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Bolivia: ¿un golpe de Estado “por Cristo “ o por el gas, el litio, el cobalto, el uranio, el oro, etc.?

Achille Lollo 23/11/2019
Todos los medios europeos y usamericanos han mostrado las patéticas imágenes de Luis Fernando Camacho y Jeanine Añez blandiendo la Biblia como un arma, para enmascarar y ocultar la responsabilidad del gobierno de USA en este golpe de Estado.

Tradotto da María Piedad Ossaba
Editato da Fausto Giudice

Antes de hablar de manera específica de la responsabilidad de cada uno en el golpe de Estado, es necesario definir algunos de los parámetros económicos y políticos del gobierno de Evo Morales, para entender por qué, en un país tan estable como Bolivia -donde el PIB pasó de 9.000 millones de dólares en 2007 a 40.000 millones en 2018, mientras que la inflación se redujo a 4,5% y la pobreza disminuyó del 38% al 15%, se promovió y se llevó a cabo un golpe de Estado, mientras que el Presidente Evo Morales anunció que las nuevas elecciones se celebrarían antes del final de su mandato (22/01/2020), tal como lo solicitó el Secretario de la OEA, Luis Almagro, y la propia Unión Europea a través de Federica Mogherini.
En realidad, el golpe de Estado perpetrado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el General Williams Kaliman, y el Comandante General de la Policía, Vladimir Yuri Calderón, ya no podía ser anulado y menos aún retrasado a la espera de nuevas elecciones.
Esto se debe a que los grupos paramilitares (Milicias), financiados, establecidos y dirigidos por el llamado Comité Cívico de Santa Cruz, habían entrado en acción incluso antes del referéndum, es decir, el 19 de octubre, creando una situación de creciente inestabilidad a través de innumerables actos terroristas. Estos actos de terrorismo se multiplicaron en las principales ciudades de Bolivia inmediatamente
Es así posible, a partir de la secuencia de los acontecimientos, reconstruir la metodología operativa y analizar la forma en cómo la administración de los USA respaldó a esta conspiración sin repetir los errores cometidos en el pasado, cuando el embajador usamericano Philip Goldberg fue expulsado el 12 de septiembre de 2008, acusado de haber apoyado el movimiento separatista de la Media Luna de Santa Cruz [1], ¡cuyo líder era el mismo Luis Fernando Camacho!
De la nacionalización del gas a la industrialización de los minerales
La decisión política y constitucional que permitió al primer gobierno de Evo Morales imponer una nueva dirección política en la gestión de la economía y de las riquezas minerales del país fue la nacionalización del gas por el “Decreto Supremo” y, a partir de ahí, la centralización de la producción en el seno de la empresa estatal YPFP (Compañía Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos).
De esta manera, las empresas bolivianas que representaban o actuaban como intermediarios de las multinacionales estaban perdiendo su dominio sobre la venta de gas en Bolivia y en las empresas argentinas y brasileñas.
El grupo que más sufrió esta nacionalización fue la SERGAS, que en la práctica monopolizó la venta de gas en Brasil, más conocida por el público bajo el nombre de Compañía Camacho, ya que pertenecía al padre de Luis Fernando Camacho. Por lo tanto, no es casualidad que Luis Fernando Camacho se uniera a partir de 2005 a oscuras operaciones de subversión.
Posteriormente, entre 2006 y 2009, Camacho patrocinó, junto con los miembros de la logia masónica “Orden de Los Caballeros del Oriente”, la formación del grupo paramilitar “Milicias”, cuyo objetivo era desencadenar un movimiento guerrillero separatista en la provincia de Santa Cruz.
Sin embargo, cuando se creó la UNASUR, la organización subversiva fue oficialmente disuelta, aunque la policía boliviana nunca logró desmantelar su organización y su estructura logística. De hecho, según algunas fuentes bolivianas, Luis Fernando Camacho reactivó muy fácilmente la organización subversiva de las “Milicias” en 2016, cuando Evo Morales declaró que se postularía a las elecciones de 2019.
La otra decisión política fundamental del tercer gobierno de Evo Morales fue la ley que desarrollaba la Estrategia Nacional de Industrialización de 2016, que preveía la ejecución de grandes proyectos industriales relacionados con la transformación de los productos mineros, en particular el litio y el cloruro de potasio, y la extracción de nuevos minerales estratégicos, a saber, el cobalto, el torio, el uranio y el galio.
Cabe recordar que casi todos estos minerales están asociados con el oro, de modo que Bolivia, no contenta con haberse convertido en el principal productor mundial de litio con reservas de 9 millones de toneladas según el Servicio Geológico de los USA (USGS), pasará a ser potencialmente un país productor de 35 minerales que el USGS ¡considera cruciales para la economía de USA!
En efecto, Caspar Raweles, analista de la Benchmark Mineral Intelligence, declaró el pasado mes de febrero: “…en el caso del cobalto, el precio subió de 20 a 40 dólares para estabilizarse en 32 dólares, confirmando las previsiones de los analistas de este sector según las cuales en 2022 habrá una escasez de cobalto si no se abren nuevos sitios de producción. Por esta razón, todas las empresas vinculadas al sistema económico global buscan reducir los riesgos geopolíticos que amenazan sus proyectos de exploración.”
El más clásico de los “riesgos geopolíticos” es claramente la presencia de !un gobierno “no cooperativo” contra las multinacionales!
Para confirmar los pronósticos de la CRU de Londres y del USGS, el presidente de la empresa minera nacional boliviana COMIBOL (Corporación Minera de Bolivia), Marcelino Quispe, declaró a la agencia ABI en marzo de 2018: “…las primeras exploraciones mineras en las regiones de Oruro, La Paz, Potosí y Santa Cruz, habían revelado la existencia de nuevos e importantes yacimientos de plata, oro, galio, cobalto, cobre, zinc, torio y sobre todo uranio. La extracción de este último debería comenzar en el noreste de la provincia de Santa Cruz en los primeros meses de 2019…“
Es por ello que el gobierno de Evo Morales estaba preparando proyectos de posibles acuerdos de cooperación con Argentina, Rusia, Francia e Irán con miras a enriquecer en estos países el uranio extraído en la provincia de Santa Cruz. Más tarde, en 2025, con el “Programa Civil de Energía Nuclear”, el gobierno preveía invertir 2.000 millones de dólares en la construcción de dos centrales nucleares en la provincia del noreste.
Al hacerlo, Bolivia se habría transformado, sin la presencia de las multinacionales usamericanas, en un verdadero Eldorado minero de la América Latina, y su gobierno sin duda habría reinvertido en lo social los enormes beneficios obtenidos por la venta y la industrialización de los minerales estratégicos.
Hay que recordar que entre los grandes proyectos esbozados por el Presidente Morales figuraba la construcción de una fábrica de baterías de litio para los vehículos eléctricos del mundo entero, pero también una fábrica de automóviles eléctricos para cubrir el mercado latinoamericano.
En los meses previos a las elecciones de octubre, los principales medios nunca revelaron que Luis Fernando Camacho -esta vez sin su Biblia- hubiera tenido “conversaciones discretas” con los representantes de diversas multinacionales usamericanas de la industria minera, como ALCOA, ASARCO, Newmont Mining Corporation, Southern Copper y Anaconda Copper.
Luego, en la primera semana de mayo, aterrizó sin mucha publicidad en la capital brasileña para reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Araujo. Según fuentes “confidenciales”, Camacho habría anticipado la derrota de Evo Morales y le pidió a Ernesto Araujo prometerle reconocer inmediatamente al nuevo gobierno. A cambio, Camacho ofrecía establecer un nuevo contrato de venta de gas (32,35 millones de metros cúbicos por día).
No es casualidad que el presidente brasileño Jair Bolsonaro fue el primero en reconocer a la autoproclamada presidenta interina, Jeanine Añez, diciendo que había enviado a La Paz “… una persona para seguir los acontecimientos en Bolivia…”.
La misma fuente brasileña recuerda que Camacho habría garantizado al ministro Ernesto Araujo la realización de un programa de privatizaciones similar al de Brasil, empezando por la YPFB, la compañía nacional de gas.
La necesidad de una reelección de Evo y el golpe de Estado
Algunos sectores de la izquierda criticaron la decisión del presidente Evo Morales de recurrir al Tribunal Constitucional para obtener lo que no había logrado a través del referéndum, es decir, la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales por cuarta vez. Para otros, Evo habría pecado por obstinación, ¡además de tomar el gusto por el poder!
En 2016, con motivo del referéndum, los principales medios bolivianos, usamericanos y europeos desataron al unísono una campaña mediática de desprestigio contra Evo Morales, inventando fake news absurdas ¡dirigidas principalmente a la clase media, especialmente la de La Paz!
El pasado mes de octubre, esta misma clase media apoyó el golpe de Estado concebido y realizado en Santa Cruz de la Sierra por el Comité local. En realidad, el referéndum de 2016 había sido burdamente manipulado en el caso “Gabriela Zapata”.
Esta última, presentada por los medios como “la amante” de Evo, ganó miles de dólares concediendo entrevistas en las que describió a Evo Morales como el individuo más sórdido, el más corrupto y patético de Bolivia. Entonces, guardando lo mejor para el final, lo acusó de haber causado la muerte de un hijo… que nunca había existido.
Lamentablemente, no fue hasta el 23 de mayo de 2017 que la magistratura descubrió la verdad y la condenó a diez años de prisión por falsificación y uso de documentos falsos, asociación para delinquir y malversación de fondos públicos. Desafortunadamente, en 2017, los bolivianos ¡ya habían votado en contra de Evo!
Por lo tanto, para Evo y los dirigentes del MAS (Movimiento al Socialismo), era evidente que el referéndum había sido manipulado por los medios con el caso Gabriela Zapata, de modo que el recurso al Tribunal Constitucional parecía ampliamente justificado.
Mientras tanto, los servicios de inteligencia bolivianos habían revelado al presidente que en caso de victoria del líder de la oposición Carlos Mesa, todos los proyectos estratégicos iniciados por el Gobierno serían desmantelados y que las empresas nacionales serían privatizadas. En primer lugar la compañía nacional de gas, la YPFB y la compañía COMIBOL, responsable de la industrialización del litio y uranio.
Hay que recordar que Carlos Mesa se convirtió en Presidente de Bolivia en octubre de 2003 tras la dimisión y la fuga a los USA del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. En realidad, para evitar ser juzgado por la trágica represión contra los manifestantes que protestaban contra el aumento de los precios del gas tras su privatización, que dejó 80 personas muertas y 531 heridas, Lozada huyó gracias a la ayuda de la Embajada de los USA.
Recordemos también que fue el propio Carlos Mesa quien, en su calidad de vicepresidente, había negociado la privatización con las multinacionales, autorizando de golpe el aumento del gas para uso doméstico.
En cualquier caso, la problemática fundamental que más influyó en la decisión de Evo Morales de postularse por cuarta vez fue el cambio político que una posible victoria de Carlos Mesa habría impuesto al pueblo boliviano, con el regreso de las privatizaciones y la destrucción de todo lo que había construido durante sus tres mandatos. En otras palabras, lo que Moreno está haciendo en Ecuador y lo que ya ha hecho Bolsonaro en Brasil.
Otra constatación que influyó fuertemente en la decisión de Evo Morales es que su vicepresidente, Álvaro García, aunque es un auténtico líder de la izquierda boliviana, no es un indígena. Este es un elemento de gran importancia en la sociedad andina.
En segundo lugar, según la División Federal de Investigación de la Biblioteca del Congreso (USA), el 58% de la población boliviana es de etnia indígena (28% son quechuas, 19% aymaras y 11% procedentes de otros grupos étnicos indígenas), luego vienen los “mestizos” resultantes de los cruces entre europeos e indígenas, y sólo el 12% son de origen europeo.
Lamentablemente, los otros líderes y parlamentarios del MAS, incluyendo a Víctor Borda, ex presidente de la Cámara de Diputados, no tenían una estatura nacional que pudiera sustituir la imagen de Evo. Además, tampoco tenían la misma capacidad de dialogo con las masas, ni las mismas disposiciones para hacerle frente a la derecha y a los medios de comunicación durante las elecciones de octubre.
En el campo de la oposición, la certeza de que Evo Morales se presentaría a las elecciones de octubre a pesar del resultado negativo del referéndum de 2016 permitió a Luis Fernando Camacho de convertir su Comité de Santa Cruz en el centro operativo del golpe de Estado y, por lo tanto de la acción terrorista y subversiva de las Milicias, estos grupos paramilitares ahora listos a actuar en casi todo el territorio de Bolivia, gracias principalmente a la protección de la policía y el “silencio” del ejército.
De hecho, inmediatamente tras la renuncia forzada de Evo Morales, para evitar que Víctor Borda asumiera el cargo de Presidente interino como Presidente de la Cámara de Diputados, las “Milicias” de Camacho atacaron la residencia de Víctor Borda y secuestraron a su hermano amenazándolo con matarlo.
Ante este chantaje, Víctor Borda presentó su demisión ¡a cambio de la vida de su hermano!
La Bolivia de Evo, las relaciones con USA y la presencia de China
Tras la expulsión del embajador de USA, Philip Goldberg el 12 de septiembre de 2008, las relaciones diplomáticas y políticas entre Bolivia y los USA han atravesado momentos difíciles. Basta con pensar que ese mismo año, este fue el turno de toda la delegación de la DEA de ser expulsada, acusada de “conspiración”. Luego, en 2013 fue el turno de la USAID.
Sólo en los últimos años se han estabilizado las relaciones diplomáticas entre los dos países, especialmente con la llegada de Bruce Williamson como Encargado de Negocios. Por otro lado, en los USA, el Departamento de Estado y la CIA decidieron ampliar los efectos de la guerra híbrida contra el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro extendiéndola al de Evo Morales.
Es por esta razón que varias entidades gubernamentales, ONG y fundaciones usamericanas han multiplicado sus relaciones con las fuerzas de oposición boliviana, tratando de reproducir el proceso de infiltración ya perfectamente desarrollado en Brasil, Venezuela y Ecuador.
Basta con saber que en enero de este año, la representante republicana Ileana Ros-Lehtinen dijo al Congreso que “el Presidente Morales no podía mantenerse en el poder, y que por esta razón el pueblo de Bolivia necesitaba la ayuda de los Estados Unidos… “
Más tarde, en el mes de agosto, en el marco de su “misión diplomática” en Colombia, la embajadora de los USA ante las Naciones Unidas Nikki Haley declaró “… Bolivia, después de Venezuela, es el país que debemos seguir de cerca… “.
Una infiltración coordinada por las agencias y subagencias del Departamento de Estado. En efecto, la NED (Fundación Nacional para la Democracia) ejecuta sus programas con el apoyo de 30 ONG bolivianas y dos institutos privados usamericanos, el Instituto Republicano Internacional y el Centro Internacional para la Empresa Privada, con los que lleva a cabo el proyecto “Gobierno y Sociedad Civil”, un proyecto que forma a nuevos líderes de los partidos de oposición, según las normas del liberalismo usamericano.
Recordemos que el gobierno de Evo Morales nunca logró romper el cordón umbilical que une a la policía boliviana y a los altos mandos de las fuerzas armadas con el Pentágono.
Esto se debe a que el ejército boliviano, al igual que el de Venezuela, fue completamente reestructurado en 1962 de acuerdo con los estándares de la Academia Militar de los USA. Cabe recordar que en América Latina, el primer batallón de Rangers especializado en la lucha contra la guerra de guerrillas fue creado por el Pentágono en Bolivia, expresamente para rodear y eliminar el foco guerrillero creado por el Che Guevara y el naciente ELN.
De hecho, el gobierno socialista-progresista de Evo Morales, como los de Rafael Correa y de Lula, nunca lograron obtener el pleno reconocimiento de los oficiales superiores. Esta situación siempre ha permitido la infiltración por parte de las sucursales de la CIA, de la DEA y del Departamento de Estado.
Evo, Correa y Lula siempre han creído que el peso de la institución gubernamental, de la carta constitucional y de las victorias electorales, supondría una cierta forma de respeto por parte de los militares y policías, pero esto nunca fue suficiente para asegurar su lealtad.
En efecto, si el ejército brasileño, los servicios de inteligencia y la policía federal se hubieran sentido realmente comprometidos con el gobierno y la constitución, no habrían permitido la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
Del mismo modo en Ecuador, donde los servicios secretos y de inteligencia del ejército han apoyado en los hechos la traición del nuevo presidente Moreno, conspirando para detener al vicepresidente Jorge Glas.
En Bolivia, hay que reconocer que Evo Morales nunca reprimió a sus adversarios políticos, apoyándose en los 67% de los votantes que lo habían elegido. Recordemos que cuando el proyecto secesionista de la Media Luna de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra fue descubierto y desmantelado, el gobierno y el propio Evo Morales dejaron en manos del poder judicial la tarea de investigar y enjuiciar a los pocos responsables de actos terroristas presentados por la policía.
En la práctica, el gobierno boliviano se contentó con su victoria política, convencido de que las pocas sentencias de los tribunales y la convivencia democrática en el parlamento educarían a la oposición.
Otro problema que vincula directamente el golpe de Estado en Bolivia al gobierno de los USA es la nueva y profunda relación en los ámbitos político, económico y financiero que el gobierno de Evo Morales iba a establecer con China.
De hecho, para el ex ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim “… En términos geoestratégicos, Bolivia es el centro de América Latina, y su fuerte crecimiento en los últimos años ha revelado un importante potencial de riqueza mineral. Por esta razón, cuando USA se dio cuenta de que el gobierno de Evo Morales se estaba abriendo a otras potencias mundiales, en particular a China, decidió actuar. No hay ninguna duda al respecto. La influencia de USA en Bolivia es permanente y las fuerzas de la oposición tienen una tendencia a la subversión. Y lo digo porque estuve allí en 2008 y conozco el contexto de Santa Cruz, que en 2008 sumió a Bolivia en el torbellino de la guerra civil….”.
Si seguimos las conclusiones de Celso Amorim, es imperativo recordar que en los últimos años, Bolivia se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de antimonio, estaño, tungsteno y de boro, cuyas industrias usamericanas tienen absoluta necesidad. Además, desde 2016, la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) ha estado sustituyendo a los hornos usamericanos por hornos españoles, y sobre todo chinos para procesar y comercializar en lingotes los minerales extraídos en el altiplano boliviano.
Evo Morales pensaba, sin embargo, poner fin a esta dependencia, mediante la “cooperación financiera” de China (por un monto máximo de siete mil millones de dólares), con la construcción en Bolivia de fábricas siderúrgicas para el refinado del zinc, del que se extrae el indio, otro material estratégico, cuyas industrias usamericanas tienen absoluta necesidad.
También con la contribución y la cooperación de empresas chinas, rusas, francesas, canadienses y alemanas, el gobierno de Evo Morales había planificado el desarrollo y la extracción de todos los minerales estratégicos del subsuelo boliviano, como el litio, el cobalto, el paladio, el antimonio, el bismuto, el cadmio, el cromo y el tungsteno, además del aumento de la producción de los minerales tradicionales: oro, estaño, manganeso, zinc, plata, platino, platino, potasio, níquel, hierro, cobre y especialmente uranio.
Este contexto no ha escapado a los analistas interesados en el desarrollo de la economía boliviana. De hecho, el 20 de septiembre de 2018, Axel Arías Jordán, anticipando el interés que presentaba para los USA un cambio en Bolivia, escribió: “La batalla electoral que tendrá lugar en octubre de 2019 promete ser un paso importante en la lucha por el cambio político en Bolivia. Es por eso que debemos ser muy prudentes sobre cómo el gobierno y el sector privado de USA abordaran este proceso y cómo decidirán actuar en función de ciertos intereses políticos y económicos relacionados con Bolivia. De hecho, aparte de su interés tradicional en controlar un país ahora mundialmente conocido por su potencial minero, USA tiene otros intereses fundamentales relacionados con los vínculos de defensa y comercio entre Bolivia y China. Finalmente, mientras mantiene a Venezuela en el centro de mira, es muy probable que el gobierno de USA endurezca sus diversas formas de presión sobre el gobierno boliviano….”.
Desafortunadamente, el endurecimiento del imperialismo se manifestó en un golpe de Estado, concebido en enero de este año y planeado a partir de mayo. Un golpe de Estado que quiere esconderse detrás de una Biblia, no admitir que es la enésima solución imperialista para enriquecerse apropiándose de la inmensa riqueza mineral de Bolivia. 
NdT
[1] La Media Luna designa los 4 departamentos más ricos del este del país, lo que representa el 70% del territorio y alrededor del 30% de la población