabras, Marruecos apoyaría una posible secesión en Panamá (provincia de Chiriquí o la Comarca Ngabe-Bugle?) si nuestro país apoya la “secesión” del territorio marroquí (así llaman el derecho territorial de la RASD).
Según estas declaraciones, Marruecos estaría cometiendo ocho delitos en violación del Derecho Internacional.
El primer delito consiste en violar la independencia política de Panamá al pretender someterla a sus intereses, ya que nuestro país tiene el derecho exclusivo a establecer, modificar, suspender o cancelar sus relaciones diplomáticas sin injerencias externas.
El segundo delito es el de intervenir en los asuntos internos y externos de Panamá, ya que Marruecos pretende calificar como inconvenientes o indeseables nuestras relaciones con la RASD, que son un asunto interno de nuestro país, en tanto que condenar nuestras relaciones en sí es una intervención en nuestros asuntos externos.
El tercer delito es la franca admisión de que Marruecos puede dirigir movimientos de “grupos negativos”, aludiendo a grupos que actúan al margen y en violación del Derecho Internacional (terroristas).
El cuarto delito es que Marruecos amenaza a Panamá y a otros países si no se aconductan (¿destruirán el Canal?), en violación de la prohibición del uso de la amenaza o la fuerza para resolver controversias internacionales.
El quinto delito es que interviene o irrumpe en una controversia que está siendo diligenciada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el cual no admite intromisiones unilaterales de ningún país.
El sexto delito es que Marruecos socava la paz y la seguridad internacionales.
El séptimo delito: Marruecos viola totalmente la “Declaración de los principios de derecho internacional referentes a la relaciones de amistad y cooperación entre los Estados conforme a la Carta de las Naciones Unidas” (Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970).
El octavo delito de Marruecos es que los siete delitos anteriores configuran, en su conjunto, un inadmisible chantaje a Panamá.
Panamá fue el primer país en este continente en reconocer al pueblo saharaui en 1978, por lo cual llevamos 41 años de relaciones con la RASD (que apoyó nuestra lucha por la soberanía) en contraste con los escasos tres años de relaciones con Marruecos.
La controversia entre Marruecos y la RASD es objeto de negociaciones en el Consejo de Seguridad, cuya solución oscila entre la soberanía de la RASD o una limitada autonomía de la RASD bajo la soberanía de Marruecos. La RASD rechaza someterse a la soberanía marroquí, y eso lo entendemos muy bien los panameños.
Lo que quiere Marruecos es como si, en vez de que la Zona del Canal se integrara a la soberanía panameña, fuera al revés: que Panamá se integrara a la Zona del Canal con una autonomía limitada bajo la soberanía de la Zona del Canal, es decir, de EU.
O sea, que Marruecos tiene una visión histórica no sólo invertida sino absurda que pretende que la RASD y el Frente Polisario cometan suicidio.
Saber qué ocasionó la ira de Marruecos contra Panamá nos obliga a no descartar otros elementos de juicio. Mencionemos tan solo que El Salvador — que es presionado por EU para romper con China – expulsó en junio de este ano, a la embajada de la RASD.
Geopolítica aparte, sucede que el presidente de la RASD, Brahim Ghali, asistió a la ceremonia de investidura del presidente Laurentino Cortizo el 1 de julio, pero igualmente lo hizo el jefe de gobierno de Marruecos, Saadeddine Othmani.
Sin embargo, según los observadores y las fotos oficiales, el presidente Cortizo le deparó una mejor acogida al presidente de la RASD que al representante personal del rey Mohamed VI de Marruecos, lo que trascendió en la prensa del reino y, entonces, ardió Troya pero, sobre todo, ¡ardió Rabat!