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CHILE-Paro Nacional: ¡fuera los milicos de nuestras calles!

Ricardo Candia Cares 21/10/2019
Pocas veces el llamado a Paro Nacional ha cobrado tanta vigencia y necesidad como hoy. La exigencia del retiro de los militares de las calles y la derogación inmediata del estado de excepción se hace cada vez más urgente para las organizaciones de trabajadores, estudiantes y del mundo social en general.

Resulta inadmisible que la torpeza, irresponsabilidad e impericia del gobierno sea tapada por una medida que nos retrotrae a la dictadura y que demuestra la real catadura pinochetista de las autoridades, a quienes la pátina democrática que tanto rédito les ha dado por la complicidad de la Concertación/Nueva Mayoría, ha terminado por ceder.

No existe tal centroderecha. La única que existe es la ultraderecha que no trepida en plagar las calles de militares al más puro estilo de la dictadura.
Al patetismo ridículo del Ministro del Interior y a la evidente impericia de la Intendenta incapaz de una idea propia u original, se suma la real cara del Ministro de Defensa que no fue capaz de ocultar su odio extremo ni su amenaza cobarde e impúdica con la letalidad de las Fuerzas Armadas.
Como si el pueblo de Chile y sus más de tres mil muertos y desaparecidos no supiera y no recordara esa brutalidad con la que amenaza un descontrolado Alberto Espina.
El gobierno y muchos de los corifeos comunicacionales, no han sabido leer o no han tenido el valor de hacerlo, el real sustento del levantamiento popular y han centrado concertadamente su pobre explicación a un fenómeno de suyo complejo, en los actos de vandalismo y pillaje.
¿Habría sido mejor con batucada, valla papal y permiso de la Intendenta?
Jamás en ningún parte del mundo, los levantamientos populares en contra de sus opresores han sido de puños blancos, buenas formas y galletitas. Otra cosa es que la ultraderecha criminal por definición intente por y con todos sus medios adjudicar todo a los desórdenes y saqueos, en cuyo discurso caen personas inadvertidas y políticos interesados.
Las organizaciones de los trabajadores no deben bajo ningún argumento o razón permitir la instauración de un estado militar.
El pueblo de Chile ha pagado con demasiada sangre esa incursión. El Ejército de Chile no se caracteriza precisamente por pergaminos democráticos, antes bien, ha sido desde siempre el brazo armado de los poderosos. Su historia es la historia de las más atroces matanzas en contra del pueblo desarmado.
Se hace necesario declararse en estado de asamblea y convocar en conjunto a un Paro Nacional hasta que las Fuerzas Armadas se retiren a sus cuarteles.
Veamos cuánto aguanta el régimen ante un estado de rebelión sostenido. A ver como les va en el concierto internacional luego que Piñera se ufanara de su “oasis”. A ver cómo les va teniendo la APEC ad portas.
El pueblo debe dar un paso adelante y debe prepararse para dar la batalla política que implique expulsar a los políticos corruptos de sus asientos en los cuales no han hecho sino abusar de la casi inagotable esperanza del pueblo.
Se trata de trabar las cosas con el pueblo, a favor del pueblo. El dato importante es que no les sirvió de nada el toque de queda. La gente no le teme a los milicos.
Solo los imbéciles o desinformados siguen creyendo que lo que ha sucedido tiene que ver con treinta pesos de alza en el Metro. O que esto no es otra cosa que vandalismo.
El alza del Metro y la increíblemente lúcida conciencia de los estudiantes de enseñanza media, que nuevamente ha mostrado el camino, ha sido solo el detonante. Lo que hay detrás es un cúmulo de rabias, abusos, explotación, burlas y decepciones que ya suma treinta años y que tuvo su momento de ebullición.
Lo que se expresó fue una severa opinión política, aunque por otros medios.
Hemos asistido al comienzo del final de un sistema de oprobio que condena a los viejos a una vida miserables, que hace negocios con la salud de los más postergados, que mantiene a más de la mitad de la gente en la pobreza, que ha envenenado el aire, el mar, los ríos y la tierra, que se ha robado el agua condenando a regiones enteras a la sequía y la miseria, que ha abusado de la ilusión de la carrera universitaria mediante un monumental robo a centenares de miles de estudiantes, que ha regalado nuestras riquezas a la voracidad de los empresarios chilenos y al capital extranjero.
La cruda realidad está mostrando un camino que debe ser abordado con valor y decisión por parte de los dirigentes de los trabajadores, de los estudiantes, de los artistas, de los intelectuales, las minorías étnicas y las personas de real vocación democrática.
Las maquinarias siniestras de los partidos políticos ya estarán acomodando sus discursos para sacar maquila de algo de lo que son absolutos responsables.
Ya se ha visto a numerosos personeros de la ExConcertación intentando desmarcarse de un estado de cosas respecto de lo cual son más responsables que la propia derecha: tuvieron en sus manos la oportunidad de dar al pueblo lo que merecía, pero prefirieron gobernar con la derecha miserable, golpista y asesina.
Los trabajadores, los estudiantes y el mundo de las organizaciones sociales deben declararse en estado de alerta, convocar a la brevedad a una asamblea del pueblo y llamar a un Paro Nacional cuya primera exigencia sea la salida de los militares de las calles.
Después de eso, hablamos.